Ojo con las torres…

Escribe Antonio J. González

No hablo de ajedrez sino de sensatez urbanística. En otras palabras, debemos preguntarnos que pasaría si en nuestra ciudad comienzan a cambiarse las casas bajas o de mediana altura por un complejo habitacional que toca el cielo. Nuestro territorio se caracteriza, como otros de la región, por tener sus barrios la presencia dominante de casas, chalets y casonas de baja o mediana altura –dos o tres pisos a lo sumo- lo que les otorga el privilegio de tener más horas de sol, pocas de sombras, el aire se desplaza con comodidad de vereda a vereda y las redes de servicios domiciliarios funcionan con una adecuada regularidad. Y como es sabido, todo eso es salud.

¿Se imagina si este panorama cambiara de pronto y el boom del negocio inmobiliario modifica de raíz esa idiosincrasia barrial? No estoy abriendo el paraguas antes que llueva, me adelanto a aclarar, porque el refrán indica que “cuando veas afeitar a tu vecino, comienza a poner tu barba en remojo”. Las noticias que hoy llegan de algunas zonas urbanas, de la ciudad de Buenos Aires hablan de alarma popular por la indiscriminada construcción de aquellas torres que, en algún momento, fueron novedad y solución habitacional en las ciudades densamente pobladas como en el caso de Avellaneda.

Este tema, junto con la construcción de industrias o empresas contaminantes, seguramente son los que tendrán prioridad en el Código de Edificación que el municipio dispuso, con buen criterio, actualizar. El que se encuentra vigente lleva muchos años y la realidad urbana de la ciudad ha cambiado, para bien o para mal, en más de un aspecto. Por eso, esperamos que en el nuevo Código se extremen las previsiones en función de la clase de ciudad que pretendemos –todos los sectores dinámicos del municipio- preocupados por el barrio. Sabemos que fue cambiando al ritmo de los nuevos hábitos de vivienda, la disposición de servicios y comercios, además del afincamiento de una conciencia ambiental nada despreciable a la hora de construir nuevas viviendas. Los ediles que deban definir el tema –podemos suponer- se encuentran analizando estas cuestiones porque se ha lanzado el proyecto oficial de trabajar en el nuevo Código. Para ello se advierte que es necesario un amplio acuerdo, más allá de las diferencias políticas y sectoriales, para que el futuro no nos encuentre desprotegidos e inermes. Las autoridades locales han manifestado que existe la intención de abrir la discusión, escuchar las voces de los vecinos, aceptar propuestas, lo que es ya un buen augurio.

Sin embargo, el tema de la construcción de torres habitacionales, es tabú para pensar la ciudad futura, definir las limitaciones y las condiciones que el municipio impondrá para cada obra en particular. Creemos que debería contener razonables prevenciones a la hora de aprobar los proyectos de levantar altos edificios, porque pensamos que no todo el terreno es apto para hacerlo. Pero también no caer en el oportunismo de quienes persiguen solamente fines especulativos con el negocio inmobiliario, sin pensar en las consecuencias para el mismo vecindario, el entorno de aquellas casas bajas o de mediana altura, la provisión de las redes de servicios domiciliarios, y el daño ambiental que significa su construcción en cualquier zona de la ciudad.

Mucho tendrán que decir los vecinos, las sociedades de fomento, las entidades barriales, los profesionales de la construcción, y todo aquel interesado en dar su opinión, fijar sus aspiraciones y proponer sus ideas. Ahora es el momento, porque en el Concejo Deliberante –lugar donde debe definirse el tema- habrá sumo interés en escucharlos. Ya han expresado que se pueden elevar al Concejo las opiniones sobre este tema.

Y así debe ser, para que el Código que se avecina no sea solamente la decisión política de las fuerzas representadas en sus bancas, sino también una ordenanza avalada por consultas populares que den sustento a la nueva legislación. Es parte de la democracia participativa que parece alumbrar en el horizonte.

ajgpaloma@hotmail.com

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