Reflexiones de Monseñor Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio de San Juan 1, 29 – 34 (Ciclo A): «Este es el Cordero de Dios».

¡Qué cosa fuerte! ¿Por qué viene Cristo? ¿Por qué el Padre lo envía? Porque la humanidad había sido creada a imagen y semejanza de Dios pero se había desviado, se había apartado y había preferido las tinieblas; entonces tenía que venir uno para salvarnos, ese que tenía que cargar sobre sus espaldas el pecado del mundo; ese es el Cordero inmaculado, sin mancha, sin pecado, que se hizo víctima y pecado por nosotros para liberarnos, para sanarnos, para redimirnos, para purificarnos, para cambiarnos.

¡Es algo muy serio! Es tan serio que define la vida de una persona, la vida de una sociedad, ¡la vida de toda la humanidad!, porque ante la presencia de Cristo ninguno puede quedar indiferente. Por lo tanto, está Cristo, está el Padre y está el Espíritu Santo para corroborar, afirmar, atestiguar que este es el Mesías, este es el Hijo de Dios.

Juan el Bautista lo señala y lo individualiza. Ahora bien, individualizar o señalar no es inventar sino es mostrarlo. Se muestra. Lo que es evidente no se demuestra, se muestra, se señala. A Cristo hay que reconocerlo, hay que individualizarlo, hay que amarlo, hay que escucharlo y hay que seguirlo. Pero de nuevo: ¡no lo inventamos nosotros!, ¡no lo inventan los sacerdotes!, ¡no lo inventa la Iglesia!

Es Cristo que viene a nosotros a darnos su mensaje y su persona; viene a impactarnos y somos nosotros que tenemos que escucharlo, acogerlo, recibirlo y también dar testimonio. Por la fe, por el corazón, por la inteligencia y sobre todo por un elemento que la sociedad ha olvidado, la voluntad.

La inteligencia es importante pero también hay que poner la voluntad, que es la facultad superior de la persona humana; es la que define a una persona. Se puede ser muy inteligente pero si no tiene voluntad, no puede concluir con ningún proyecto.

La voluntad está por encima de las ganas.
La voluntad está por encima de las sensaciones
La voluntad está por encima de los caprichos.
La voluntad está por encima de las pasiones.

La inteligencia busca la verdad, en cambio la voluntad busca el bien. Y es muy importante secundarlo, afirmarlo, buscarlo, seguirlo, concretarlo

Le pedimos a este Jesús, que viene a nosotros, que tengamos una presencia y una relación individualizada. Lo seguimos a Él, los amamos a Él, queremos estar con Él y le damos a conocer a los demás.

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