Narciso Segato, conversador y generoso

Escribe Antonio J. González.

Violinista y pintor. Verborrágico y generoso. Trabajador empedernido, incansable, de una manera que había convertido esos atributos en una herramienta para construir, avanzar y solucionar problemas. Era dueño de una afabilidad y un recato que maravillaba. Narciso Segato se incorporó en 1955 a la Comisión Directiva de la Asociación Gente de Arte en el cargo de protesorero. Lo rodeábamos un grupo de veinteañeros: José Pérez Sanín, Miguel Angel Angeletti, José B. San Martín, Antonio Requeni, y el autor de esta nota. Claro que teníamos junto a nosotros a maduros y destacados artistas: Pedro Otero, José Luis Menghi, Carlos Sitoula, Gioconda de Zábatta, entre otros pioneros de la institución. Narciso Segato estaba allí, con humildad y tesón, fogoneando los conciertos que se organizaban esos años.

En 1955 decidimos construir un entrepiso en la vieja casona de Belgrano y Lavalle. Ampliaríamos así el espacio de nuestros talleres que para ese entonces se habían desarrollado. Segato, con ese entusiasmo juvenil y solidario, incorporó a la entidad a un amigo suyo, pintor y también un hombre con gran espíritu de trabajo: Nicanor Goicoechea. Ambos tomaron el compromiso de esa tarea, junto a los jóvenes. Goicoechea era comerciante y ayudaba con su pragmatismo a resolver esa obra.

Pero la prueba de fuego vendría el 7 de junio de 1967, cuando Segato en su calidad ya de presidente de la entidad –asumido un año antes- junto a la Secretaria, Gioconda de Zábatta, firmaron en la Escribanía Mayor del Gobierno Nacional, la escritura del terreno donde ahora se levanta su sede sobre la calle Alsina. Fue la culminación de una ardua y trabajosa tarea para destrabar todas las circunstancias administrativas y legales que entorpecían este final de la historia. Recién entonces la Ley 15.011 de cesión del terreno por la Legislatura Nacional comenzaba a tener su concreción. “Es de reconocer –dice Juan S. Cavo en su libro sobre la historia de la entidad- la férrea voluntad puesta de manifiesto por don Narciso Segato, quien realizó ingentes esfuerzos conducentes a concretar en realidades tangibles esa aspiración”.

Dos años después se produce el desalojo de Gente de Arte de la tradicional sede de la esquina de Belgrano y Lavalle que se mantenía en alquiler. Pero ya entonces había planes de construir la casa propia y para ello –otra vez la amable y consecuente gestión de Segato- consigue de la Municipalidad y el Ferrocarril unas casillas de madera que serían la base operativa institucional hasta tanto se comenzaran las obras de la nueva sede. En 1970 se coloca la piedra fundamental, pero ya Segato había cedido la presidencia al Dr. Dante Tortonese, autor de la ley que originó aquella cesión oficial. Ese paso al costado, sería también un nuevo acto de humildad de este hombre conversador, afable y grande con quien tuvimos el placer de compartir el trabajo y la responsabilidad de esos años para la institución.

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