La vejez conserva e integra la niñez, adolescencia y adultez

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

La vejez es una etapa evolutiva más que a casi todos los seres humanos les toca transitar. Es un proceso en el cual la propia historia tiene un lugar de relevancia, y que generalmente cursa con crisis y duelos, que le van a conferir a esta etapa características propias. El proceso de la vejez es un período de integración de todo lo que la persona vivió a lo largo de su vida, y es un proceso en el cual, si la persona está estable emocionalmente, se abren posibilidades para poder disfrutar y gozar de la vida.

En general, los avatares del cuerpo, las vicisitudes del mundo interior, y la influencia social y cultural, hacen perder de vista la normalidad que existe en esta etapa de la vida, y las posibilidades que ofrece para la realización que el ser humano tiene durante su curso.

Desde el punto de vista de la evolución, los procesos del envejecimiento comienzan cuando se ha alcanzado el mayor crecimiento, y el ser humano adquiere esa condición en los últimos tiempos de la adolescencia. Finalizando la adolescencia, transcurre un período largo de estabilización que es la adultez joven, y posteriormente comienza de manera lenta un proceso de declinación física, biológica, y de las capacidades que son operativas, las capacidades mentales, que al principio y por unos cuantos años no se perciben.

Este período previo a la senectud, comienza en la mitad de la quinta década de la vida de una persona, y es donde se registran las declinaciones de las aptitudes funcionales y psíquicas, además de las modificaciones situacionales, y a partir de los sesenta y cinco años, se daría comienzo a la etapa de la vejez, siempre pensando estos parámetros cronológicos como arbitrarios, puesto que si bien son parciales, es donde generalmente van apareciendo estos indicadores. La consecuencia del devenir histórico de una vida es la vejez, y como tal, está teñida por el pasado que va a especificar el modo en que la vejez va a ser transitada.

Para llegar a la vejez es necesario, además de recolectar los años vividos, acopiar las experiencias, las crisis, los dolores, los placeres, los logros, las desdichas, todas las vivencias emocionales de la persona.

En la vejez, se alcanza un nuevo orden, y este nuevo orden está integrado por las distintas edades, por los distintos procesos evolutivos, y por las distintas posiciones tomadas a lo largo de la vida, es decir, que en la vejez nada se pierde, sino que lo vivido en etapas anteriores va a estar contenido en el nuevo sistema de vida durante el período de la vejez. La vejez es el resultado de los desarrollos previos, y tanto la niñez, como la adolescencia, como la adultez, y como la madurez de la persona, van a estar conservadas tanto en el mundo interno de la persona, como en la profundidad de su estructura psíquica.

Existe la regresión en la vejez en términos de que la persona va a responder a las demandas de su cuerpo, a las demandas de su mundo interno y externo, a partir de sus posibilidades actuales, entre las que se incluyen su propio pasado, su propia historia, su propio niño y su propio adolescente que no están muertos, sino que están integrados en el nuevo orden de sistema de vida.

Toda etapa que se transita en la vida, es preparatoria y es la base de la etapa siguiente, y en la vejez, que es el último peldaño del ciclo vital, su final es inexorablemente la muerte, y por causa del final del ciclo vital de la vida, es que surge la angustia en la persona, y es necesario que sea elaborado para poder adaptarse a las condiciones de la etapa de la vejez y no halla perturbaciones emocionales. La vejez conlleva una crisis vital, que involucra los diferentes niveles de integración del organismo, la personalidad y la vida social, y cuanto más la persona esté preparada emocionalmente, es decir sin perturbaciones importantes que limiten su vida afectiva, más podrá aprovechar la etapa de la vejez con felicidad.

A veces esta crisis de la vejez es negativa, y la persona comienza a padecer estados deficitarios emocionales que hacen cercenar sus posibilidades de desarrollo psíquico, emocional y espiritual, a lo que se le suma algún déficit físico, pero si la persona en años anteriores elaboro etapas de crisis diversas, o incluso en esta misma etapa, si la persona está dispuesta a elaborar las situaciones que emergen del proceso del envejecimiento, la persona va a poder seguir creciendo, con nuevos intereses, y se va a volver activo y dispuesto al aprendizaje.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane.
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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