La importancia del lenguaje en la construcción del sí mismo

Escribe Andrea Fabiana Varela Seivane.

El lenguaje es la función humana por excelencia. La estructura de diálogo que posee la palabra, permite que cada ser humano pueda captar su propio mundo y el mundo que comparte con los otros.

La palabra es la mediadora que pone la experiencia y el mundo a disposición del ser humano, y cada ser humano es capaz de captar su propio conocimiento en la comunicación verbal.

No existe nada en la naturaleza del lenguaje, ya sea biológica o en su naturaleza como organización como ser social, que distinga más radicalmente al ser humano que su capacidad para el lenguaje hablado. El lenguaje es lo que le permite al ser humano poder manifestar lo que siente y lo que piensa, el lenguaje es un sistema organizado que nos permite por una parte, compartir con los demás seres humanos un mundo que es social y por otra parte, también nos permite el silencio, esconder detrás de la ausencia de lo dicho, que muchas veces dice más que la palabra misma, convirtiéndose así también en palabra.

El lenguaje también es lo que lleva a cada hombre a levantarse frente a otro o con el otro y decir yo, diferenciándose así radicalmente de lo que no es, y hablando, el ser humano se muestra a sí mismo y se muestra a los otros.

El lenguaje nos antecede, el lenguaje ya está ahí, como un sistema normado y reglado antes que nosotros mismos, es por esta razón que el ingreso a un mundo social es solamente a partir de acceder al lenguaje. El lenguaje que es el sistema que permite denunciar nuestras emociones y pensamientos, es en primera instancia el habla, el habla es el signo físico tanto del proceso cognitivo como de la estructura formal y gramatical.

Como función comunicativa, el lenguaje emplea un sistema de signos sonoros y gráficos para representar objetos o ideas, y como la comunicación excede la palabra oral o escrita, es así como nos encontramos con un lenguaje corporal, como por ejemplo, la mirada, la postura, los gestos, la entonación, el ritmo, las pausas, que muchas veces dicen más que la palabra misma.

El ser humano comienza a desarrollar su lenguaje a partir de su nacimiento, en los primeros seis meses de vida existe un balbuceo no imitativo, donde el lactante emite fonemas pero aún no puede discriminar los fonemas propios de la lengua materna, aunque sí puede distinguir matices de la entonación, luego, ya en el segundo semestre de vida, las emisiones del lactante se van mimetizando con los fonemas de la lengua materna y va comenzando a reconocer al adulto como interlocutor, y entre el año de vida y los dos años, comienza ya el primer período lingüístico que se caracteriza por la adquisición progresiva de estereotipos motores verbales y en el que se desarrolla considerablemente la capacidad de comprensión del lenguaje, el niño ya puede decodificar una decena de palabras.
Ya, hacia los dos a tres años de vida, aparece una función que es fundamental, la función simbólica, y este período marca la posibilidad del comienzo de la socialización, y la incorporación del no como un codificador de prohibiciones necesarias para poder comunicarse y compartir un mundo con otros que va a ir completándose en los próximos períodos del desarrollo del lenguaje.

Existe una estrecha interrelación entre el lenguaje y el pensamiento, una dependencia entre el desarrollo del lenguaje y el desarrollo cognitivo, que desde un punto de vista psicofisiopatológico, por ejemplo el lenguaje puede mostrar la desorganización del pensamiento como expresión de desestructuración psíquica que es claramente observable en los cuadros psicopatológicos.

El lenguaje es una función compleja y necesita una amplia zona de la corteza cerebral que permita su realización, en el hemisferio izquierdo, verbal, se localiza en la mayoría de las personas el centro del lenguaje, relacionándose además con las actividades cognitivas, el pensamiento lógico racional y analítico, tan característico de las actividades científicas y matemáticas, encuentra su sede en el hemisferio izquierdo, y si bien el hemisferio derecho no es esencial para el lenguaje, sí absolutamente es necesario para la identificación de figuras geométricas, escuchar melodías o reconocer rostros, el hemisferio derecho es el hemisferio sintetizador y emocional, artístico y creativo, de amplia integración. Importante es saber que ni la capacidad lingüística ni la estética pueden considerarse como aspectos psicológicos ligados a la función exclusiva de uno u otro hemisferio, sino que ambos hemisferios cerebrales requieren una interacción que es complementaria.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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