Raquel Español, de docente a poeta

Escribe Antonio J. González

Era tucumana de nacimiento pero se afincó en Wilde. Había terminado su carrera de docente y ejerció como profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. “El director de Nueva Vida… me había contado del aislamiento de los últimos tiempos y de la soledad en que vivió y murió” cuenta Gioconda de Zábatta. Ella que acostumbraba estar rodeada de niños, maestros y padres y que poblaban sus días muchos libros propios y ajenos que la ayudaron a ejercer el oficio de educador, mucho más que el de simple docente.

Además de maestra de grado, Raquel ocupó la dirección de las escuelas 14 y 22 y de la Escuela Parroquial de Wilde. Ejerció el periodismo desde las páginas de los periódicos Nueva Vida y Nueva Época, además de colaborar con publicaciones de otros países. Tenía una actitud abierta y solidaria, preocupada por su comunidad y la integridad humana, la que le permitía llegar con sus ideas y enseñanzas no solamente en nuestra ciudad sino en conferencias realizadas en diferentes lugares del país.

Escribió poesías, narraciones, teatro infantil, ensayos históricos, abarcaba el amplio espectro del conocimiento y la creatividad fiel a sus convicciones en la búsqueda de un humanismo activo. En muchas bibliotecas se encuentran sus obras, algunas de ellas pueden consultarse en la Biblioteca Pública Municipal y en la Biblioteca Popular J. M. Pueyrredón. La frondosa producción literaria se refleja en: “Hojas Sueltas”, poesías, 1932; “El pequeño Artista” comedias infantiles, 1932; “Por rutas Cordobesas” 1939; “Cuentos infantiles”; “Pétalos perfumados” 1943; “De Navidad a Reyes” 1948; “San Martín y Belgrano”, “Síntesis Histórica de la ciudad de Avellaneda”, son algunas de sus publicaciones.

En 1960 fallece en el Hospital de Wilde y sus restos sufrieron por unos años del abandono y el anonimato. Gracias al esfuerzo y la preocupación de sus compañeros periodistas se recuperaron y descansan en el mausoleo del Círculo de la Prensa en el cementerio local desde 1961, junto a un pequeño monumento en su memoria.
Recién 26 años más tarde, por resolución del Honorable Concejo Deliberante, se le pone el nombre de Raquel Español a la calle que se llamó Monte, y se descubre una placa recordatoria en la esquina con la Av. Mitre.

Raquel concurría a menudo a la Parroquia del Carmen en Wilde. La recuerdan con sus vestidos grises, negros, y un tul oscuro ocultando su rostro. Esto le valió un reproche del cura párroco del lugar: “No quiero verte vestida de oscuro, Raquel, ponele color a tus ropas, como lo hacés con la poesía”. Ethel Pérsico nos da las señales de esta mujer, sus luchas y sus ideas: “…dicen quienes la conocieron, hacía volar la imaginación, le ponía alas al ensueño, e iba siempre al encuentro de los imposibles. Es así que llamaba a las cosas por su nombre, caracterizándose por su sencillez y riqueza de verbo”.

Pero la incomprensión y el desconocimiento de muchos la rodean de aquel abandono. En 1993, el Grupo Entre Mujeres eleva una nota a la comisión de SADE Central, manifestando su desconcierto “al descalificar a Raquel Español como exponente de la literatura nacional”, y se acompaña una nutrida información sobre su trayectoria literaria y educativa.

Residió en una modesta vivienda de material, de anchas y altas persianas, en la calle Bragado Nº 6565, en su querida ciudad de Wilde. “Allí había vivido Raquel Español, sola, rodeada de sus perros y otros animales domésticos…” nos dice Gioconda. Es parte de la soledad que muchas veces merodea a los luchadores, los creativos, los que trabajan por sus semejantes. Pero nada es para siempre. Hoy, desde su ciudad, desde al entraña misma de la historia cultural de nuestro terruño, hay una permanente evocación de su ejemplo. Para que sobreviva.

ajgpaloma@hotmail.com

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