Racing confirmó su levantada y le dio otro golpe a Tigre

Con un golazo de Grazzini, ganó por 1-0 en el Cilindro de Avellaneda e hilvanó su segunda victoria consecutiva. Los de Cagna desperdicieron la chance que tenían de dejar el último puesto de la tabla.

Racing tuvo un viernes de alegría. No es poco. Después de varios meses de golpes y traumas, consiguió algo relevante: le ganó a Tigre, pasó a Godoy Cruz y a Rosario Central en la tabla de los promedios y salió de la zona de la Promoción, ese fantasma tan temido. No fue una noche de brillos, pero -claro- poco le importó a esa gente que le alcanzó con un gol para gritar la victoria hasta la disfonía.

Racing tenía un impulso para aprovechar. Bajo el signo de la sorpresa, la fecha pasada, había derrotado al entonces líder, Banfield. Parecía, ya con Claudio Vivas como entrenador, un equipo nuevo. Más intenso, más comprometido con la recuperación de la pelota, pero también en la posibilidad de su posesión. Tenía una chance inmejorable de consolidar aquello: enfrentaba a este Tigre, último en la tabla, incapaz de revertir situaciones adversas.

Pero no pudo ese Racing del comienzo darle continuidad a aquella nueva sensación, a aquella imagen renovada. Le faltó continuidad en el juego y capacidad de desequilibrio ante un rival que priorizó el orden. Tigre armó dos líneas de cuatro bien pegaditas, de modo tal de recortarle espacios al equipo local. Lo consiguió en varios tramos de la primera etapa y eso hizo que el desarrollo resultara parejo.

Con Sebastián Grazzini como enganche (en un 3-4-1-2, que repitió a Gabriel Mercado en la posición de lateral-volante), Racing procuró ser dueño de la pelota. No le resultó sencillo, más allá de algunas llegadas que tuvo como protagonista y asistidor al ex mediocampista de Newell’s.

Más allá de los planteos y de la búsqueda de cada uno, se repartieron las llegadas. Las dos más peligrosas -de todos modos- pertenecieron al equipo de Victoria: en la primera, Guillermo Suárez llegó mano a mano, pero Jorge De Olivera le ganó; en la segunda, una pirueta de Julio Manzur terminó estrellada contra un palo. Lo de Racing, en ese rubro, no fue muy destacado. Apenas Rubén Ramírez -con su constancia- coqueteó con la posibilidad del gol, pero no tuvo precisión.

No cambiaron demasiado las particularidades del segundo tiempo. Tal vez la condición de visitante y la circunstancia numérica (apenas ocho puntos en 16 fechas) lo invitaron a Tigre a abrazarse con más ganas y esmero a la posibilidad de repartir ceros y un punto para cada lado.

Quedó también la sensación de que Racing percibió ese pasito atrás que dio el equipo de Diego Cagna. Y fue por más, por el triunfo. Se apoderó de la pelota, se paró unos metros más adelante. En definitiva: se animó un poco más. Y así, sin brillos y sin un gran aporte en términos del juego, encontró el gol y la victoria. Primero, anunció con un cabezazo de Grazzini, que pegó en el travesaño. Casi de inmediato, a los 25 minutos, Ramírez se la bajó de la cabeza al enganche, quien con un remate fortísimo permitió el único grito de la noche.
Lo que sucedió luego fue también un testimonio del Racing de estos días: todo le cuesta mucho. Y actúa en consecuencia: el ingreso de Damián Ledesma por Grazzini es ni más ni menos que una demostración. Otro detalle al respecto: faltando ocho minutos, Pablo Caballero fue a aguantar la pelota al córner para consumir minutos. Y así, con aquel gol y con este final, Racing consiguió algo importante: una noche de paz, con un desahogo feliz.

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