Otro sismo sacudió Japón al cumplirse un mes del devastador terremoto

Una nueva réplica de 7.1 grados en la escala Richter, que en Tokio alcanzó los 3,8, sacudió ayer la región de Fukushima al cumplirse un mes del devastador terremoto y el tsunami que destruyeron la costa nororiental y oriente de Japón. El domingo, Timerman se reunió con los residentes argentinos y expresó su solidaridad con el pueblo japonés.

El sismo, que según medios locales causó la muerte de una persona y 10 heridos en las ciudades de Iwaki y Sukagawa y dejó más de 200.000 casas sin luz, se sintió también en Tokio cerca de las 17.30 (5.30 de Argentina) con una intensidad suficiente como para hacer vibrar casas, postes de luz y carteles de la vía pública.

El canciller Héctor Timerman, que a esa hora se aprestaba a tomar un avión rumbo a México en el aeropuerto de Narita, también sintió con nitidez el movimiento, según contó a través de su cuenta de Twitter.

Timerman llegó el sábado a Japón y durante su estadía se reunió con compatriotas residentes en ese país y con autoridades locales, entre ellas su colega Takeaki Matsumoto, a quien expresó hoy la solidaridad del gobierno y pueblo argentinos por las consecuencias del devastador terremoto del 11 de marzo pasado.

Poco antes de la fuerte réplica el portavoz del gobierno, Yukio Edano, había anunciado la ampliación de 20 a 50 kilómetros del radio de seguridad en torno a la dañada central Fukushima I, por lo que evacuarán a otras regiones a pobladores de Iitate, Katsurao y Namie.

Edano explicó que para tomar esa decisión el gobierno tuvo en cuenta “la influencia que los materiales radiactivos tendrían en la salud de quienes viviesen en esa zona entre seis meses y un año”.

La medida llevará a movilizar a los pobladores de zonas donde la radiación supere los 20 milisievert por año -límite fijado antes en 50-, aunque el riesgo de que se produzcan nuevas fugas radiactivas disminuyó, según afirmó Edano.

Hasta ahora, la cifra oficial de damnificados por la catástrofe es de 13.127 muertos y 14.348 personas desaparecidas, mientras otras 145.000 siguen alojadas en centros de emergencia.

Luego de la réplica de esta tarde en las calles de Tokio la vida siguió normalmente, con gente volviendo de sus trabajos y casi indiferente ante la vibración y el movimiento.

El nuevo temblor tuvo su epicentro en la provincia de Fukushima, donde está la averiada central nuclear, pero según los operadores de la empresa Tepco “no se registraron nuevos daños”.

Los noticieros de TV mostraron imágenes del momento en que ocurría el temblor y de la gente, que con mucho orden salía de los edificios y oficinas.

“Una evacuación en Japón se hace ordenadamente y en fila india y no atropellándose unos con otros”, dijo a Télam Roberto Tsuru, un argentino descendiente de japoneses que reside en este país desde hace más de ocho años.

A raíz del sismo la refrigeración de los reactores 1, 2 y 3 de la planta -que tiene seis- quedó interrumpido por unos 50 minutos. Si bien fue reestablecida la provisión de energía externa, se verán retrasadas las tareas para evitar fugas radiactivas -como inyectar nitrógeno para prevenir explosiones de hidrógeno- y el bombeo de agua contaminada desde los reactores.

En los bares y restaurantes la gente seguía por televisión las informaciones que llegaban desde Fukushima, en las que se aseguraba que el temblor no había causado víctimas ni agravado la situación de esa central nuclear, ubicada 240 kilómetros al norte de Tokio.

Los temblores son anunciados por televisión con una anticipación de 30 segundos y los conductores de TV que los realizan lo hacen con un casco blanco puesto, que es una de las normas de seguridad a las que están habituados los japoneses.

“El tiempo sólo alcanza para ponerse a salvo en un lugar abierto o esconderse debajo de una mesa”, relató un testigo consultado por Télam.

Las réplicas del gran terremoto del 11 de marzo ya suman cerca de 500 y coinciden con una de las festividades más populares del país, el Sakura, con el que los japoneses agradecen la llegada de la primavera y el florecer de los cerezos, que por miles adornan las calles y paseos públicos.

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