La obesidad ocasionaría problemas de visión en los niños

Marcos Giai y Estela Dolores Franco, docentes e investigadores de la Universidad Maza desarrollaron un estudio sobre las posibles asociaciones entre la agudeza visual y el exceso de peso en niños escolares.

Una singular concurrencia epidemiológica fue advertida en un estudio realizado por el Ministerio de Salud de la provincia de Mendoza años atrás: el vínculo entre obesidad y problemas de visión. Esto impulsó a los investigadores Marcos Giai y Estela Dolores Franco a indagar en profundidad esta relación.

Sobre la investigación

En el trabajo de Giai y Franco se analizó una población de 62 estudiantes que asistían a quinto grado de la Escuela 1-275 “José Manuel Estrada” de la localidad de Guaymallén, Mendoza.

En primer lugar se midió la agudeza visual (AV) de los participantes mediante el test de optotipos de Snellen y se consideró ‘’preservada’’ si el porcentaje de visión fue de 7/10 o mayor y ‘’alterada’’ en caso contrario. Se registró en ambos ojos y sin la corrección de lentes. Adicionalmente, se obtuvieron los valores de la estatura y el peso corporal de los estudiantes mediante procedimientos antropométricos estandarizados. Además, de cada escolar se consignó el sexo y los años de edad.

Resultados reveladores

El 63% de los participantes demostró un Índice de Masa Corporal (IMC) entre 13,8 y 19,4 kg.m-2, preservado para el sexo y la edad.

El 37% restante evidenció un IMC mayor a 19.4 Kg.m-2, excesivo para el sexo y la edad. Este porcentaje se pudo dividir entre alumnos con sobrepeso (18%) y alumnos con obesidad (19%).

En cuanto a la agudeza visual promedio de los escolares, la misma fue de 8,8. El 30% presentó valores de AV menores a 7 en ambos ojos sin corrección. El dato interesante aparece al distribuir esa información según el fenotipo nutricional, allí se nota que la agudeza visual disminuida se comportó de la siguiente manera:

●    Peso preservado: 17.9%
●    Sobrepeso: 18.2%
●    Obesidad: 66.7%

En conclusión, casi el 85% de los niños con posibles problemas de visión presentaron también obesidad.

Importancia de la detección temprana

La etapa crítica para la maduración de las estructuras oculares y la agudeza visual comprende desde el primer año de vida hasta los nueve años de edad. El niño alcanza la madurez y la funcionalidad visual de la adultez cerca de los cinco años de edad. Por este motivo es tan importante realizar un examen que mida la AV durante la primera infancia y los años escolares.

Impacto de la obesidad en la agudeza visual

La asociación encontrada en este estudio entre la disminución de la AV y la obesidad escolar obliga a hacer un análisis más profundo, puesto que esta enfermedad podría vincularse con un incremento incontrolado de la presión intraocular y la aparición de glaucoma.

Asimismo, la concurrencia en el sujeto obeso de elevados niveles de azúcar y triglicéridos en sangre, acelera patológicamente el daño de la microvasculatura retiniana y con ello posibilita la aparición de retinopatía, la disminución de la AV y la posterior ceguera.

Déficit de vitamina A

Esta vitamina es imprescindible para la evolución y maduración de las estructuras oculares, de hecho, la carencia de este nutriente se reconoce rápidamente por la disminución de la agudeza visual y por la pérdida de visión nocturna.

Según datos aportados por esta investigación, se estima que en el mundo entre 5 y 10 millones de personas (entre ellos alrededor de 500 mil niños) pierden la visión debido a la deficiencia de vitamina A en la alimentación cotidiana.

Conclusiones

Los países de América Latina están demostrando una prevalencia desmesurada de exceso de peso en la infancia y la adolescencia. Por cada niño con desnutrición crónica y una talla inferior a la esperada en la región existe otro con obesidad.

Las encuestas dietéticas están alertando incansablemente sobre la “occidentalización” de la alimentación:preponderancia de los glúcidos, carbohidratos refinados y grasas saturadas; pérdida de la riqueza culinaria de la cocina regional e inseguridad alimentaria de los hogares.

Como consecuencia de estos factores emerge un cuadro nutricional marcado por el déficit de hierro, yodo, y vitamina A, entre otros. Este fenómeno se ha denominado como el “hambre oculta” e impacta directamente en la calidad de vida de las personas.

“La relación destacada en este trabajo entre la disminución de la AV y la obesidad no es más que un recordatorio de la necesidad permanente de atender cuestiones relevantes en el contexto de la transición nutricional que vive nuestra región. La obesidad escolar pudiera ser la primera manifestación de patologías desencadenadas por carencias nutricionales como la anemia ferropriva y la ceguera nocturna”, afirma el Mg. Marcos Giai.

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