La juventud versus la vejez, ¿qué hace viejo al hombre?
Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.
Solemos mirar al grupo de viejos, hablando de viejos recuerdos y de pocas cosas nuevas, pero ahí transcurren las tardes. A veces alguno se acerca con un poco de temor, un tanto con rapidez, a veces hasta aprehensivo y a veces algo cálido, ¿porqué se pasará tan deprisa?, ¿se temerá encontrarse con sus propios viejos?, quizá se tema a su devenir, cosa a la cual ninguno de nosotros puede escapar.
Caminando con prisa se puede ver menos, suprimir lo que allí haya presente, pero ¿porqué miedo?, ¿ser viejo no es un proceso normal en la vida?.
Solemos decir esto ya me lo contaste, el viejo sigue hablando como si no hubiera escuchado y relata una vez más parte de su historia, recurriendo a su memoria: recuerdos intactos, descripciones profundas, pero mala para recordar que pasó ayer, puede describir sucesos pasados, pero no puede retener cosas nuevas.
Quizás ellos estén atentos a nuestros horarios, esperando vernos pasar para salir al encuentro y así tener alguien con quien hablar. Nosotros estamos apurados, ocupados, y por supuesto tan lejos de eso. No podemos imaginar aquello que creemos no nos va a llegar, no podemos pensar en la necesidad de charlar con alguien porque a veces tratamos de evitar llamadas y encuentros porque no tenemos tiempo, corremos y llegamos justo a horario, y a veces, un poquito tarde. Se nos vuelve difícil aceptar esas charlas porque nos horrorizan, esas que nunca faltan cuando los viejos están reunidos, hablando de muertes y enfermedades con cierta facilidad y casi con frialdad.
El tema es que ellos están cerca de la muerte y que las enfermedades acechan sobre sus vidas, entonces hablar de todo eso es una manera de perderle el miedo y hasta quizás encontrar algún conocimiento y hacer todo un poco más familiar. Nos sorprende el manejo de esos conceptos, pero a ellos les permite aislarlos del efecto que representan y así hacer de la muerte y otros temas una conversación cotidiana.
El ahora hombre repetitivo y cansado, envejecido y agobiado, poco tiempo atrás trabajaba y contaba los avatares de su trabajo.
Muchos se deprimen, sienten que no hay nada para ellos, creen haber perdido parte de su identidad y su historia, descubren cuanto espacio de su vida ocupaba el trabajo, esto de alguna manera es como si se preguntaran ¿qué puedo hacer con lo aprendido, con lo que ya no puedo cambiar, ni incorporar, con la experiencia que me respalda?. Muchas cosas pueden hacerse, aunque nos hallemos ante la incapacidad de crear lugares para estos hombres, ante la incapacidad de muchas sociedades para ofrecerles nuevos lugares donde puedan brindar la experiencia acumulada.
La vejez como período es una etapa de la vida en el desarrollo del hombre, y el término vejez depende de con qué se conjugue, por ejemplo puede atribuírsele a lugares, sociedades, situaciones, sensaciones, es subjetivo. Si bien desde lo fisiológico hay signos claros, hasta tangibles, que vienen del interior del organismo; el resto son subjetivos, son del exterior y son los que determinan y ubican al hombre como viejo.
Esta etapa de la vida tiene la confluencia de varios factores, los biológicos que se determinan claramente y provienen del interior del organismo, los psicológicos que se relacionan con la historia del sujeto, y los sociales; todos se relacionan entre sí por ejemplo la involución física afecta la autoestima y el valor que se le otorga al cuerpo altera o no las capacidades del mismo, o por ejemplo el deterioro físico presiona sobre lo psicológico y ambos quedan afectados cuando se suma lo social como la pérdida de rol y el estatus en donde se pierde respaldo social y económico.
Los factores sociales como la jubilación, el espacio laboral, la sustitución de espacios ante la pérdida de otros, pueden acelerar el deterioro físico y psíquico del hombre. También inciden reglas como la edad para jubilarse, lugar que ofrece y no la sociedad para esta etapa, la imagen, el aspecto físico, muchas personas dicen yo quiero y puedo seguir trabajando, ¿qué pasa cuando esa voz no es escuchada porque ya tiene edad para jubilarse o porque su imagen ya no sirve para ese puesto?.
¿Qué hace viejo al hombre?, quizás la falta de lugar, quizás la omnipotencia de los jóvenes que hacemos caer las palabras de los viejos como viejas y así nos robamos un poco de lugar, quizá la falta de espacio laboral o quizá la falta de espacio en nuestros corazones.
Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241