Luciano Ventricelli: “En vez de sangre, en las venas tengo nafta”

El piloto de Wilde pelea por el ascenso al Turismo Carretera.

Fierrero desde siempre, este joven de Wilde puso primera desde muy chico, incursionando en el mundo del karting. La adrenalina al volante mutó sutilmente en la adolescencia cuando se volcó al motociclismo, donde logró sus primeros triunfos y comenzó a comprender la importancia del profesionalismo. Después vendría la experiencia en distintas categorías del automovilismo local como la Fórmula 2000, la Fórmula Tico, la Fórmula Honda y el Top Race. En 2005 pegó su primer gran salto, ingresando en el ámbito del TC. Hoy, más maduro y afianzado en el TC Pista, Luciano Ventricelli siente que ésta es su oportunidad para alcanzar la gloria.

“La realidad es que mi oficio es mecánico. Lo mamé desde chico porque mi viejo siempre fue mecánico, acá en Wilde. Pero a los 15 años me abrí de él y me puse un taller solo. Trabajé hasta los 20 y cuando más o menos me había acomodado económicamente empecé a correr en moto. Corrí varios años hasta que pude triunfar varias veces. La verdad es que anduve bastante bien y tuve resultados importantes”, recordó Ventricelli, en una charla distendida con La Ciudad, llevada a cabo en la oficina del primer piso de su agencia de autos Vip Motors, ubicada en la Avenida Mitre al 4600.

Los éxitos cosechados en motocross fueron insuficientes para el piloto, porque no veía un futuro promisorio de la actividad en nuestro país y por eso rápidamente fue en busca de otros horizontes. “Por entonces tenía un amigo (Javier Jack) que corría en la Fórmula 2. Un día fui a ver una carrera y me entusiasmé. Y allá fui y me compré una “cafetera” vieja que tenía otro muchacho amigo de acá de la zona, y debuté en Estancia Chica. De no haberme subido nunca a nada, al principio se complicó un poco. Además teníamos un presupuesto corto (en realidad corría en una categoría acorde a mi situación). Nosotros nos hacíamos el motor, el chasis… Nos hacíamos todo en nuestro taller. Inclusive por ahí nos ayudaba mi viejo. Hasta que lo conocí a “el Mosquito” Guillermo Pianca -un gran amigo- y él me empezó a dar una mano, porque ya estaba corriendo en categorías nacionales, y había salido varias veces campeón y se había dedicado a ser preparador”, dijo Luciano, de 30 años, quien en 2005 se inició en TC Pista B, pasando luego por el TC Pista Mouras y el TC Mouras, para luego desempeñar desde el 2009 una destacada actuación en la categoría TC Pista – División Turismo Carretera.

Para el piloto que corre con el Ford Falcon Nro. 16, el camino recorrido hasta aquí no fue nada fácil y requirió de un gran sacrificio suyo y de su equipo. “Nos fuimos golpeando contra una pared y contra otra, hasta que le fuimos agarrando la mano, y fuimos siendo competitivos de a poco. Porque ser competitivos en esta categoría cuesta mucha plata y es muy difícil. Así que en los inicios, entre que no teníamos presupuesto y que no estábamos muy “bichos” con estos autos y con estos motores, nos golpeamos un poquito, pero siempre hicimos buenos papeles, porque de entrada siempre anduve por la mitad”, reconoció el piloto y empresario, que también tiene un negocio de venta de Camiones (Vip Trucks).

“Después nos fuimos puliendo, y peleamos el campeonato en el 2008 del Mouras, cuando salió campeón Mauro Giallombardo, uno de mis mejores amigos”, prosiguió Ventricelli. “Entonces, ahí decidimos hacer un chasis de Alejandro Garófalo, siempre con nuestro mantenimiento y con los motores de “el Mosquito” Pianca. Desde ahí quisimos hacer las cosas bien. Mejoramos el presupuesto (entre otras cosas también empezaron a aparecer sponsors), y pegamos un salto grande. El año pasado debutamos con ese auto, y ya en la primer carrera veníamos ganando aunque después pinchamos una rueda. Y este año estuvimos ahí entre los 5, siempre con equipo propio, con motores y chasis nuestros, solo con el asesoramiento del Ingeniero Raffa”.

