Los 500 evacuados de Luján esperan retornar antes del lunes

Siete días después del desborde del río, se cumplió una semana de evacuación en los 10 centros de Luján, Olivera y Carlos Keen. Las personas tendrán que esperar “tres o cuatro días más” para poder retornar a sus hogares.

Siete días después del desborde del Río Luján, las 500 personas que cumplieron hoy una semana de evacuación en los 10 centros improvisados en las localidades de Luján, Olivera y Carlos Keen tendrán que esperar “tres o cuatro días más” para poder retornar a sus hogares tras la “peor crecida en 20 años”, mientras permanece la angustia sobre qué los aguardará al llegar pese a la asistencia que reciben de los organismos públicos.

“Estamos acá desde el jueves pasado con mis dos hijos, mi mamá y mis hermanos porque el río pasa a dos cuadras de mi casa y ya no se podía estar más: cinco años ya de lo mismo y en 2012 llegué a inundarme cuatro veces”, contó Jesica Canoves, del barrio La Loma, una de las 90 personas evacuadas en la sede de la Universidad Nacional de Luján.

La mujer relató que “cada vez que empieza a llover no se duerme y se empiezan a levantar las cosas”, y se quejó por la falta de “soluciones” y de “apoyo” por parte del municipio.

Adrián Pérez es otro de los evacuados, que tiene la particularidad de trabajar, como albañil, en la construcción de los countries que han sido recurrentemente señalados como parte causante del problema.

“Yo hoy estoy trabajando en estos country que por un lado es una fuente de trabajo, pero que requiere obras públicas y de mantenimiento para que no agrave el problema, porque con estos barrios pasa como con el cultivo de soja, que afectan el filtro natural para estas crecientes”, dijo.

Uno de los integrantes del comité que administra este centro de evacuación, Emiliano Cucciufo, explicó que la Universidad garantiza “el alojamiento, la calefacción, el agua caliente, las duchas y los baños; y el municipio, la alimentación y la asistencia sanitaria”.

Otras familias eligieron permanecer en sus hogares pese a que personal de Bomberos -que viene trabajando denodadamente en la asistencia de los damnificados junto al municipio, la provincia y la Nación- les ofreciera un lugar en los centros de evacuación.

“En el peor momento de la crecida del Arroyo Gutiérrez yo me fui a la casa de una hija que vive lejos, pero mi marido y mi hijos mayores pasaron la noche arriba del techo, junto con los perros, porque si te vas te roban; y así te saquen sólo una garrafa, te parten el alma”, contó a Télam Marina Yuni, una vecina del barrio Padre Varela que ya pudo volver a su casa, distante a una cuadra de ese afluente del río Luján.

Aunque ya libre de líquido, su casa guarda inequívocas huellas del paso destructor del agua: además del persistente olor a humedad, los muebles arrinconados y la casa desarmada como si se tratara de una mudanza, las paredes húmedas no dejan mentir sobre la altura que alcanzó ese odiado intruso, oscuras como están hasta el metro de altura.

“El jueves se empezó a salir del cauce al arroyo y ayer había llegado hasta cuatro cuadras para adelante. Nosotros tenemos la casa muy levantada pero el agua se metió igual y nos llegó hasta la cintura. Nos habíamos enterado por la TV que iba a haber tormentas muy seguidas así que ya desde el jueves empezamos a levantar las cosas, pero la inundación fue mucho peor que la anteriores y perdimos todo”, relató.

Su vecino Héctor Acosta se lamenta porque “los colchones no van a servir más” y los muebles “hay que renovarlos todos porque son de aglomerado”, por lo que “las pérdidas son casi totales”.

Graciela Rosente hace 35 años que vive en el barrio y recuerda incluso una peor inundación que la actual: la de 1985, cuando el río alcanzó los 6,40 metros.

“Sabemos que acá se inunda, pero no tenemos otro lugar donde ir. Lamentablemente el pobre compra donde puede, no donde quiere”, aseguró la mujer que tiene a su hija y sus nietos evacuados en una parroquia, porque en su casa el agua alcanzó el metro de altura.

“No hacía ni dos meses que le había comprado los placares nuevos, porque había perdido todo en octubre y de hecho, todavía los estoy pagando”, se lamentó.

En la vecina localidad de Olivera, a 20 kilómetros de Luján sobre ruta 5, el panorama es aún peor, con más de la mitad del pueblo bajo agua.

“Hace siete días que vivimos en el piso de arriba de nuestra casa porque abajo tenemos un metro de agua a pesar de que hicimos un contrapiso de madera para subirlo 60 centímetros. Ahora ya podemos salir caminando, pero hasta ayer era solamente en gomones”, explicó una vecina que se acercó a la ruta caminando dos cuadras con medio cuerpo bajo el agua.

E temido río Luján continuaba esta mañana su descenso a la altura de la ciudad homónima y de seguir esa tendencia “en tres o cuatro días” los evacuados podría comenzar el operativo de regreso a sus hogares, explicó el Coordinador de Proyección y Defensa de la Comunidad (Prodecom) de ese municipio, Javier Sosa.

“Lentamente ha comenzado a bajar el nivel del agua del río después de haber alcanzado un pico de 5,43 metros, superando la inundación de octubre pasado, lo que ha complicado realmente el panorama porque es el mayor pico en 20 años”, aseguró el funcionario a Télam.

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