Los restos de Nelly Omar ya descansan en chacarita

Los restos de la cantante tanguera Nelly Omar, fallecida a los 102 años, ya descansan en el Panteón de los Notables de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC).

Omar fue la última sobreviviente de una estirpe dorada de cantantes de la música popular habitada por nombres como los de Tita Merello, Azucena Maizani, Libertad Lamarque y Ada Falcón.

Voz protagónica y central del tango y la canción criolla en las décadas del ´40 y el ´50, su adhesión al peronismo le valió proscripción y listas negras, estando prohibida en radios y teatros luego del golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora.

La “cantora nacional”, como le gustaba ser denominada, es protagonista indiscutida de la historia musical de la Argentina y figura legendaria que supo abrazarse al afecto de los humildes y por ello parece uno de esos personajes llamados a habitar para siempre la memoria inextinguible de su pueblo.

Nació el 10 de septiembre de 1908 como Nilda Elvira Vattuone en la localidad bonaerense de Bonifacio, pero inscripta y criada en Guaminí, donde vivió hasta los 11 años, cuando fallece su padre y se traslada a Buenos Aires con su madre y 10 hermanos.

Néstor Alvarez, intendente de Guaminí, estuvo presente en el último adiós a “la Gardel con polleras” y señaló que “el pueblo que la vio nacer agradece a todos los que la adoptaron” y aprovechó para anunciar “el compromiso del gobernador (bonaerense) Daniel Scioli para crear el museo Nelly Omar, tal como ella quería”.

Aunque conoció el trabajo desde los 12 años, cuando se empleó en una fábrica de medias, Omar arrancó con la canción a los 17 con la interpretación de “A mi madre” en radio Splendid, pero se hizo profesional tiempo más tarde.

En 1934 conforma un dúo con su hermana Nélida (a quien le “robó” el sobrenombre) y en 1937 conoce a Homero Manzi al trabajar juntos en la audición de Radio Belgrano “Pájaros ausentes”, que contaba con libretos del poeta, a quien la une un apasionado romance.

Esta relación se interrumpe cuando, ante la posibilidad del divorcio, la esposa de Manzi intenta suicidarse con un tóxico, pero queda de ella el registro o la huella que el poeta materializó en la imperecedera “Malena”.

Pese a los problemas de salud aparejados a su edad y que la llevaron a padecer varias internaciones en el último tiempo, la intérprete concretó en los años 2005, 2009 y 2011 (cuando celebró su centenario) inolvidables presentaciones en el estadio Luna Park.

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