Lo mejor está por venir
El próximo fin de semana en el Autódromo Hermanos Emiliozzi de la ciudad de Olavarría se disputará la 12º fecha del campeonato de TC Pista, dando comienzo a la Copa de Oro Río Uruguay Seguros. Luciano Ventricelli clasificó en la novena posición siendo uno de los 12 pilotos que disputarán el playoff.

Ventricelli está muy conforme con lo hecho hasta este momento –en junio ganó su primera carrera en el circuito de Posadas y terminó en varias carreras en el pelotón de adelante- y aunque reconoce que será una etapa difícil, mantiene vivas las esperanzas de lograr algo grande.

“Lo bueno se viene ahora. Estas 5 últimas fechas del año van a ser una guerra. Vamos a ir a todo o nada. Estoy todos los días metido en el taller. Incluso descuidé mis negocios, pero por suerte mis socios me entienden y me bancan a muerte. Le estamos poniendo el alma para ir a pelear. De hecho somos una estructura chica que se la está peleando a los mejores equipos de competición del país, con presupuestos ilimitados. Así que vamos a hacer lo imposible. No sé si el año que viene se me va a volver a dar, entonces tengo que aprovechar esta oportunidad”, destacó Ventricelli que, como buen tano, reconoce tener un carácter “bastante jodido”. “Tengo un extremo o el otro. Soy más bueno que el pan y ayudo a todo el mundo, dentro de lo que puedo. O se me salta la chaveta y soy todo lo contrario”, admitió.

Exigente y obsesivo con todo, le cuesta delegar algunas tareas y siempre quiere estar en todo. Y que todo esté en orden: “En la casa rodante que llevamos a las carreras no quiero que haya ni una pelusa en el piso. Y si pasás por los boxes, vas a saber cuál es el mío porque lo vas a ver impecable”, apuntó, cómplice.

Su manera audaz a la hora de manejar hizo que lo catalogaran como el “áspero” de la categoría. Lejos de ofenderse, él reivindica sus acciones, porque le gusta el vértigo y siempre le pone pimienta a las carreras.

“Este año hicimos varias carreras locas y eso llamó mucho la atención. He largado 25 y terminé cuarto, por ejemplo. Pasando autos por todos lados, a los choques. Porque siempre voy a la chapa. Si tengo que meter el auto lo meto, no me importa y no mido consecuencias. Pero la gente y los periodistas dicen que tengo un manejo divertido”, afirmó Ventricelli, al tiempo que agregó: Más allá de mi forma de ser, tengo la escuela del motociclismo en donde ahí sí tenés que ser áspero, porque venís prácticamente a las patadas. Si yo era un demente con la moto, imaginate en un auto donde estoy más seguro. Pero en su momento me hicieron bajar unos cambios para profesionalizarme y aprendí a resignar puestos por pensar en los puntos, o en el campeonato y para no ser tan kamikaze”, soltó, auténtico.

Luciano entrena todos los días para estar bien físicamente, sabiendo que da ventaja con relación a otros pilotos que compiten con él. “Pensá que los pilotos con los que corro son “hijos de” o pilotos contratados, que se dedican exclusivamente a correr. Ahí tengo una desventaja terrible porque yo tengo la cabeza en 100 lados al mismo tiempo”, mencionó Luciano, que reparte su tiempo entre su profesión y sus negocios.

Más allá de las obligaciones y las pasiones, Luciano se hace un hueco para compartir en familia junto a su mujer Betina –con quien, en cuanto pueda parar un poco, va a formalizar su matrimonio- y su hija Sol, de tres años y medio. Y hasta se dio el lujo de ser candidato a Concejal. “Tengo una amistad muy grande con Armando Bertolotto, y él me va metiendo y asesorando de a poco. La verdad es que me gustaría incursionar en el mundo de la política. Creo que en la zona tengo un nombre y es respetado”, afirmó con orgullo.

Con todo listo para el comienzo de la recta final del campeonato, Luciano Ventricelli define en un par de frases cómo ha sido su trayectoria. “Siempre apunté bien alto. Desde que quise tener mi propio taller y al año ya tenía 10 empleados trabajando para mí. En ese sentido soy bastante fanático y lo que hago lo quiero hacer bien, si no, no hago nada”.

Y aunque piloto consagrado, no puede despojarse de su oficio original: “No voy a cambiar nunca. Necesito ver el auto de carrera en mi taller, con mis mecánicos… Yo también me meto con ellos. Siempre digo que en vez de sangre, en la venas tengo nafta.

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