La violencia religiosa dejó en Nigeria un saldo de 143 muertos

La cifra de muertos provocados por una serie coordinada de ataques con bombas cometidos anoche en la ciudad nigeriana de Kano, en el norte del país, aumentó a 143, informaron funcionarios locales.

Fuentes médicas informaron a la agencia de noticias DPA que la cifra podría seguir aumentando, ya que muchos de los heridos sufrieron graves quemaduras durante las explosiones.

Los ataques con bomba, auto adjudicados por el grupo islamista Boko Haram, se realizaron contra comisarías de la policía en varias partes de la segunda ciudad en importancia del país.

El primer impacto fue realizado por un suicida que chocó su automóvil lleno de explosivos contra la comisaría central de la policía, a lo que siguió la detonación de más bombas.

Entre los muertos se encuentra el reportero televisivo Eneche Akogwu, de 31 años, muerto a disparos mientras entrevistaba a testigos. Las autoridades impusieron el toque de queda en la ciudad tras las cuatro explosiones.

Un testigo aseguró haber visto cadáveres entre los escombros y haber escuchado “disparos intermitentes”. Voluntarios ofrecieron primeros auxilios a los lesionados y evacuaron a los heridos de gravedad a los hospitales locales, informó Nwakpa O. Nwakpa, vocero de la Cruz Roja Nigeriana.

Los atacantes tenían como blanco cinco edificios de la policía, dos oficinas de inmigración y la sede local del Servicio de Seguridad del Estado, la policía secreta de Nigeria, dijo Olusola Amore, portavoz de la policía federal, en un comunicado emitido anoche.

Soldados y policías llenaron las calles de Kano, una ciudad de más de nueve millones de habitantes que sigue siendo un importante centro político y religioso en el norte musulmán de Nigeria.

Las autoridades estatales declararon un toque de queda de 24 horas que finalizará a las 24 de hoy mientras los habitantes se ocultaban en sus hogares en medio de los enfrentamientos.

Boko Haram se adjudicó la autoría de los ataques, en venganza por las últimas detenciones de miembros de la organización en la ciudad. El grupo pide la implementación de la sharía o ley islámica en el país.

El jefe de la policía nacional, Hafiz Ringim, pidió una investigación de las explosiones de anoche, que describió como “ataques bien coordinados”.

Pero el propio Ringim está siendo investigado después de que un sospechoso de los ataques contra iglesias cristianas el día de Navidad, escapara de la custodia policial esta semana. Muchos nigerianos pidieron por ello su renuncia.

También está latente la indignación de la población porque el presidente Goodluck Jonathan aún no se digirió a la nación tras el último ataque.

El día de Navidad, así como en enero, la secta Boko Haram llevó a cabo varios atentados contra iglesias cristianas en el norte del país. Decenas de personas perdieron la vida en esos ataques.

El presidente nigeriano decretó un estado de emergencia transitorio en cuatro regiones y cerró las fronteras con países vecinos.

Hace tres semanas los islamistas dieron un ultimátum a los cristianos para que abandonaran en tres días el norte del país, de mayoría musulmana. Boko Haram rechaza el estilo de vida occidental y el cristianismo.

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