La personalidad, algo más que procesos orgánicos y anímicos

Escribre la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

El ser vivo constituye una unidad inseparable, y posee su propia singularidad, encontramos el ejemplo en algo muy simple, no existen dos hojas de un mismo árbol que sean iguales, mucho menos dos animales, y ni que hablar de los seres humanos.

Este aspecto de ser único y singular, se va incrementando con la mayor complejidad de los organismos y con la madurez, simplemente podemos observar que un perro posee más características propias que un gusano. Otra característica de los seres vivos, es que poseen un cierto grado de autonomía, y esta autonomía va en aumento, dependiendo del grado de evolución que cada ser vivo haya alcanzado, por ejemplo, es evidente que el niño recién nacido alcanza cierta autonomía después del primer año de vida.

La individualidad tiene entonces un aspecto que es el ser único, otro aspecto que es ser diferenciado y otro aspecto que es ser autónomo, y en las distintas especies se va alcanzando una individuación progresiva. Los animales tienen psique pero en todo caso no tienen lo que denominamos yo. En cambio el ser humano, no desde el nacimiento, pero sí desde alrededor de los dos años, recién es capaz de expresar un rudimentario yo, con lo que puede decirse que el recién nacido es una pequeña personita pero todavía no, una personalidad.

El yo, gracias a su pensamiento y voluntad, puede actuar reflexivamente, y entonces las necesidades aparecen matizadas por las convenciones del trato entre seres humanos, por las normas éticas de la conducta. Por estas características que el hombre posee, la voluntad, el pensamiento, etc., es que puede decidir sobre el curso que va a dar a sus instintos, y por lo tanto su conducta va a aparecer en el mundo, con el sello de la responsabilidad, que es propio del ser humano.

Ser persona, significa tener un yo que dice a su manera lo que su propia naturaleza le hace sentir, y comprende un largo proceso que dura mientras dura la existencia sana del ser humano. La salvedad respecto de la salud, es porque desde lo patológico, en su más amplio sentido, que abarca todo tipo de enfermedades, se puede alterar en este proceso de apropiación y de manejo de la propia naturaleza, por así decir, y pueden aparecer una serie de conductas que podríamos denominar regresivas o psicóticas, en el sentido del desarrollo anormal de la personalidad.

Una perspectiva más para hablar de la persona sana, se completa con que la actitud de la persona debe ser tal, que realice sus acciones responsables, con alegría, que se sienta cómodo en su obrar, que sienta que no cumple normas impuestas desde fuera, sino que le son propias, que las vive, que las ha hecho vida propia, es decir que las ha elegido como valores.

De esta manera, la persona no hace un manejo rígido o violento de sus impulsos, por el contrario, cuando es con responsabilidad, siempre va a sentirse a gusto, como amo y señor en su propia casa. Cuando hablamos del carácter de un ser humano, hablamos del carácter de un ser humano vinculado a su interior, es la impronta moral de una persona por el que le otorga un uso ético, por ejemplo, decimos de alguien que es fiel a sus principios, está referido a los valores que el hombre elige.

También el carácter es una particularidad anímica, sin ninguna valoración ética, por ejemplo, decimos de alguien que es flemático o alegre, sin preocuparnos con respecto a que. También, la personalidad esta compuesta por el temperamento, el temperamento determina el matiz de las vivencias, es decir que brota del interior del psiquismo y se despliega en el mundo exterior, es decir, a partir de acontecimientos vitales otorga una determinada coloración individual, que matiza el sentir.

La vida es en parte reactiva, por lo cual la reacción está coloreada precisamente por lo temperamental propio de cada ser humano. El temperamento, aparte del matiz de las vivencias, también afecta la forma de las vivencias, afecta los estados de ánimo espontáneos, y se caracteriza por la duración, la profundidad y el curso de los afectos.

Esta es la parte más visible del temperamento, ya que es un dinamismo que se capta más desde el exterior, hace a los movimientos de la persona. Finalmente, una visión integral de la personalidad del hombre es la que abarca al hombre junto a los procesos orgánicos y anímicos de conservación de la vida, y junto a la manifestación de una espiritualidad propia de cada ser humano, que se demuestra de diversas maneras, en el amor, en la entrega a una tarea, en la entrega a otras personas, en la necesidad de justicia, en el sentido del deber, en las manifestaciones artísticas y en las vivencias religiosas.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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