Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Juan 8,1-11 (ciclo C): Del temor a la misión.

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir: « ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» Pero él contestó: «Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.» Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: «La paz esté con ustedes.» Después dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de  fe.» Tomás exclamó:»Señor mío y Dios mío.» Jesús replicó: «Ahora crees porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!» Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo tengan vida en su Nombre.

Del temor a la misión
Es una de las afirmaciones más explícitas de que Cristo no es un  fantasma, que Cristo ha resucitado, que se ha encontrado con sus Apóstoles, con sus discípulos a quienes, después de esta experiencia con el resucitado, les da la misión.

En el primer siglo de vida cristiana, decía muy bien Tertuliano (presbítero en la Iglesia de Cartago) «carne y sangre tengan confianza pues gracias a Cristo han adquirido un lugar en el cielo y en el Reino de Dios.» Es decir que por la gracia de Cristo, por su resurrección, nosotros somos redimidos, salvados y tendremos un lugar y una participación, en la vida eterna. Este es el mensaje más explícito y más claro de la fuerza de la resurrección, que es superar y quitar de cuajo el pecado y levantar el rigor y el peso de la muerte.

En el Evangelio notamos que los discípulos tenían miedo. Miedo a los judíos para que no le corriera la misma suerte de Jesús: temor. El temor es una característica muy generalizada, ya que todo el mundo puede tener temor. Temor a no tener trabajo, temor a estar enfermo, a no tener casa y estar en la calle, temor a que le pase un accidente. Todo el mundo tiene temor, y como tiene temor, no habla, no se relaciona, se excluye, se encierra. ¡Y no se puede vivir con temor!

Hay Alguien que al temor humano y sicológico, lo libera, lo sana: Jesucristo, quien con su certeza, con su presencia, nos levanta y nos libera del temor. Esta es la fuerza del Resucitado, que nos da valor para superar el temor, para vivir en paz y poder cumplir con la misión. En este sentido todos tenemos una tarea: salir del miedo para cumplir y comprometernos con la misión a la que fuimos llamados.

¡A los jóvenes: cumplir con la misión!

¡A los adultos: cumplir con la misión!

¡A los ancianos: cumplir con la misión!

¡A los niños: cumplir con la misión!

Y así en todos los ámbitos, todos tenemos que cumplir con nuestra misión

Pidamos al Señor que la fuerza del Resucitado nos ayude a ser coherentes y consecuentes con nuestra misión. Ya que el temor está superado por la certezas de su presencia. Que la certeza y la presencia del Resucitado nos liberen de todo temor y que nos lleve a cumplir con la misión.

noticias relacionadas