Poemas de Joaquín Giannuzzi

Escribe Roberto Díaz

Este poeta, de profesión abogado, es una de las voces más representativas de la poesía argentina de las últimas décadas.

Había nacido en 1924 y, luego de recibirse en la Facultad de Derecho, ejerció su profesión durante años.

Pero nunca abandonó la Poesía, género literario que le apasionaba y por el cual era capaz de dedicarle varias horas, en las mesas de los bares, a conversar sobre esta disciplina.

Tuve la oportunidad de conocerle personalmente y dialogar con él en algunas ocasiones.

Son varios los libros publicados por Giannuzzi, pero estos poemas que publicamos hoy, pertenecen a “Un Arte Callado” volumen que, póstumamente, editó, en 2008, Ediciones del Dock.

Joaquín Giannuzzi falleció en Salta en el año 2004.
Hacemos constancia que este material nos ha sido cedido, gentilmente, por la publicación digital “Aromito” que dirige nuestro buen amigo José María Paolantonio. R.D.

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ES VERANO

Estoy en un valle del norte de mi país.
Naturalmente es verano y me circundan
verdes montañas apacibles.
Sentado en el pasto, semidesnudo al sol
animado por un aliento vegetal
observo que estoy a la misma distancia
de todos los puntos e instantes del horizonte circular.
Y nadie a mi lado para desmentir
que éste es el centro subjetivo de algo,
de algo más grande que nosotros.
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En: “Un arte callado”, Ediciones del Dock, 2008.

MAGNIFICAT

Ven a mí gloria del mundo
y ocupe tu música en mi corazón
el sitio que Dios ha abandonado.
No me dejes a solas
con mi balbuceo terrestre
soplando pequeñas palabras
a través de las cuerdas insípidas
que sólo cuentan conmigo para perdurar.
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DESDE LA VENTANA DEL BAR

Desde la ventana del bar
contemplaba la calle
hirviendo hasta el cuello de personas
casadas y solteras, automóviles, hojas secas, viento,
objetos sin número ni definición precisa.
Sentí la existencia en fermentación
cuando concebí entonces
una noción de Dios,
simplificada, ambiciosa, provisoria:
Dios era todo lo que veía,
un sistema, un principio absoluto de no vacío.
Y de pronto maldije:
oh, al demonio con este piojo
este Santo Tomás en zapatillas
bebiendo un líquido descafeinado y sin azúca
AQUÍ EL ERROR

La escarcha bajo el vidrio de la ventana
se acumula formando una especie de cordillera.
Sin saber por qué, estoy seguro
que no la esculpe el azar
sino la ley del viento invernal: otro secreto
de la naturaleza
cuyo único error es mi propia existencia.

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LA PAZ DEL TORTURADOR

El torturador está cenando
con su sagrada familia.
Todo parece andar bien en este pequeño mundo.
Él está satisfecho con su trabajo
tan gratificante
que con 220 voltios es capaz de hacer maravillas
como arrancar de raíz
el más recóndito secreto de Dios.
La esposa no tiene porqué saber nada
acerca de estos asuntos
que por otra parte no le servirían
para hacer una buena sopa.
Sus dos hijitos admiran a papá
por su generosa manera
de llenar el mundo a su alrededor.
Cuando llega de la calle
el perro mueve felizmente la cola
y a los dos les da lo mismo
cualquier sistema social.
UN ARTE CALLADO

Nuestros pies perfeccionan
el arte de entrelazar los dedos.
Unidas en la almohada
nuestras cabezas apuestan
a una boda perpetua.
Expatriados,
cerradas las puertas y las ventanas,
abrazados al desnudo oponemos
una ideología de lo callado
a la manera en que marcha el mundo
según la pantalla de la televisión.

Joaquín Giannuzzi

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