Los griegos marcharon contra el ajuste y la coalición retrasa la decisión de aplicarlo

Miles de personas ganaron las calles de Atenas y otras ciudades en la primera huelga del año convocada por las principales centrales obreras contra el nuevo ajuste, mientras que el primer ministro, Lukas Papademos, se reunió con los partidos que apoyan a su gobierno para discutir las condiciones del programa.

Para poder dar una respuesta, Papademos se reunió con miembros de los tres partidos que apoyan a su gobierno para discutir sobre las condiciones del nuevo ajuste impuestas por la troika (formada por la Comisión Europea, el BCE y el FMI).

Pero los líderes de los partidos conservador, socialista y de extrema derecha volvieron a aplazar esta noche la decisión de aceptar duras reformas a cambio de un nuevo rescate internacional para impedir una suspensión de pagos caótica, pese a las advertencias de la UE de que la eurozona puede vivir sin Atenas.

Así, lo que se suponía era una reunión clave para el futuro de Grecia, continuará mañana.

Los líderes de los partidos han sido reacios a aceptar los duros términos del acuerdo, que están seguros que supondrá una gran caída en el nivel de vida de muchos griegos.

A cambio del nuevo ajuste, los acreedores accederán a otorgarle un nuevo préstamo de rescate para evitar la quiebra que está a las puertas de Grecia y que, de darse, produciría en la zona euro un efecto arrastre de impredecibles consecuencias.

Entre otros aspectos, las medidas exigidas por los acreedores contemplan el despido de 150.000 empleados públicos hasta 2015, 15.000 de ellos en forma inmediata; una rebaja salarial del 25% en el salario mínimo y en las jubilaciones; y la supresión de las pagas extras anuales.

Por tal razón, las dos principales centrales obreras griegas convocaron para hoy a una huelga general en repudio “al ajuste y a las reformas exigidas por la `troika`”, informó el secretario general del sindicato de los empleados públicos (ADEDY), Ilias Iliopoulos.

“A pesar de nuestros sacrificios y de admitir el fracaso de la política monetaria y fiscal, (la `troika`) todavía pide más austeridad”, declaró Iliopoulos, según informó la agencia de noticias Europa Press.

La otra central sindical que impulsó la medida de fuerza es el GSEE, del sector privado, y entre ambos representan a más de la mitad de los trabajadores de Grecia.

Yiannis Panagopoulos, líder del GSEE, describió las medidas como una “sentencia de muerte” para el país, destinadas a recortar los salarios de un 20% ó 30%.

Pero también las cámaras de comercio y asociaciones que representan a los pequeños y medianos comerciantes apoyaron la huelga ya que, aseguraron, con las nuevas medidas “se reducirán la calidad de vida y el consumo del pueblo griego”.

Los trenes no funcionaron y el transporte público en las principales ciudades del país sólo lo hizo con algunos servicios para permitir a los manifestantes acudir a las protestas.

Los hospitales atendieron sólo las urgencias, mientras que no hubo clases en las escuelas y los bancos públicos y privados, así como los tribunales se encontraron cerrados.

Los marineros y los ingenieros náuticos también pararon, por lo que los barcos permanecieron amarrados en puerto.

Los manifestantes expresaron su ira contra el gobierno, por la exigencia de la UE, el BCE y el FMI de aplicar más ajustes como condición para entregar el rescate de 130.000 millones de euros, y lanzaron sus dardos contra Alemania por entender que es quien encabeza la línea dura en materia de exigencias.

“No a los despidos del sector público”, “No a la de cortar el salario mínimo”, rezaban los carteles de protesta que llevaban los manifestantes bajo el frío y la lluvia que azotó la plaza Sintagma de Atenas.

Un grupo de manifestantes quemaron una bandera alemana frente al Parlamento, y trataron de prender fuego a otra que tenía estampada la esvástica nazi, como reacción a las llamadas de Berlín para una estricta disciplina presupuestaria.

Por su parte, el ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, culpó a las partes por el fracaso para alcanzar un consenso sobre las negociaciones de la deuda con la UE y el FMI de Grecia.

Las nuevas medidas de ajuste son duras pero necesarias, “Puesto que nadie es Hércules para luchar en solitario contra una Hydra, debemos afrontar esta batalla todos juntos, y convencer a los griegos de la necesidad de este programa, sin mezquindades ni arrogancia, así como ajustarnos a la solución elegida, que es permanecer en el euro, quedarnos en Europa, y luchar para recuperar el terreno perdido”, afirmó Venizelos.

Para los griegos, nuevos recortes significan una recesión aún mayor de la que ya sufren, “Nos están arrastrando al fango. No lo entiendo”, aseguró un manifestante frente a las cámaras de la cadena televisiva Euronews.

“Todos los políticos deberían renunciar y dejar en paz a la gente. Los griegos ya estamos bastante destrozados. Hemos trabajado durante 30 años para tener una vida mejor y ellos no hicieron más que empeorar las cosas”, se lamentó una mujer de unos 70 años, visiblemente emocionada.

El tiempo apremia, y los políticos griegos trataban de llegar a un acuerdo para que el país reciba un nuevo paquete de ayuda que lo salve de una quiebra inminente.

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