Monseñor Rubén Frassia visitó la Alcaidía de Avellaneda

El pasado sábado 22, el Obispo de la diócesis de Avellaneda Lanús, Mons. Rubén Oscar Frassia junto al Equipo diocesano de Pastoral Penitenciaria, visitó la Alcaidía Departamental de Avellaneda -ubicada en Nicaragua y la Autopista Buenos Aires-La Plata, en la localidad de Sarandí- para llevar un mensaje de esperanza a los internos.

Luego de ser recibidos por el Dr. Juan Carlos Aponiuk (funcionario del Ministerio de Seguridad y Justicia de la provincia de Buenos Aires, coordinador de la Alcaidía), y por Santiago Nicolini (Jefe de Seguridad), en su reunión con los detenidos Mons. Frassia dijo: «que el acontecimiento de la Navidad también llegue a ustedes con fuerza en su vida y en su corazón, porque en Nochebuena nace Dios que se hace hombre para que nosotros, los hombres, podamos llegar a Dios. A ninguno de los que estamos acá se nos preguntó si queríamos nacer, por lo tanto la vida la hemos recibido y cuando uno recibe la vida, recibe un regalo del amor de Dios por medio del amor de nuestros padres. Entonces la primera palabra que tenemos que decir, estando en cualquier situación y en cualquier dificultad, es ¡gracias por haber recibido la vida! porque la vida es una gracia no una desgracia.»

Integraron también la comitiva diocesana Agustín Bandres (delegado diocesano de la pastoral penitenciaria), el P. Osvaldo Di Piero, el P. Mario Ghisaura, y las catequistas Nelly Kiyome Shinzato y María Angela Mitro.

Para el Dr. Aponiuk «esta visita de Mons. Frassia es muy especial porque se trata de una contención espiritual en estos tiempos de vísperas de Navidad y fin de año. Una contención espiritual que se les da a las personas alojadas en esta institución para que no se sientan solos, no se sientan mal y es también una oportunidad de conocer el Evangelio de Dios a través de las catequistas, los sacerdotes y del mismo Mons. Frassia. Si bien están pasando por un momento difícil, esto se hace mucho más liviano gracias a la visita de ustedes y al acompañamiento del Espíritu Santo, que es muy importante.»

A la Alcaidía de Avellaneda son trasladados los detenidos de las diversas comisarías locales. Es una iniciativa que tiene como objetivo a cerrar los calabozos de las comisarías, para que una mayor cantidad de policías se sumen a las tareas de patrullaje y prevención.

Al hacer un balance de su visita, el Obispo destacó que «en este lugar, la Alcaidía, los internos están muy bien tratados por el personal y si bien no deja de ser doloroso -porque están con una situación procesal por algún delito cometido- están demorados en su libertad. Son jóvenes y eso es doloroso pero no obstante ese dolor, como Iglesia quise estar presente y vine con el Equipo de Pastoral Penitenciaria para darles una esperanza y traerles una bendición.» Luego, al comentar la predisposición de los internos a recibir esta visita, Mons. Frassia destacó que «en todo momento hubo  buena disposición porque todo esto de la visita moviliza y por más que quieran disimular ciertamente estaban muy predispuestos a recibirnos. Varios de ellos, en distintos pabellones, agradecieron que uno haya venido, agradecieron las palabras y la bendición.»

En un momento del encuentro con los internos, el coordinador de la Alcaidía subrayó: «soy consciente de la importancia de esta visita y desde ya les digo que todo esto nos hace mucho bien y estamos muy contentos con el trabajo que hacen acá los catequistas constantemente, visitándolos, dándoles contención. Sepan que tienen las puertas abiertas para cuando lo necesiten.»

Finalmente al referirse a la esperanza de este tiempo, el pastor de Avellaneda Lanús aseguró «si nace Dios y viene a nosotros, vuelve a darnos la esperanza. Una esperanza donde podamos mejorar la vida, salir de esta dificultad y decir «yo puedo encausar mi vida». Todos nosotros tenemos dificultades pero debemos ser inteligentes y no repetir el error anterior. Esto es tomar conciencia y responsabilidad. Una «buena yunta», cultura del trabajo, esfuerzo, sacrificio y nunca perder la esperanza. Hoy y siempre Dios viene para todos no para algunos, sólo que debemos saber qué lugar le damos en el pesebre de nuestro corazón. Dios nos conoce por dentro, sabe lo que pensamos, sabe cómo somos, sabe lo bueno y lo malo, pero siempre Dios quiere estar con nosotros. Ayúdense y déjenlo nacer en su corazón. No se sientan solos porque si Dios está no estamos solos. Que este tiempo de ustedes sirva para reflexionar y sacar conclusiones»

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