Murió Nancy Reagan

Nancy Reagan, una de las primeras damas más influyentes de Estados Unidos y un símbolo junto a su esposo, Ronald Reagan, de la época de oro del conservadurismo en ese país, falleció este domingo a los 94 años en su casa de Los Ángeles por una deficiencia cardíaca, según informó la Fundación Reagan.

Nacida en la ciudad de Nueva York el 6 de julio de 1921 e hija de un vendedor de autos y una actriz, Nancy Reagan se mantuvo firme como una de las figuras conservadoras más respetadas de Estados Unidos hasta su último día.

Prueba de ello es que ni bien se conoció la noticia, los tres principales pre candidatos presidenciales republicanos la despidieron públicamente.

“Nancy Reagan, la mujer de un verdadero gran presidente, era una mujer increíble. Nos va a faltar!”, escribió en su cuenta de Twitter el empresario y favorito según los sondeos, Donald Trump.

El senador Ted Cruz, en tanto, escribió en la misma red social que “Nancy Reagan será recordada por su profunda pasión hacia este país y por el amor hacia su marido, Ronald”.

El también senador Marco Rubio compartió algunas de las palabras de admiración de sus rivales y calificó a la ex primera dama como “un verdadero ejemplo de integridad y elegancia”.

Como su marido, Nancy Reagan había sido una actriz antes de sumergirse en la arena política del país.

Se conocieron en Hollywood cuando Ronald Reagan ya se había divorciado de otra actriz y cuando Nancy aún se llamaba Anne Frances Robbins.

Cada año, en su aniversario de casados, recordó alguna vez Nancy en una entrevista, el ex presidente le enviaba flores a su suegra para agradecerle que le hubiese permitido a su hija vivir con él, un hombre divorciado.

Al margen de su inquebrantable matrimonio, Nancy Reagan será recordada por los estadounidenses por ser una de las asesores del círculo íntimo de su esposo, tanto durante sus dos mandatos como gobernador de California (1967-1975) como en sus ocho años como presidente de la nación, en la década de los 80.

Durante la Presidencia de su esposo, quien aún hoy es el máximo exponente del movimiento conservador en Estados Unidos, encabezó la pata social de la llamada guerra contra las drogas, que dejó como herencia al país la mayor población carcelaria per cápita del mundo.

Mientras su esposo lideraba una política de mano dura -que se tradujo a nivel nacional en una persecución policial y judicial contra las minorías más desfavorecidas y a nivel internacional en la militarización de la lucha contra el narcotráfico-, ella dirigió una campaña social masiva contra el consumo de drogas y alcohol recordada por su eslogan: “Sólo di no”.

Su carisma y su cintura política la acercaron tanto a dirigentes de Washington como a estrellas de Hollywood.

Supo mostrarse independiente -se realizó una mastectomía luego que le diagnosticaran cáncer de mama, una decisión poco común en 1988- y graciosa con los actores y artistas que solían visitarla en la Casa Blanca, pero también cumplió el rol de esposa de un dirigente conservador.

Los estadounidenses la recuerdan al lado de su esposo tras sufrir un intento de asesinato en 1981 o durante sus casi 10 años de lucha contra el Alzheimer, hasta su muerte en 2004.

El Alzheimer de su esposo la marcó profundamente, tanto que en los últimos años se animó por primera vez a contradecir públicamente a la cúpula conservadora de Estados Unidos al defender la investigación con células madre, como una herramienta para avanzar en una cura contra la enfermedad que tiñó los últimos tiempos de su marido.

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