Mensaje de Navidad del Obispo diocesano Monseñor Rubén Frassia

“Un niño nos ha sido dado, Jesús el salvador del mundo”, se titula el texto difundido por el máximo Pastor de Avellaneda y Lanús, en vísperas de la tradicional festividad católica que se celebrará el domingo próximo.

“Un niño nos ha sido dado, Jesús el salvador del mundo”, se titula el texto difundido por el máximo Pastor de Avellaneda y Lanús, en vísperas de la tradicional festividad católica que se celebrará el domingo próximo.

 

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda-Lanús, Monseñor Rubén Frassia expresó su mensaje de Navidad, en las vísperas de la tradicional celebración católica que se celebrará el próximo domingo. El texto se titula “Un niño nos ha sido dado, Jesús el salvador del mundo”” y expresa lo siguiente:
“Celebramos el acontecimiento más extraordinario y original de toda la historia humana. Dios se hace cercano y nos habla por medio de su propia Palabra, la de su Hijo. El Verbo se hace carne en el seno virginal de María, para que ella nos dé al verdadero Dios y verdadero hombre. Esta realidad, la más grande, se convierte en misterio. Este misterio revelado y hecho presente, nos pide ser recibido, admirado, contemplado y adorado. Se repite hoy lo mismo. No encuentran lugar y Él nace en un establo. Que contradicción, que contraste, que hermosa paradoja. Los simples, los humildes, los que tienen fe, lo reciben y le agradecen.

 
Nuestra sociedad, hoy aturdida, agobiada y atomizada por tantas distracciones superficiales e inútiles, lo atropella, lo sofoca y le indican que “no hay lugar para Él”. En cambio, Él nos trae su ternura, su bondad, su luz, su amor.

 
El ser humano, en todos sus niveles y realidades, necesita lo profundo, lo verdadero y lo real. Hay resistencia, su corazón duro y encallecido por el pecado, la derrota, la indiferencia, el individualismo, el fracaso, la oscuridad, no le permiten vivir lo hermoso y nuevo de su lenguaje. Su llegada nos debe hacer entender que Él es necesario para el mundo y es decisivo para la libertad de todo hombre.

 
Su amor, nos incluye y nos compromete a vivir, pensar y obrar de otra manera. Aquello que era imposible, hoy se hace posible con su presencia amorosa y luminosa. Si, la luz. Si, el amor. Todo se puede rehacer, todo se puede recomenzar. Este Niño es Dios y viene enviado por el Padre, en el Espíritu Él está presente y si somos atentos lo podemos encontrar.

 
Nos podemos preguntar, ¿Cómo hablar de Dios en este tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio Hoy? La primera respuesta es que nosotros podemos hablar de Dios porque Él ha hablado con nosotros. Por esta razón lo fundamental es escuchar. Él se interesa por nosotros, nos ama, ha entrado personalmente en la realidad de nuestra historia y se nos comunica por medio de su encarnación. Misterio inefable, tremendo y hermoso. Viene a liberarnos del pecado y hacernos hijos de Dios (Rom 8,14) Jesús ha venido para salvarnos y mostrarnos la vida buena del Evangelio.
Dios no es una abstracción, es un Dios concreto, es un Dios que existe, ha entrado en la historia, es más, ha dado consistencia a la historia de los hombres y está presente en la historia. Su presencia exige una familiaridad con Jesús y el Evangelio, supone un personal y real conocimiento de Dios y una fuerte pasión por su proyecto de salvación. Su encarnación nos toca, nos involucra y nos lleva a un verdadero encuentro con Cristo llevándonos a una verdadera orientación de la vida, para hacer entender a todos de su necesidad.
Necesitamos expresar, si nos damos cuenta: de que por medio de la humildad, dar espacio a la alegría, a ser simples y no tener miedo, estos miedos nos instalan en la sinuosa mediocridad.
Cristo Niño nos trae hoy la salvación. La alegría, la ternura y la esperanza de su amor. Para cada uno de nosotros, para nuestras familias, para la Sociedad, que sigue necesitando de una verdadera conversión personal, institucional, política y eclesial para edificar la Comunidad Humana en la verdad, la justicia y el amor. Seguimos aspirando a ser una Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el Bien Común.
Queridos sacerdotes, diáconos, diáconos permanentes, seminaristas, religiosas y religiosos, consagrados, estimados fieles, vecinos de Avellaneda-Lanús, y toda persona de buena voluntad que podamos celebrar con espíritu de fe y con sereno gozo el nacimiento de Jesús. Que sepamos recuperar el sentido de aquello que HOY celebramos.
¡Feliz Nochebuena! ¡Feliz Navidad! Les dejo mi bendición de padre y pastor”.

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