Pablo Cabaleiro: «En este país triunfan los personajes»

De manera involuntaria se convirtió en el mago más popular del país.

Algunos personajes se vuelven tan populares que nos hacen olvidar por momentos a las personas que los encarnan. Por citar algunos ejemplos, quién no se ha reído de las picardías de «El Manosanta» (Alberto Olmedo); de la rusticidad del frustrado futbolista «Eber Ludueña» (Luis Rubio); de las elocuentes anécdotas de la anciana «Mamá Cora» (Antonio Gasalla) o de los modos exagerados y ridículos de «La Tota» como conductora de TV (Miguel del Sel).

A esa infinita lista de personajes se suma –con gran mérito- «El Mago sin dientes», una verdadera celebridad del espectáculo, en estos tiempos de realidad mediática.
«Más que en el mejor momento, diría que estoy en el momento de mayor exposición de mi carrera. Convengamos que el que se expone es un personaje, el cual creé de manera involuntaria», admite el mago Pablo Cabaleiro, sobre la impensada popularidad que alcanzó su figura como «El Mago sin dientes».

Pasaron cuatro años desde aquella pelea televisiva en la que el cantante bailantero Ricky Maravilla le propinó una piña que le partió un pedazo de una pieza dental. A partir de ese inesperado suceso –que invadió inmediatamente la televisión abierta y el cable y dio vueltas por el mundo-, a Cabaleiro lo empezaron a invitar de distintos programas de chimentos (Intrusos, Los profesionales, Infama, etc.), y cuando lo presentaban, decían: ahí viene el mago al que le bajaron un diente o este es el mago sin el diente. Y para cuando Pablo acudió al dentista para hacerse el arreglo, ya había sido bautizado como «El mago sin dientes».

«Al principio como que no entendía mucho lo que pasaba. Porque si bien he estudiado teatro y marketing, jamás me hubiese imaginado que iba a estar hoy en el lugar en el que me encuentro, habiendo llegado de esta manera. Tal vez no fue de la forma que hubiera querido. Yo hubiera preferido que fuera famoso el mago Pablo Cabaleiro, como profesional del arte de la magia. Pero hoy por hoy, lo que la gente consume en nuestro país no es precisamente el arte. Y no se le da la difusión en los medios de comunicación al arte o a lo cultural», afirmó con sinceridad el artista que, viendo las repercusiones de aquel hecho mediático, se propuso potenciar su imagen.

Lejos de tomar su nuevo apodo como algo ofensivo, Pablo sintió que había llegado su momento y decidió redondear un personaje. «Con el tiempo –me di cuenta que ese personaje torpe y bizarro, empezaba a ser querible por la gente y pasaba a ser como un Figuretti, como un metido, como si fuera Droopy. Porque empezó a estar en todos lados. Desde un acto político, un partido de fútbol, un evento deportivo, un evento artístico, el lanzamiento de una campaña para una empresa o un desfile de modas.

Donde menos te lo imagines, vas a ver al Mago sin dientes», exclamó entre risas.
«Lamentablemente, si le pedís a alguien en la calle que te nombre un mago, te va a nombrar al mago sin dientes y no a Pablo Cabaleiro. Porque la gente consume al personaje ridículo, el que se tropieza, el que se cae, al que le sale mal un truco o al que es gracioso, como si fuera un Mister Bean nacional. El tonto, el que divierte, el que se despeina…», agregó Cabaleiro, de 30 años, que este verano cumplirá su décima temporada veraniega en la Ciudad Feliz.

Mientras las cargadas empezaban a estar a la orden del día -Que las orejas grandes, que Dios le da pan al que no tiene dientes, que Cabaleiro puso una cadena de panaderías y bla, bla, bla- Pablo Cabaleiro (el tipo serio, inteligente y profesional) continuaba explotando la popularidad de su personaje, el prestidigitador desdentado.

«Cuando me metí en el bunker del PRO, mi presencia fue la nota de color de la jornada. Una vez que ganó la selección argentina, me fui al Obelisco, con una oreja pintada de celeste y la otra de blanco y al otro día había un cuarto de página en Clarín, otro tanto en La Nación y media página en Crónica», recordó quien dice tener una «cara difícil de encontrar y olvidar».

«O cuando voy a la tribuna de ShowMatch», prosiguió. «Al que gastan es al mago sin dientes. Porque muestra un cartel al revés (puesto adrede) y esa pavada logra de parte del conductor, Marcelo Tinelli, una humorada que le suma al programa, y me suma a mí como personaje. Muchos creen que se ríen de mí. Pero en realidad, el que se presta a la gastada es el personaje», afirmó Pablo.

Manos mágicas
Más allá de haber sacado este conejo de la galera –es decir, de haberse hecho muy famoso a partir del personaje del mago sin dientes- Pablo Cabaleiro no se olvida de sus comienzos artísticos en el fantástico mundo de la magia.

«El diario La Ciudad fue uno de los primeros medios que me apoyó en mis inicios. Cuando estaba en la secundaria en el colegio San Martín. Yo iba a la redacción para publicar mis gacetillas y el diario fue ese medio local que uno necesita como para empezar. Siempre me dieron publicidad y promoción cuando hacía los eventos en el Teatro Roma. Jamás me voy a olvidar de mis orígenes».

Su primera «ilusión» la tuvo a los 8 años, cuando su abuela le regaló un juego de magia. Desde ahí, comenzó a estudiar y a perfeccionarse en distintos seminarios y congresos a los que asistió en distintas partes del mundo. También hizo espectáculos en el Alto Avellaneda y en el Auditorio Fauré; y representó a Avellaneda, siendo ganador en los Torneos Juveniles Bonaerenses.

Cómodo en su ciudad, sigue viviendo en Avellaneda donde tiene su escuela de Magia en la calle Maipú 80, frente a la bajada del puente Pueyrredón. Allí, además de trucos, asesora a sus alumnos en todo lo que es puesta en escena, desenvoltura artística y técnicas para atraer la atención del público.

«Trato de dividirme entre todo lo que hago, aunque me apoyo en mi equipo de trabajo que me ayuda en la parte artística como en la académica», reconoció Cabaleiro, hincha del Racing Club.

Con respecto a sus shows, Pablo comentó que se divierte mucho «porque no hay nada más maravilloso en la vida que vivir de lo que te gusta. Para mí esto no es trabajar. Disfruto cada vez que subo a un escenario. Y cada minuto de mi show». (Sus presentaciones son de aproximadamente 45 minutos, entre los cuales dedica unos 20 minutos de magia – trucos de mentalismo, cartas, sogas, pañuelos, aros, apariciones y transformaciones- y el resto de humor e improvisaciones con el mago sin dientes).

Su truco preferido es una prueba de escapismo en 20 segundos, en el que lo atan con 20 metros de soga y un par de esposas, emulando al gran escapista Harry Houdini. «Y como el mago sin dientes tengo un juego de discos que cambian de color en el aire, mientras canto, pésimamente» (risas).

A días de firmar un jugoso contrato con una empresa internacional que lo eligió para ser la cara visible de una gran campaña publicitaria y mientras ultima los detalles de lo que será su gran temporada en Mar del Plata, el mago Pablo Cabaleiro disfruta de este momento de gloria. «En este país triunfan más los personajes que los propios actores o realizadores», finalizó.

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