“Que nadie se olvide que los desaparecidos existen”, afirma la hija de Azucena Villaflor

Durante la segunda mitad de junio regresará a la Argentina el Skyvan PA-51 desde el que fueron arrojadas vivas al mar las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Careaga y María Bianco. Cecilia De Vincenti, hija de Villaflor, contó a Télam los pormenores de la repatriación y cómo un avión usado en los “vuelos de la muerte” puede convertirse en un antídoto contra el negacionismo.

El Skyvan con el que fueron arrojadas vivas al mar doce personas secuestradas en la Escuela Mecánica de la Armada, entre ellas tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, es utilizado en los Estados Unidos para hacer paracaidismo.

La siniestra asimetría, la de arrojarse al vacío con paracaídas y la de ser tirado con fines de exterminio, acaba de ser reparada por el Estado argentino, que en la segunda quincena de junio repatriará a la aeronave para transformarla en un símbolo de memoria.

Las gestiones para la repatriación del Skyvan PA-51 empezaron con el fin de la pandemia. Cecilia De Vincenti, hija de Azucena Villaflor, recibió un llamado telefónico de Mabel Careaga, hija de otra Madre desaparecida, Esther Ballestrino de Careaga, en el que le propuso: “¿Y si empezamos a hacer las cosas para que el avión vuelva?”

La persistencia, la memoria

Después de aquel primer llamado, Cecilia y Mabel deciden ir a ver a Tati Almeida, quien no duda en acompañarlas para pedir la repatriación. El grupo, al que se suma Héctor Francisetti, marido de Mabel, recorrerá distintos despachos oficiales. Incluso llegará con el pedido hasta el propio presidente Alberto Fernández.

“El mismo día que se esparcieron las cenizas de Hebe (de Bonafini) en la Plaza de Mayo -recuerda De Vincenti- tuvimos la reunión con el ministro de Economía, Sergio Massa, que era la última puerta que nos quedaba por golpear. Mientras nosotros hablábamos él leía lo que le habíamos llevado, la patente del avión y los demás datos de los que disponíamos. Recuerdo que tenía el celular en la mano y de golpe nos dice: el avión voló la semana pasada”.

“Denme una semana y yo les confirmo por sí o por no. Y a la semana nos llamó y nos dijo que sí. Después tuvimos dos reuniones. Quizás era quien menos conocía la historia de nuestras madres. De hecho, se la tuvimos que contar nosotras. Pero él lo tomó como parte de los derechos humanos, como parte de lo que había que hacer, y lo hizó”, completa Cecilia. Finalmente el Estado argentino compró el Skyvan PA-51.

¿Pero dónde estaba el avión? ¿Para qué lo usaban? “Seguía en Estados Unidos, donde lo habían encontrado Ceraudo y Lewin, pero ahora en Chicago. Y lo estaban usando para hacer vuelos para paracaidistas. Qué tremendo, ¿no? Porque desde ahí tiraron gente durante la dictadura y ahora la seguían tirando, pero con paracaídas”.

Un avión con historia

El Skyvan PA-51 estará otra vez en la Argentina durante la segunda quincena de junio, una vez que sus últimos dueños terminen de acondicionarlo. Es que el avión fue adaptado para las diferentes funciones que cumplió después que fuera vendido a una empresa estadounidense en los años 90: correo interno, tareas de riego, fumigación y paracaidismo.

La Prefectura Naval Argentina había comprado el Skyvan junto a otros cuatro, en 1971. Dos fueron destruidos durante la Guerra de Malvinas once años más tarde y los restantes se vendieron fuera del país en 1994.

“El nuevo dueño, por ejemplo, le puso una puerta automática, que no tenía, y le sacó la plaquita del número en la puerta. También le hizo parte del motor. Ahora están terminando de restaurar todo lo que se pueda del modelo orginal para que pueda volar de regreso. Lo demás se va a hacer acá”, cuenta De Vincenti.

Más allá del aspecto de la aeronave, recuperarla tiene un fuerte valor simbólico. “Traer el avión es importante porque sigue habiendo gente que niega la historia. El secuestro de las Madres prueba todo: que hubo un plan sistemático, que se las llevaron, que estuvieron en la Esma, que las tiraron vivas desde un avión, que estuvieron como NN en el cementerio de General Lavalle, que pudimos recuperar los cuerpos”.

