La respiración: el arte del bienestar

Entrevista a la Dra. María José Fernández.

Es nuestro primer acto individual. Cuando se corta el cordón umbilical, que corona el momento sublime de nuestro nacimiento, damos nuestro primer gran respiro. La respiración es un proceso fisiológico indispensable para la vida y nos acompañará hasta el último instante de nuestra existencia.

Pero tal como sucede con el latir de nuestro corazón, la respiración ocurre tan automáticamente que pasa inadvertida. Comemos cuando tenemos hambre. Nos vamos a dormir cuando nos acecha el sueño. Pero respirar es algo tan mecánico e inconsciente que -amén del estrés en el que vivimos inmersos, al paso que vamos, va a llegar un día en el cual moriremos súbitamente, por el solo hecho de habernos olvidado de respirar.

Respirar para vivir. ¿Quién no lo sabe? Pero, ¿Sabemos que respirar correctamente nos hace bien?

Para entender de qué manera, poniendo en práctica determinadas técnicas de respiración, podemos generar nuestro propio bienestar, La Ciudad dialogó con la Dra. María José Fernández quien nos regaló una verdadera bocanada de conocimiento.

“La respiración es un nexo entre el cuerpo y la mente. La mente y todas sus impresiones, los procesos mentales, los pensamientos, las emociones y los recuerdos influyen en la génesis de las hormonas, de los neurotransmisores, sustancias bioquímicas que tienen que ver con el funcionamiento normal del cuerpo”, dijo Fernández.

La doctora mencionó que “existe una conexión entre el sistema nervioso y el sistema hormonal -que los médicos lo ubicamos en la zona hipotalámo-hipofisaria-, entonces el mundo de los pensamientos, del impacto del medio ambiente, la alimentación, el estilo de vida y las rutinas diarias, influyen en los niveles hormonales. Y de ese modo estamos caminando hacia un lado y otro del estado salud y enfermedad”.

Todo ese cúmulo de influencias externas e internas, si no se canaliza debidamente, provoca un desequilibrio en nuestro organismo, que se materializa como un estrés.

“El estrés es un estado en el cual vivimos la mayor parte de las personas que caminamos sobre la tierra y tiene que ver con estar transitando nuestra vida en este planeta. Si estuviéramos en el limbo, no estaríamos estresados (sonríe). Pero estamos aquí y ahora. Se relaciona con mantenernos alertas y responder a las necesidades propias o al vernos influenciados por el medio ambiente. Entonces hay un estrés bueno que tiene que ver con sustentar todas nuestras necesidades y hay un estrés malo, que tiene que ver con toda la cantidad de toxinas que genera el cuerpo cuando estamos actuando por encima de nuestras capacidades”, explicó la profesional de 45 años, especializada en Ginecología.

Como dato significativo, María José comentó que “más del 60 % de las enfermedades tienen un origen en situaciones psicosomáticas, es decir, que no tienen una base orgánica. Entonces cuando hay un desequilibrio en esta unión mente-cuerpo estamos favoreciendo la enfermedad. El tema es que no somos conscientes en la mayor parte de las veces de que estamos pisando esta delgada línea hacia la enfermedad”.
Como un freno natural, la médica propone a la respiración para contrarrestar todos estos síntomas: “La respiración abdominal es una potente herramienta para aquietar emociones, para calmar la mente y para, al mismo tiempo, hacer que el cerebro fabrique hormonas, neurotransmisores que dan bienestar”, sostuvo Fernández, quien inició su carrera como médica terapista en el sector de Terapia intensiva del Hospital Fiorito.

Pienso, luego respiro
“Cada célula de nuestro organismo necesita oxígeno para funcionar. Cada célula produce metabolitos que deben ser eliminados. La respiración lleva oxígeno y elimina las toxinas. Habitualmente respiramos al 30 % de nuestra capacidad, porque el estrés cierra la respiración. Un bebé tiene una respiración más amplia, más abdominal. A medida que crecemos, las exigencias nos van cerrando esa respiración. Llevándola de un lugar abdominal a un lugar más toráxico alto hasta clavicular”, comentó Fernández, al tiempo que agregó: “A cada ritmo de la respiración le sigue un ritmo de producción de pensamientos. Deberíamos respirar más hondo, deberíamos tener un patrón de respiración más bajo. Entonces, ¿Cómo poder responder al día a día, cómo cargarse de energía y cómo descargar las toxinas -celulares y emocionales- si estamos al 30%?”

Majo afirmó que “el cuerpo es un caja de resonancia de todo lo que recibe. El tabaco, la polución, toda la intoxicación emocional que dejamos entrar por nuestros sentidos. La tele, los insultos, la violencia. De alguna manera hay que permitir que todas esas emociones que quedan alojadas en el cuerpo tengan un canal de limpieza, porque si no, nuestro organismo se va cargando como una mochila con piedras”.

