La madurez, un giro en la personalidad

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

Si bien alcanzar la madurez emocional parecería algo que viene por sí solo, sería apurado pensar que se trata de algo tan trivial. Pasar de la libertad de la soltería a los vínculos de pareja, de la despreocupación de la vida a las exigencias y responsabilidades de un trabajo, de formar una pareja, de ser padres, supone el cambio más grande en la vida de una persona, en sus deberes y obligaciones, en sus actividades, en su manera de enfrentarse a la realidad, en sus planificaciones para el futuro. Estas cuestiones manifiestan que las cosas ya nunca volverán a ser como antes, el logro de la madurez supone un giro importante en el status social, en los roles, en la red de las relaciones sociales, en las actitudes, en el comportamiento, es decir en la forma de afrontar la vida, en la personalidad, ya que asumir responsabilidades muy concretas conduce en la mayoría de los casos, a tener comportamientos muy diferentes de otras formas de participación, de otro plano de responsabilidades, de acciones propias de otras épocas y etapas de la vida.

La vida adulta está fundamentalmente marcada por acontecimientos sociales, por cambios profundos en las estructuras de los roles, por demandas y exigencias que surgen como consecuencia de nuestra inserción en las tareas sociales. La madurez no es el período de la vida entre dos momentos cronológicos, entre los veinte y los sesenta y cinco años, sino que la madurez es el conjunto de actividades y acontecimientos que se suceden a lo largo de una serie de años, y está en relación con encontrar un trabajo fijo, terminar los estudios, formar una pareja, tener hijos.

La adultez se trata de una etapa de importantes cambios sociales en los ámbitos de la vida profesional, laboral y familiar, es decir que la adultez es lograr apropiarse de aquellos roles que se requieren para la ejecución de una serie de tareas tales como la elección de un compañero, el comienzo de una ocupación fija para el sustento diario, y en los casos donde las parejas se consolidan, el aprendizaje en la convivencia y el acceso a la paternidad. Alcanzar la madurez está relacionado con la búsqueda de la identidad propia y una vez alcanzada, comienza la insistencia de que esa identidad se instituya con la de otros, está en relación con estar preparados para la intimidad, es decir, con la capacidad de entregarse a acciones concretas y con la capacidad para desarrollar la fuerza ética necesaria para cumplir con compromisos aún cuando tales compromisos puedan exigir sacrificios significativos.

La adultez es un momento donde se observa que ha sido de los sueños, ilusiones y proyectos anteriores y se evalúa que se ha hecho hasta el momento, y cuando la adultez viene de la mano de la madurez emocional, existe una seguridad en la situación real presente que la persona vive en relación con la satisfacción de lo que ha logrado hasta este momento de su vida, en todos los ámbitos, pareja, familia, amistad y trabajo.

Todos los acontecimientos que suponen un paso adelante, un logro en la vida adulta, todo lo que inicia una nueva experiencia, conlleva ansiedad e incertidumbre, porque son nuevas y desconocidas demandas psíquicas que según el grado de madurez emocional alcanzado, cada persona podrá superar o no. Esta tensión psicológica está en relación con el desarrollo de la persona, el paso de una etapa a otra es un síntoma de evolución, de crecimiento y de maduración.

La madurez es la conquista de un estado interior que lleva consigo indefectiblemente el asumir un conjunto de roles en ámbitos muy específicos de la vida cotidiana de las personas, y es un momento sumamente importante ya que previo a alcanzar la madurez, se producen los cambios más críticos y trascendentales que van a definir la madurez de esa persona. Los cambios que acontecen en la personalidad del adulto son fruto del proceso a que la persona esta sujeta, a las demandas que surgen a partir de los nuevos roles sociales y que principalmente se encuentran en los ámbitos familiar y laboral.

Que la madurez pueda asumirse, que el equilibrio emocional pueda alcanzarse, va a estar entonces relacionado con la profundidad y la duración de los cambios fundamentales en la vida, en relación con asumir que como persona adulta va a tener que responder y comprometerse con lo que piensa, con lo que dice y con lo que hace.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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