Qué significa el hombre en situación y qué lo lleva a enfermar

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

Situación expresa una posición frente al mundo, implica establecer una relación con todo lo que no es uno mismo, pero que puede incluir nuestra mismidad. El hombre modifica y a su vez es modificado por esas situaciones, ya que el mismo es esas modificaciones, que se traducen en nuevas organizaciones.

El psiquismo es una configuración de actos, y hacen al ser humano su modo de situarse en el mundo. Qué es el ser humano es preguntarse por su esencia, el porqué es preguntarse por el origen, las causas y el para qué del ser humano es preguntarse por el sentido. Libertad y responsabilidad en los actos llevan a no descuidar el plano somático, psíquico y espiritual, llevan a no enfermar, la libertad interna en tanto que modo de decidir y elegir que hacer con su vida aún con un condicionamiento extremo y tiene que ver con la actitud, hay actitudes distintas frente a un mismo condicionamiento por ejemplo una misma enfermedad y distintas maneras de desarrollarla, y la responsabilidad en relación en tanto que responder de tal forma que se use la libertad con responsabilidad.

Cuando la responsabilidad no está en función comienza el desequilibrio, la angustia, es decir un círculo vicioso de perturbaciones funcionales psíquicas y somáticas que en muchas ocasiones conducen a lo peor. En oriente se sostiene que el principal constituyente de la realidad es la conciencia, la toma de conciencia frente a lo que el ser humano hace consigo mismo, un buen ejemplo de esto es el proceso de maduración de la planta de bambú japonés, transcribo una alegoría del folklore oriental que dice lo siguiente, “no hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quién cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas, ¡Crece maldita seas!.

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no aptos para impacientes, siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de seis semanas, la planta de bambú crece más de treinta metros, ¿Tardó sólo seis semanas en crecer?. No, la verdad es que se tomo siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que se mantienen en forma perseverante y coherente, o sea no tercos e ilusos, y saben esperar el momento adecuado. De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada esta sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos, que todos tenemos, recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no ver el resultado que esperamos, sí esta sucediendo algo dentro de nosotros, estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al final se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia. Tiempo. Cómo nos cuestan las esperas. Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos. Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi. Nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué. Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos enfermedades. ¿Para qué?. Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación. Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, la misma que nos envenena el alma.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizás solo estés echando raíces.” Es decir, los cambios en el funcionamiento del cuerpo y en el orden de la estructura psíquica se expresan en la desorganización de la conducta, una sola esfera afectada acarreará indefectiblemente el desorden estructural del hombre. Los cambios del cuerpo se muestran como un nuevo ordenamiento existencial y un sistema normativo renovado.

El ser humano es protagonista de su propio cuerpo, de su existencia y de su historia. El ser humano no es sólo su hoy, es su ayer como historia que lo moldea, su hoy como presente y su mañana como proyecto existencial.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
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