Levedad y solidez de los puentes

Antonio J. González, en Cronigrafía de la ciudad, escribe sobre la obra poética de Alicia Genovese.

“El puente es el lugar del nómade / la única construcción que se permite / su fuga, su visa, su salvoconducto” estos significados son parte de la obra poética de Alicia Genovese en su libro “Puentes” y en el que busca esa fascinación que provocan los puentes sobre el Riachuelo. Ya habíamos hablado en esta columna otras veces de la numerosa cantidad de puentes que cruzan ese curso de agua tradicional hacia nuestra ciudad, además de aquellos que en sus pulmones barriales son provocados por el curso de las autopistas y las vías ferroviarias. En este caso, Genovese recoge el guante de su creatividad para encontrar múltiples rostros. “Un lugar a resguardo de intemperies, que combina lo firme y lo precario, la levedad con la solidez de hierro de los pilares del puente, y que se sitúa en una esquina poética por excelencia: el Dock, un nombre que desde hace décadas referencia toda una instalación específica en la lírica argentina” dice el comentarista de esta obra poética.

“Si cruzás el puente nuevo / ya es Avellaneda / y abajo las chapas / del Dock. Locus del yo / relato erosionado, / alguna vez se es del Dock / o siempre en perspectiva / un margen, una inseguridad. / Levantado, casi suspendido en el paisaje / el puente asume precariedad y solidez / Sus pilares firmes, apenas resentidos / por el paso de camiones y acoplados / su fondo árido, intratable”. Es la visión de la poeta que nos dice sobre su obra: “Puentes es un poema largo que se convirtió en libro. Reconocer que era un libro me llevó todo el camino de tránsito por su escritura, un tiempo que me hizo volver a cruzar introspectivamente ciertas vivencias y a reconocerme en ellas, un tiempo de búsqueda formal para darle espacio a su poderosa insistencia”.

“Puentes empezó con una anotación en un momento clave de mi vida –dice Genovese- Volvía de Estados Unidos donde había vivido cinco años y desde donde había decidido retornar, sin tener demasiado claras las razones. Sin embargo, aquí estaba de regreso, con una panza enorme, a poco de parir. Mi infancia y mi adolescencia las viví en la zona sur de Buenos Aires, en Lomas de Zamora, en Llavallol, hice la secundaria en Bánfield. El cruce de los puentes para llegar desde el conurbano a la Capital Federal fue algo habitual desde mi infancia, pero no tan cotidiano como para que perdiese su aura de acontecimiento cada vez que ocurría. Puente Alsina, fue el primero, para ir a la casa de mi abuela materna en Pompeya, Puente Vélez Sarsfield después, por donde mi papá me llevaba a veces, al taller en el que trabajaba. Puente Pueyrredón, ya más grande, cuando conocí el Centro de Buenos Aires”.

Genovese -profesora de letras, docente, periodista, beca John S.Guggenheim- agrega fotografías que le pertenecen como una referencia obligada por la naturaleza de la palabra poética. “Avellaneda, antesala o salida mugrosa de Constitución / por el ramal ferroviario general Roca –continúa en su poesía- Galpones de chapa de aluminio / y manchas onduladas de óxido /siguiendo en el acanalado / la inclinación de las lluvias / Cementerio de trenes, hierros /amontonados en los carriles secundarios / y el mismo letargo / el mismo súbito entristecimiento / cada vez que se cruza; /preguntas, proyectos /sin conseguir pasaje”.

Una visión diferente de esos puentes que nos unen con el distrito federal, o nos separan, como se prefiera, pero que son parte de nuestra cotidianidad, a la que a veces no le prestamos atención y, como ahora, el poeta se encarga de revalorizar y resignificar.

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