Las situaciones límites, madurar y crecer como persona

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

A lo largo de la vida de todo ser humano, se presenta una extensa y variada cadena de situaciones y circunstancias, y cada una de ellas con un sentido que apunta a ser descubierto. Estas son situaciones que provocan los más diversos sentimientos, alegría, angustia, tristeza, duda, ansiedad, plenitud, etc. El hombre, es un ser en situación, y la situación es tanto un hecho físico, como un hecho natural, como un hecho psíquico, es una realidad que siempre se refiere a un sentido. El hombre vive permanentemente en situación, y puede cambiar de situación, pero lo que no puede, es dejar de estar en situación.

Es decir, el hombre, en su vivir cotidiano, está siempre en situación, desplegando así su existencia cotidiana. Pero en este vivir, se puede enfrentar ante situaciones especiales, tales como, el sufrimiento, la enfermedad, la muerte, la culpa, el azar, etc. Frente a estas situaciones, el hombre debe hacer una opción de vida fundamental, ya que estas situaciones son, precisamente, límites.

Límite, como sinónimo de barrera, frontera, que en sí mismo, no es ni bueno, ni malo. El hombre se encuentra ante una situación que le muestra el límite. El límite, a su vez, actúa como un facilitador de realidades, es decir, un límite, no sólo habla de la realidad que finaliza, o de la realidad penosa en sí, sino que apela a que la persona, una vez que le haya hecho frente a la situación, apueste y descubra el sentido que esa situación tiene.

El hombre, puede resistirse a la revelación de lo que está detrás del límite, o bien puede despertar a la plena experiencia de la situación límite, con los ojos bien abiertos. Sólo enfrentándolas, es que provocan una verdadera transformación en el ser. Puede ocurrir, que la persona, adopte otras actitudes, como ser, actuar excéntricamente, es decir, se sostiene como un ser al que casualmente le ha sido dado un cuerpo y una existencia al que le ocurren dichas situaciones.

Se convierte así, en un mero espectador de lo que acontece, necesitando más bien un técnico, que una persona que lo ayude. Tal actitud, si bien consuela en su momento, no le permite madurar y crecer como persona. Otras actitudes, pueden ser extremas, como cuando la persona se pierde en el trajín diario, o en el misticismo, y se desconecta de lo humano. Toda situación límite, conlleva, sufrimiento.

El sufrimiento puede darse en distintos campos, el somático, con padecer orgánico, el psíquico, con trastornos emocionales, y el espiritual, con una índole valorativa, moral o ética. Si bien el sufrimiento, puede deberse causalmente a uno de dichos campos, no olvidemos que la persona, es una unidad, es decir, es la persona íntegra la que sufre, más allá de lo que provoque dicho dolor.

Hablamos de sufrimiento, como límite, es decir, el sufrimiento ineludible e inevitable. El sufrimiento, puede ser un recordatorio del potencial que la persona tiene, le puede permitir humanizarse, evitando así, la caída en la esterilidad, la apatía, la rigidez, y el vacío existencial.

Cuando se asume el sufrimiento, la persona madura, produce una especie de metabolismo, es decir, una transformación de sustancias y material en bruto, en verdaderos motivadores, permitiendo así, el despliegue no sólo de un plano, el de los hechos, sino también de un plano existencial. La enfermedad, desde lo real nos es dada, pero la persona desde lo existencial, es quién padece dicha enfermedad.

Tomar una actitud ante el sufrimiento y el dolor, se refiere a tomar una postura ante lo que se nos presenta como fatal. El sufrimiento tiene algo fatal, ya que con frecuencia, se presenta en la vida del ser humano, sin pedir permiso. Este aspecto, nos permite pensar, que el ser humano, por el contrario, tiene el privilegio de elegir una actitud ante el sufrimiento, y si no, no sería ser humano.

Sólo percibiendo y captando el sentido de las situaciones límites, es que el sufrimiento se transforma, es decir, aunque la situación dolorosa haya pasado, no haya pasado en vano. De esta manera, el sufrimiento, se transforma en un valor, un valor que trasciende, impidiendo que la persona, quede ensimismada, ahogada por el sufrimiento, en un plano sin posibilidad. Concluyendo, podemos decir, que las situaciones límites, nos humanizan al producir una verdadera transformación de nuestra conciencia del ser. Dicho de otra forma, el carácter ineludible de la enfermedad, exige su aceptación, siendo este estado, inseparable de la propia existencia. Para llegar a dominar la enfermedad, se debe incorporarla a la propia vida.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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