«¡No teman, soy Yo!»

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia en sus reflexiones radiales se refirió al Evangelio según San Lucas 21, 5-19 (ciclo C).

¡Qué claridad!, ¡qué visión!, ¡qué profundidad!, ¡y qué cierto es esto! El Reino ya está en medio de nosotros. Cristo ha inaugurado el Reino pero que todavía no está cumplido, todavía nosotros lo tenemos que trabajar.

A veces hay seducciones: facilismo, anestesia, porque se nos quiere anestesiar o con lo económico o con tantas otras cosas que quieren adormecer o desviar nuestra atención; ¡no los sigan! Jesús dice “soy Yo y el tiempo está cerca”. Pero en este mientras tanto vamos a tener problemas, dificultades, seguirán las persecuciones, las incomprensiones y tantas otras cosas que ya está sucediendo.

Pero el Señor viene a reunirnos a todos los hombres. Veamos: Israel se quedó en un particularismo y no supo ver la misión total de Jesucristo y Jesús viene para todos, viene a reunirnos a todos, a todos los hombres, a todos los pueblos y naciones.

Es importante volver a escuchar a Jesús en ese “¡Soy Yo!”; es Jesucristo. El es la causa, es el principio, es la fuente de nuestra vida y de nuestra fe.

Ante ese sufrimiento y persecución, tenemos que seguir como discípulos dando testimonio. Y la Iglesia es el lugar donde Cristo obra, donde Cristo actúa. Y la Iglesia tendrá que seguir con los mismos sentimientos de Cristo, superando también la tentación de creer que ya se llegó, o de creer también de una forma particular, olvidándose de aquello que es Cristo, es el Señor que ha venido para todos, que es de u n carácter universal.

Ahora bien: sabemos que el Reino viene, lo recibimos, pero también tenemos que responder; ante un don y un amor gratuito de Dios, tenemos que responder a ese amor y a esa salvación que Cristo nos trae.

De alguna manera, la historia de la salvación se desarrolla ante dos fidelidades: la fidelidad de Dios y también el consentimiento de nuestra fidelidad. Hay personas que lo van a entender y lo van a vivir; y hay otras personas que se van a cansar o se van a desanimar. Lo que verdaderamente constituye el camino de un creyente es la constancia y la perseverancia porque Dios siempre estará a nuestro lado, si es que nosotros estamos al lado de Él.

Vamos a pedirle, en este tiempo tan especial, que frente a todos los problemas que existen por doquier, en lo personal, en lo familiar, en lo social, en lo del país, en lo mundial, con tantas aberraciones y dificultades, ¡nunca perder la confianza en el Señor! Perseverar y tener constancia; pero perseverar en el bien y recordando que el Señor nos dice: «¡No teman, soy Yo, el tiempo está cerca!».

Nuestra respuesta es fundamental para que también nosotros podamos, al amor gratuito de Dios, responderle libremente y con gratuidad a todo lo que El nos propone y todo lo que nosotros queremos vivir de El.

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