Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Juan 21,1-14 (ciclo C): «¡Todos estamos llamados a vivir en el bien!»

Jesús resucitado se pareció después a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se manifestó como sigue: estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael, de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros.» Salieron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: «No» Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán» Echaron la red, y se llenó tanto de peces que no tenían fuer zas para recogerla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «Es el Señor.» Apenas Pedro oyó decir que era el Señor se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca arrastrando la red llena de peces, pues sólo estaban a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra encontraron fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.» Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra llena de peces grandes, era ciento cincuenta y tres y a pesar de ser tantos, no se rompió la red. Entonces Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se manifestó a sus discípulos.»

¡Todos estamos llamados a vivir en el bien!»
Queridos hermanos: en Pascua subrayamos, sostenemos, afirmamos, que Jesucristo, el Señor, ha resucitado; que está vivo, que no está muerto; que ha vencido al pecado y a la muerte; que Cristo tiene el poder de Dios y que tiene injerencia en todos los acontecimientos humanos, en toda nuestra vida; pero siempre esa incidencia de Dios respeta la libertad y la respuesta que el ser humano debe dar. Por eso, de alguna manera, ¡todos estamos llamados a vivir en el bien!; pero hay algunos que se niegan, rechazan, se resisten y así viven en el mal.

El mal no existe por sí mismo, sino que existe en cuanto ausencia del bien. Es decir: tengo que hacer el bien, pero como no quiero, hago el mal privándome de ese bien. Aquí es importante saber que Jesús, con su resurrección, tiene poder sobre las cosas. En el texto vemos que Jesús dice a sus discípulos, reconocidos y avezados hombres de mar, experimentados trabajadores de la pesca por su vida, su tradición y su familia, que «tiren las redes a la derecha.» Pedro obedece y así vemos cómo aquella pesca fue abundante.Si prestamos atención, veremos que detrás de la historia está el resabio de David y Goliath. El pequeño, en nombre de Dios y el grande, el poderoso, que pareciera oprimir al pequeño. Sin embargo el poderoso es vencido por le pequeño. Porque la grandeza de una persona, la grandeza de la perseverancia, la grandeza de permanecer en la fidelidad y en el bien, es creer siempre actúa en nosotros.

Estamos en el Año de la Fe. Pidamos a Dios vivir concientemente la presencia de Jesús Resucitado y que en su nombre trabajemos, que demos testimonio, que hagamos el bien, que seamos solidarios, que no nos dejemos vencer por el mal; que la fe sea el centro de nuestra vida y la fuente de nuestro compromiso. Por la fe, en este Año de la Fe, tenemos que suscitar nuestra adhesión creyendo en el Señor. Y creyendo en el Señor, Él obra y actúa. Pedro lo experimentó con creces y quedó tan admirado que contó los peces, eran 153. Si nos damos cuenta que Dios obra siempre en nosotros ¡con cuanta admiración y alegría hemos de vivir!.

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