Reflexiones de Monseñor Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Marcos 13, 33-37 (ciclo B): «La actitud de vigilancia».

Jesús dijo a sus discípulos «Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!».

La actitud de vigilancia

Estamos viviendo el tiempo definitivo. El Señor ha entrado en la vida de los hombres, en la historia de la humanidad. Lo eterno se ha iniciado y comienza el tiempo y nosotros siempre nos relacionamos con lo eterno en el tiempo. Con lo eterno, que es Dios, en este tiempo presente; y tenemos que acostumbrarnos a vivir este tiempo en la presencia de Dios.

De allí que cada cosa que uno haga, cada cosa que uno realiza, tiene una dimensión de trascendencia y de absoluto. Lo que uno pueda servir: atender un enfermo, visitar a un preso, acercar un vaso de agua, el buen trato en la familia, el buen trato con los demás, los actos de caridad y de misericordia, todo tiene un valor infinito, un valor incalculable y eterno, pero metido en el tiempo, en el «aquí» y en el «ahora».

Por eso, nosotros que somos administradores, tenemos que estar prevenidos, estar atentos, vigilantes y respondiendo a aquello que el Señor nos pide, a aquello que el Señor nos da.
¡No dejemos para mañana, lo que mañana puede ser nunca!
¡No sabemos cuándo nos podemos encontrar con Dios cara a cara!
La vida no la tenemos comprada.
No pensemos que vamos a vivir siempre.
La vida, que tiene un valor importantísimo, es relativa con el tiempo.
Pero a la vida que Dios nos prestó -El y el amor de nuestros padres- tenemos que rendirle cuentas y las cosas se dan en vida. Presencia, conciencia, responsabilidad, trabajo: ante esto hay tres actitudes para subrayar.

Primero, en este tiempo de Adviento hay que vigilar y rezar para ver qué es lo que quiere Dios y qué nos muestra a cada uno de nosotros.

Segundo, estamos caminando y el caminar es una atención, un movimiento de un lugar a otro, donde tenemos que convertirnos, acercarnos más a Dios porque al hacerlo nos humanizamos más.

La tercera característica es el testimonio, que se tiene que dar aquí y ahora; en el trato, en el servicio, en el trabajo; pero hacerlo con alegría. La alegría de poder servir; la alegría de poder dar; la alegría de poder sacrificarnos; la alegría de poder hacer el bien; la alegría de poder compartir el amor de Dios con todos los hermanos. Una característica propia del Adviento es la esperanza; la alegría de la esperanza

Que este tiempo de Adviento que comenzamos, sea de preparación con el Señor que vino y para el Señor a quien esperamos en su venida definitiva.

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