La doctora Fernández, que también es artista plástica, conoció estas técnicas de respiración cuando tomó contacto con la fundación “El Arte de Vivir”, una ONG que se encuentra en más de 150 países en todo el mundo y que posee más de 20 millones de adeptos.

Esta organización fue fundada por Sri Sri Ravi Shankar, un líder humanitario y espiritual, en la India, en 1982. Se dedica a transmitir estas técnicas milenarias, que son patrimonio de la humanidad y al mismo tiempo tiene como objetivos difundir el bienestar, la posibilidad de estar mejor, disminuir el estrés, favorecer las relaciones interhumanas y eliminar la violencia.

Estas técnicas de respiración están relacionadas con la medicina ayurveda -un antiquísimo arte de curar, nacido hace 5000 años, también en la India- que es un tipo de medicina que se enfoca en cuatro pilares: la alimentación, la respiración, la activación del cuerpo mediante la actividad física y el estado de relajación adecuada para mantener la salud.

María José sintió que toda esta información tan valiosa debía difundirse y comenzó a hacerlo primero dentro del ámbito profesional y luego a la comunidad, a través de talleres.

“Me entusiasmé tanto que en el 2009 viajé a la India a hacer un curso con gente de la fundación. Uno tiene una energía tremenda, ganas de compartir, de hacer, y siendo nativa de Avellaneda y viviendo en capital y trabajando un poco en capital y otro poco en provincia, durante muchos años me sentí muy lejos de mi ciudad. Y ahora me siento muy feliz porque puedo traer bienestar a la gente del barrio.

Porque estos talleres se hacen en clubes de barrio, o en el centro médico donde trabajo (el Instituto Ginecológico Buenos Aires –IGBA-). Pero es muy placentero ver que uno puede traer algo más al lugar donde pertenece”, reconoció con orgullo avellanedense.

“Los talleres son informativos y vivenciales, en el sentido de que se habla un poquito de teoría pero también se transmiten y se aplican estas técnicas. De manera que la persona vivencie el bienestar”, destacó Fernández.

María José resalto que “lo más interesante de todo esto es que no hay que pedirle permiso a nadie. Depende de uno mismo, depende del entrenamiento, de la conciencia de los cambios que esto genera. Es decir, no tenemos que llamar al médico, ni al psicólogo ni a ninguna otra persona para decir: ¡Ay! ¿Respiro un poquito o no?
Por último, la Doctora Fernández aseguró que el hacer el curso en la fundación El Arte de Vivir “le cambió la vida”. “Tomé mi primer curso en un momento en el cual yo ya no sabía qué hacer con mi propio estrés”, recordó. “Mi profesión, que es apasionante, tenía tomado el 100 x 100 de mi tiempo. Yo ya estaba con una crisis nerviosa, ciclotímica, cansada. Si tenía muchas pacientes me enojaba, si no tenía pacientes también me enojaba. Quería dormir y no podía. Quería disfrutar de una comida rica y no podía disfrutarla y mi aparato digestivo estaba totalmente desajustado. Entonces, después de transitar el bienestar y haber pasado por el aspecto intelectual de todas estas situaciones y haber corroborado de qué se trataba, me pareció muy bueno hacer estos talleres”.

“Todo esto empezó como un juego cuando yo volví de la India. Primero organicé un taller para mis colegas médicos y fue un éxito total. Pero después pasó algo muy loco, porque la gente que asistía al centro médico empezó a preguntar por qué los médicos podían hacer el taller y ellos no. Así que el director nos cedió el auditorio -donde habitualmente se cursa la especialización en ginecología- y de pronto, desde un ámbito muy académico, surgió la posibilidad de hacer algo abierto a la comunidad”, relató la Doc. “Siempre se llena el salón y siempre viene gente nueva con ganas de ayudar”, prosiguió la profesional de la salud. “Y me pareció lindo pedir una contribución a las personas, una donación. Entonces, a través de una Asociación que se llama Visión de Vida colaboramos con un comedor infantil. La gente se acerca a hacer el taller, hace su donación -generalmente pedimos leche larga vida- y viene con cara de sorpresa, sin saber con qué se van a encontrar.

Pero se va con una sonrisa inmensa porque pasa por las técnicas, se da cuenta de que esto realmente sirve y se queda con toda la tranquilidad de saber que, al mismo tiempo está ayudando”, finalizó.

Para más información: http://www.elartedevivir.org/ avellaneda@elartedevivir.org / www.facebook.com/elartedeviviravellaneda

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