“¡La paz sea con ustedes!”

Reflexiones del Obispo de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia en el 2º domingo de Pascua.

En el 2º domingo de Pascua, Fiesta de la Divina Misericordia, el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, se refirió al Evangelio según San Juan 20, 19-31 (Ciclo C): Queridos hermanos, estamos en plena Pascua, es decir la victoria de Cristo con su resurrección. Y Él, al resucitar, vence al pecado y a la muerte. Cristo nos hace partícipes; Nos comparte su gloria; Nos comparte su amor; Nos comparte su divinidad; Nos comparte su amistad.

Tenemos que darnos cuenta que Él resucitó y también nosotros vamos a resucitar. Por eso tenemos que vivir como resucitados.

Vivir como resucitados significa aquí y ahora, hoy, creer que el Señor está vivo, que está con su Espíritu, que se ha quedado en la Iglesia, que se ha quedado en nosotros; que nos da el don y a la vez nos da la misión.

Leemos en el texto de hoy que Jesús confiere a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados; por eso el sacerdote, en nombre de Cristo, recibe los pecados del penitente o pecador y Cristo los perdona a través del sacerdote. Recordemos que no nos confesamos ante un hombre; nos confesamos ante un sacerdote que representa a Cristo, y que en nombre de Cristo y de la Iglesia, Cristo nos perdona a través del sacerdocio ministerial. ¡Es un regalo que Dios nos hace y tenemos que recibirlo!
Ahora bien, ¿cómo es “vivir como resucitados”?

En primer lugar, no tener miedo: dice el Evangelio que los discípulos estaban encerrados porque tenían miedo al poder de los judíos de aquel entonces. Porque si los agarraban irían presos. ¡Tenían miedo!

No tener miedo significa vivir con audacia, con entusiasmo, con fuerza; vencer los males, las traiciones, las tensiones; vencer las fracturas que hay en el ser humano, en la sociedad y que, muchas veces, el malo y el mal pesan demasiado en el corazón del hombre.

No tener miedo significa no traicionar el corazón. Que nuestro corazón esté ¡íntegro! ¡No traicionarlo! ¡No olvidar la Palabra de Dios! ¡El que escucha la Palabra de Dios tiene que ponerla en práctica!

En segundo lugar no perder la fuerza de la oración: esta es una debilidad que puede afectar a los demás y a nosotros mismos. Por eso es importante rezar y recibir su Espíritu, para poder ser amigos de Dios. ¡El que no reza, se seca y el que traiciona su corazón, no vive en la verdad ni es fiel!

Y luego la paz: para tenerla, hay que tener paz en la verdad y en la justicia. No puede haber una paz que prescinda de la verdad y la justicia. La paz es un don de Dios y también es una conquista nuestra. Tenemos que conquistarla, ¿y cómo lo haremos? En la medida que vivamos en la verdad y en la justicia.

¡No se puede vivir en paz si ignoramos a los demás!. ¡Si no somos solidarios!. ¡Si no somos disponibles!. ¡Si no nos tratamos como hermanos!. ¡Si no vivimos con valores!. ¡Si no respetamos la vida comunitaria!. ¡Si o respetamos la vida social!
“Les doy mi paz, no como la da el mundo; Yo se las doy y que esa paz reine en sus corazones”, dice Jesús.

Que vivamos como resucitados; que no traicionemos nuestro corazón; que seamos orantes para ser, permanecer y perseverar como amigos de Jesús. ¡Tenemos que volver a vivir al estilo de Jesús!.

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