Ludmila Fernández López, la investigadora de la Universidad de Quilmes que rompió un récord en “Los 8 escalones”
Pagó 2 millones de pesos por la llave para competir por un departamento, la cifra más alta hasta el momento, y acumuló 13 millones. Su paso por el programa y por la universidad pública.
Ludmila Fernández López es graduada de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes, doctoranda en Ciencias Sociales y Humanas en esta casa de estudios y becada por el Conicet. Recientemente, su figura se hizo pública al ganar 13 millones de pesos en el programa “Los 8 escalones”, conducido por Guido Kaczka, y pagar la mayor suma de dinero vista hasta el momento por una llave para participar en la competencia por un departamento.
“La experiencia fue increíble y fuera de toda rutina. Para alguien como yo, becaria de sociales que estaba todo el día en casa leyendo PDFs y escribiendo textos, fue una locura estar en la televisión. No podría haber hecho nada sin el apoyo de mi novio que me ayudó a estudiar todas las noches. Fue una semana cansadora pero divertida”, cuenta Fernández López a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
La también docente de la Universidad Nacional de La Plata acumuló a lo largo de varios programas 13 millones de pesos y se posicionó entre los y las mejores jugadoras que pisaron el estudio de Los 8 escalones. Si pasaba esta marca, sería la participante con mayor dinero acumulado; sin embargo, no llegó. Pero el récord que sí rompió fue que pagó 2 millones de pesos, la cifra más alta hasta el momento, por adquirir la llave para participar en la competencia por un departamento amueblado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sin pagar expensas por un año.
Las emociones a flor de piel
“Mi objetivo era ganar el primer programa, lo veía posible. De todas maneras tenía muchos miedos, como perder en el último escalón cuando ya estás a un paso o la exposición. No sabía qué iba a pasar siendo becaria del Conicet, si en la televisión lo iban a decir, si Twitter se iba a llenar de haters y me iban a correr por algún lado. Traté de ir y concentrarme en la competencia sin pensar en la cámara”, detalla.
López explica que, durante su paso por el programa, tuvo que hacer frente a comentarios positivos y negativos. “Por ejemplo, leía críticas en redes de gente que preguntaba por qué no dejaban lugar a otras personas para competir. Lo cierto es que cuando vos firmás el contrato, te avisan que tenés que volver al día siguiente en caso de ganar”.
Y se abre ante la Agencia: “Ahora no me siento bien aunque creo que, al pasar los días, voy a poder valorar distinto y entender que gané un montón. La realidad es que siento que estuve muy cerca de ganar todo, de romper el récord de los 16 millones de pesos y de poder adquirir el departamento”.
Y continúa: “Este último es un premio salido de escala. Hoy en día, con la crisis habitacional que hay y con lo que una inquilina tiene que lidiar para vivir en capital, la verdad es que me obnubiló la idea de ganar un departamento. La Ciudad es un lugar muy expulsivo, sobre todo para quienes no somos de acá. Me parecía salido de toda escala, iba a dejar de ser una anécdota para ser algo que me cambiara la vida para siempre, sin exagerar. Pero así son los juegos”.
Jugadora en el programa y en la universidad
Fernández López realiza el doctorado en Ciencias Sociales y Humanas en la UNQ con una beca del Conicet y se especializa en estudios de género, puntualmente, indaga los límites que existen para el género femenino y el masculino en el deporte.
“En las competencias olímpicas se establecen límites a la categoría femenina. Dicho burdamente, no es que tenés pelo largo y competís con mujeres o tenés el pelo corto y vas con los varones. Lo que sucede es que hasta un punto se considera que sos admisible como mujer y hasta un punto tenés que ir a competir con los hombres o irte a tu casa”, explica la doctoranda.
Y amplía: “Estas políticas existen desde los años 30 e, incluso, antes eran mucho más burdas. Se hacían exámenes genitales a las personas para ver si realmente eran mujeres; en cambio, hoy en día hay un margen de respeto por los derechos humanos y se hace un estudio de sangre para ver el nivel de testosterona. Lo que me interesa explorar, como comunicadora social, son los imaginarios que se construyen en torno a la feminidad y a la masculinidad, por ejemplo, qué se espera de una mujer deportista y de un varón deportista o qué resulta sospechoso para señalar que una mujer deportista no es una mujer”.
La violencia de género en el deporte
Según explica a la Agencia, el problema radica en que el imaginario de la feminidad del cual se nutren las políticas de género en el deporte se basan en la mujer normativa occidental blanca.
“Los parámetros de testosterona que, aparentemente, no presentan ventajas injustas sobre otros pares, en realidad dejan por fuera a las mujeres del África subsahariana. A ellas siempre les da la testosterona por encima de la media, pero ¿cómo se traza esa media? ¿A partir de qué mujeres se elaboran esos parámetros? ¿Cómo empieza la sospecha? El pedido del análisis para competir inicia con una denuncia que puede provenir de una autoridad, del rival, de alguien del equipo técnico. Entonces, la sospecha surge porque alguien no encaja en el estereotipo”, profundiza la investigadora.
Como cierre de la entrevista, Fernández López manifestó el papel de la universidad pública en su paso por el programa y en su vida en general: “Además de los lazos personales y de que fue un trabajo en equipo, yo no hubiera ganado nada si no fuera por la universidad pública así como gracias a ella tengo la beca de la que vivo. No existiría como existo sin la universidad pública y la defiendo a muerte”.
Por Luciana Mazzini Puga