La arquitecta Descole resaltó la importancia del momento histórico en que la sociedad, en la búsqueda de su identidad pone su vista en el patrimonio colectivo y, de este modo, entiende su pasado y puede proyectar su futuro.

La arquitectura de Avellaneda puede desagregarse en edificios emblemáticos, que representan algo particular y único y edificios tipológicos, que conforman familias de edificios con características afines.

Al principio proliferaron las casas chorizo, en lotes que, ocupando generalmente el centro de la manzana tenían como mínimo 50 metros de largo. Surgieron alrededor de 1830 y conforman la primera tipología de vivienda conocida en nuestro partido.

Descole citó el valiosísimo plano de Moreno que es la primera referencia urbanística con que se cuenta para los relevamientos históricos y valoró el aporte de los historiadores Federico Fernández Larrain y Rudi Varela como rescatadores del informe De la Serna de 1856, que certifica la existencia de 203 casas de planta baja y azoteas y 13 viviendas de dos pisos. También cita la existencia de 1217 ranchos de ladrillos, paja, ripio y cinc en el pueblo y 2 en las afueras.

A lo largo del tiempo van surgiendo otras tipologías, con habitaciones recortadas sobre una medianera, una galerna con piletones y en el fondo la huerta y el gallinero.

Avellaneda tiene entonces una arquitectura que nos iguala con la gran urbe porteña y una que nos diferencia como la barraca, muy típica de Barracas al Sud.

Luego, a través del tiempo aparece el chalet ferrocarrilero, que también se dio en las actuales localidades de Témperley, drogué, etc. Luego surge la casa cajón, vivienda popular surgida a partir del primer gobierno peronista, más compacta, con jardín al frente y al fondo.

Edificios emblemáticos son por ejemplo el Mercado Central de Frutos, erigido en 1890 y que fue polo de desarrollo económico en el partido. Demolido en 1971 se perdió ante la construcción del nuevo Puente Pueyrredón que rompió la continuidad de Pavón y Mitre y complejizó el área de Avellaneda Centro.

También el Teatro Roma (1904), recuperado en 1925, la antigua Catedral demolida en la década del ’70, el Hospital Fiorito (1913), la Casa de la Cultura, la Antigua Municipalidad, la casa de Nicanor Salas Chávez, ambas en Mitre al 300.

Finalmente el Teatro Colonial y la Estación del Ferrocarril Provincial, de 1927, ambas con características del estilo neocolonial.

Al finalizar reflexionó acerca de que el Patrimonio edificado es importante para la gente que vive en Avellaneda, y debe ser el vecino que reconozca y designe cuales son los edificios emblemáticos.

A continuación tomó la palabra la Licenciada Natacha Mel recordando que Avellaneda está retratada desde que comenzó el cine nacional. Se mostraban fábricas, las primeras industrias, los frigoríficos.

Es muy importante la producción de documentales sobre nuestro partido, resaltando el trabajo de los peritos de Antropología Forense buscando reconocimiento de restos de desaparecidos para permitir completar datos de filiación o como en «Dársena Sur» con personajes que viven en Villa Inflamable.

También hay trabajos hechos desde el Instituto de Cine, con 40 años de vida, sobre el Teatro Roma y el Colonial, el escultor Vergottini, el tiroteo en «La Real» que apagó la vida de un sindicalista, la Isla Maciel y otros temas.

Citó la riqueza de documentales como «Taxi» que muestra la Plaza Alsina generando un gran ritmo poético o «Agosto de 1985» una ficción rodada en los túneles de la casa de Cultura.

Revalorizó el Plan «Cuando Avellaneda es Set», un proyecto oficial de utilización de los espacios locales para Films.

Luego de mencionar los filmes de temas históricos, dio ejemplos de películas de todos los tiempos que han retratado la zona de Avellaneda, «Pelota de Trapo» (fútbol), «Fin de Fiesta» de Torre Nilson sobre la época de Barceló, «Dock Sud», que aunque erróneamente rodada en ese sitio, retrata la caída del tranvía del Puente Bosch en 1930; «Los tres berretines», «Luna de Avellaneda», «El lobo de la Ribera»; «Carne» dirigida por Armando Bo con Isabel Sarli, rodada en un frigorífico de la zona y «La fuga» donde Tita Merello estrena el tango «Niebla del Riachuelo».

Finalizó reflexionando que las imágenes de Avellaneda están presentes en infinidad de Archivos, y ameritan una investigación a fondo para rescatar nuestro patrimonio.
El ingeniero Edgardo Cascante aclaró desde el comienzo el mito repetido erróneamente que por Avellaneda «pasó el tren» y que la única línea que pasa es la del Ferrocarril Roca.

Destacó que el ferrocarril impulsó la creación de la mayoría de los clubes de Fútbol. Barracas al Sud fue el nodo de comunicaciones más importante de América del Sur, segundo en importancia luego de Buenos Aires. El desarrollo de los ferrocarriles locales estuvo desde siempre vinculado al puerto.

Recordó la importancia del Antiguo Ferrocarril del Puerto a la Ensenada que paraba frente a la Catedral, citando anécdotas muy interesantes de la época de Sarmiento y otras, que fue recopilando en largos años de investigación en diferentes archivos y periódicos antiguos.

También hizo mención al nacimiento del ferrocarril en Argentina, luego la creación e instalación del Ferrocarril del Sud que dio origen a la muchas localidades del conurbano sur bonaerense. Esta empresa termina luego comprando la línea a la Ensenada.

El tratamiento de esta temática volvió a enfatizar la importancia de Barracas al Sud y luego Avellaneda como lugar de desarrollo industrial y económico que le da una particularidad única.

Esta charla, acompañada por una audiencia muy atenta e interesada que, aportó con agudas preguntas y aportes de valiosos datos, concluyó cálidamente con café compartido.

M. A.