Periodismo por periodistas

55º aniversario del Diario La Ciudad.

La declaración de constitucionalidad de los últimos artículos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual por parte de la Corte Suprema de Justicia puso fin el año pasado a una disputa que parecía no tener fin. La sentencia fue inapelable: no es bueno para la sociedad que lo medios masivos de comunicación estén concentrados en unos pocos grupos económicos.

Saldada esa discusión, y ante tantos nuevos medios de comunicación, en todas sus variantes y soportes tecnológicos, quizás no esté de más recordar – especialmente a los más jóvenes – algunas nociones centrales que enseñan las buenas escuelas de periodismo.

El periodismo como función social está directamente vinculado con la articulación de todos los sectores de una comunidad. Con el fortalecimiento de sus instituciones democráticas, con la construcción de proyectos colectivos, con el ejercicio pleno del derecho a la información y la libertad de expresión, y con la transparencia de los asuntos públicos.

Tiene como premisas básicas aportar al bien común, a la resolución de conflictos, al intercambio de ideas y puntos de vista. En la búsqueda de noticias, el periodismo busca el diálogo, las razones, los motivos, las causas y consecuencias. Pregunta qué, dónde, cuándo, cómo, quiénes y por qué. Pero además se pregunta para qué. Si no, no es periodismo.

Es una elección del periodismo decidir hacer guardias en casas de famosos o recorrer escuelas y hospitales públicos. El periodismo elige todos los días las noticias a publicar, entre muchas otras noticias posibles. Decide a diario si la foto de tapa es la de la chica de moda o la que ganó las olimpíadas matemáticas.

El periodismo no está de manera natural ni obligatoria dentro de la industria del entretenimiento, aunque bien puede estarlo. No obstante, informar, educar y entretener, es el orden lógico de su función social.

En sociedades de «países emergentes», con niveles de fragmentación y rupturas profundas del tejido social, aún en sus vínculos primarios, es mucho lo que puede hacer el periodismo, aunque nada de eso sea una solución definitiva a problemáticas estructurales y muchos menos de un día para otro. Es la constancia a través de las décadas la que le permite al periodismo aportar su granito de arena de manera sistemática a la construcción de un mañana mejor.

El periodismo nunca es protagonista. Su misión esencial no es la de adjetivar, ni la de opinar – aunque pueda hacerlo, muchas veces es mejor consultar e informar la opinión de los especialistas entendidos en cada tema – y mucho menos la de juzgar o condenar.

Las noticias son noticias por su dimensión social, no por su impacto ni por su poder de venta. Las ramas de la comunicación que tienen como finalidad la comercialización de productos y servicios son la publicidad y el marketing, no el periodismo.

El trabajo del periodismo es observar con objetividad – si no hay objetividad, no hay periodismo – preguntar, indagar, investigar, analizar los hechos de manera rigurosa, para luego procesar y transmitir la información con capacidad de síntesis, con imparcialidad y equidistancia, con responsabilidad y compromiso social.

Por definición, el periodismo no es opositor, ni oficialista, lobbista ni militante. El periodismo tiene su propia razón de ser y utilidad, en su mirada crítica, constructiva y solidaria. Se sustenta en la vocación, en la formación profesional y en la conciencia social de los verdaderos periodistas.

Como contrapartida, de manera intencional o no, el periodismo – mucho más cuando está concentrado en pocos medios masivos – establece valoraciones en la sociedad. Impone valores, los reafirma, los cuestiona o los relativiza. De uno u otro modo, al hacer públicos los hechos, el periodismo «ejemplariza», para bien o para mal. Influye en la formación de la opinión pública, la condiciona, la induce.

Por último, el periodismo puede ser utilizado como factor de presión o como herramienta cuasi extorsiva de grandes corporaciones. Puede responder a intereses empresarios, de gobiernos o a ideologías. O simplemente puede ser ejercido como una actividad comercial, como un negocio sujeto a las reglas del mercado de la comunicación y a la rentabilidad de las empresas.

Todo eso y mucho más puede ser el periodismo. En suma, como en casi todos los órdenes de la vida, se trata de una cuestión de elecciones.

En este 55º aniversario de La Ciudad, vaya entonces nuestro más profundo agradecimiento a quienes posibilitan que podamos seguir haciendo el periodismo que elegimos y a todos los que nos siguen eligiendo.

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