“Tener el avión -agrega- es poder decir ‘acá te mostramos absolutamente todo’, porque acá estuvieron y este fue el avión que usaron en los vuelos de la muerte”.

Juntas se las llevaron

A las Madres que fueron arrojadas al mar desde el Skyvan PA-51 se las llevaron casi juntas. El operativo en la Iglesia de la Santa Cruz -en el barrio porteño de San Cristóbal- fue el 8 de diciembre de 1977 y a Azucena Villaflor la secuestraron en la puerta de su casa dos días después.

“Primero secuestran a dos Madres, a Esther Ballestrino de Careaga (la mamá de Mabel) y a María Ponce de Bianco, y también a la monja francesa Alice Domon junto con cuatro personas más. Y el 10 de diciembre por la mañana, después de que sale la solicitada pidiendo saber la verdad sobre los desaparecidos, vinieron a buscar a mi madre y a la otra monja francesa, Leonie Duquet”, recuerda Cecilia.

Y agrega: “Mi mamá no estaba en la Santa Cruz. Estaba juntando fondos en otra iglesia. Cuando llega Astiz (que se había infiltrado en 1977) y pregunta dónde está Azucena, le dicen que ahí no estaba. Es que ella no iba a la iglesia de la Santa Cruz, ella iba a Plaza de Mayo. Ella propuso, por primera vez un 30 de abril de 1977, ir a la Plaza. Lo que querían saber era qué había pasado con sus hijos y presentarle una carta a Videla para saber dónde estaban”.   

“A mi hermano Néstor lo secuestran el 30 de noviembre de 1976. En las recorridas por los cuarteles, las comisarías, el vicariato castrense, mi mamá empieza a ver a otras mujeres como ella. A principios de abril del 77 se cruza a Marcos Zucker, que en ese momento era un actor muy conocido, que sale llorando del Vicariato, donde le dicen que su hijo está muerto. Creo que fue ahí que mi mamá dijo: ‘No estemos más separadas, vayamos todas juntas a la Plaza’ “, evoca Cecilia.

Un lugar en la memoria

Azucena Villaflor fue a la Plaza de Mayo el 30 de abril de 1977, cinco meses después de la desaparición de su hijo. Estaba junto a otras trece madres. Querían que el gobierno militar les diga qué había hecho con sus hijos.

“Cuando llegan a la Plaza el 30 de abril -relata De Vincenti- las Madres se dan cuenta de que es sábado y de que hay poca gente. Entonces dicen, vayamos los viernes. Y otra Madre dice no, los viernes es día de brujas, que sea los jueves. Y comienzan a concentrarse todos los jueves alrededor del monumento a Belgrano, que está más cerca de la Casa Rosada. Después empiezan a ser tantas que se reúnen en la Pirámide de Mayo”.

Azucena será secuestrada, desaparecida y arrojada con vida al mar casi ocho meses después. Cuarenta y cinco años más tarde, el avión que fue utilizado para su “traslado” regresará al país. Cecilia imagina ese avión como “como parte de la historia a contar en la ex Esma; me imagino a las escuelas, a la gente que vaya a visitarla, y poder mostrarles en ese avión el sistema perverso de la represión”.

La aeronave es así más que un aparato, que un montón de metal. “Para nosotros es normal hablar de los desaparecidos, saber que fueron secuestrados y que no volvían a sus casas. No sé si será así dentro de 20 años. Con el Skyvan acá será una forma de mostrar que los subían a un avión, los tiraban en medio del mar y que las madres, que eran obstinadas y querían mostrar lo que pasaba, salieron. Pero no todos los cuerpos lo hicieron”.

Una lucha ejemplar

Cecilia encontró el cuerpo de su madre en 2003. Estaba enterrado junto a otros siete en el cementerio de General Lavalle, provincia de Buenos Aires, y recién puedo ser identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense dos años más tarde.

“Yo puse las cenizas de mi mamá en la Plaza de Mayo, mirando hacia la Casa de Gobierno, para que cualquier político que esté allí, y también el poder económico y religioso, no se olviden que los desaparecidos existen y que las Madres tuvieron una lucha pacífica y ejemplar”, explica.

Pero el retorno del avión que condujo a su madre a la muerte es una experiencia diferente, difícil de imaginar. “No sé qué voy a sentir el día que vea el avión. Creo que las Madres que fueron secuestradas estarían contentas de que las hijas sigamos investigando qué les pasó y que todo el mundo lo sepa. Mi mamá estaría orgullosa de eso”.

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