Los devotos del “mito” llegaron a la nueva meca, Brasilia

Le dicen “mito”, llevan remeras negras con la cara de Jair Bolsonaro, otras amarillas y verdes que dicen “Mi Partido es Brasil”, llegan desde todos los rincones del país, con banderas brasileñas, algunas de Israel y otras de Estados Unidos.

Le dicen “mito”, llevan remeras negras con la cara de Jair Bolsonaro, otras amarillas y verdes que dicen “Mi Partido es Brasil”, llegan desde todos los rincones de este país continental, con banderas brasileñas, algunas de Israel y otras de Estados Unidos.

Son los seguidores, casi devotos, de este ex capitán que inaugura la era de la extrema derecha en la política brasileña y que llenaron los hoteles, albergues, estacionamientos y campings.

“Mi bandera jamás será roja”, gritaban varios integrantes del grupo Derecha de Sao Paulo en la puerta de un hotel de lujo ubicado cerca del estadio Mané Garrincha.

En los aviones de este 1 de enero atípico -Brasil constitucionalmente obliga a que sea en Año Nuevo la asunción presidencial- todo era verde amarillo entre los pasajeros y en el aeropuerto Juscelino Kubitschek.

Entre los seguidores del “mito” hay de todo: hipsters musculosos con barba perfecta en hoteles de lujo y hasta familias evangelistas pobres de la periferia de Brasilia.

O como Sandra Fonteles, una jubilada del estado nordestino de Sergipe, que le dijo a Télam que siempre votó a Luiz Inácio Lula da Silva, hoy preso por corrupción, pero que eligió a Bolsonaro porque puso al ex juez Sérgio Moro como ministro de Justicia.

“Estoy muy decepcionada con los partidos y Bolsonaro viene con gente que nunca fue políltica”, dijo esta jubilada que viajó en avión hasta la capital federal.

La paulista Marilú Soares, vestida con anteojos de sol importados y con la camiseta con la inscripción “In Moro We Trust” (confiamos en Moro), afirmó que “es el día más importante de la historia de Brasil porque Bolsonaro lleva la esperanza para mejorar, para premiar al que invierte, al que trabaja, y no al perezoso”.

Desde Vitória da Conquista Bahía, bastión del opositor Partido de los Trabajadores, cinco familias llegaron en un micro alquilado para intentar ver de cerca a Bolsonaro. “El tiene la esperanza, creemos que todo va a mejorar”, dijo un joven que vestía una bandera de Israel.

“La tierra santa de Jesús será nuestra aliada con Bolsonaro”, dijo el joven, fervoroso evangélico como la ministra de Famila, Derechos Humanos y Mujer, la pastora Damares Alves.

Varios empresarios que respaldaron el impeachment de DIlma Rosseff en 2016 se hicieron presentes en Brasilia. En aquella oportunidad, llevaron un muñeco de Lula vestido de prisionero con traje a rayas.

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