La huerta como filosofía de vida

Técnicos del INTA Avellaneda y del Programa Prohuerta (INTA/MDSN) realizan en el Centro de innovación y desarrollo para la acción comunitaria (CIDAC) de la UBA un taller con los cuidados básicos de la tierra para una buena cosecha.

El centro de extensión de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA es una fiesta de siembra y cosecha. Allí técnicos del INTA Avellaneda y del programa Prohuerta (INTA/MDS) comenzaron recientemente un taller de huerta en las instalaciones del Centro de innovación y desarrollo para la acción comunitaria (CIDAC) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Es muy importante resaltar el rol de articulación que realizamos con las universidades públicas para el trabajo con la comunidad”, afirmó Mariana Moricz, a cargo de la agencia INTA Avellaneda.

En el CIDAC se trabaja con fuerza en la extensión con la comunidad de la zona Sur de Capital Federal. Allí los talleristas, entre otros temas, les enseñan a los participantes los elementos de una huerta y cómo preparar una abonera para mejorar el suelo y tener una cosecha que pueda lucirse en la mesa familiar como una deliciosa comida para disfrutar.

Camila Mantiñán, técnica del INTA Avellaneda y del programa Prohuerta (INTA/MDSN), explica que la huerta agroecológica: “Permite producir alimentos naturales y de calidad; también apuntamos a la autosuficiencia y el uso de insumos locales según las costumbres y necesidades de cada lugar”.

Todas estas propuestas tienen como objetivo que las familias accedan a una alimentación nutritiva y saludable. “Se tiende a que la población logre todo aquello que necesita para poner en marcha huertas orgánicas en sus propios hogares y comunidades”, dijo la técnica.

Moricz agregó que este espacio en el barrio porteño de Barracas: “Tiene a su alrededor edificios del programa Procrear, actualmente programa de viviendas del IVC (Instituto de la Vivienda de la Ciudad), que si bien aún no se adjudicaron es un futuro barrio grande que tendrá la posibilidad de contar con huertas como espacio verde donde los vecinos podrán sumarse a la tarea”.

Manos laboriosas

Quienes asisten a estos cursos obtienen las herramientas que les permiten tener mayores oportunidades para lograr una mejor calidad de vida en el marco de la seguridad y soberanía alimentaria, en este caso, de la población urbana.

“Es clave para lograr un óptimo resultado contar siempre con buena luz solar, trabajar la tierra con mucha paciencia y cuidado, y tener un buen acceso de agua”, recuerda Camila como recomendaciones a tener muy en cuenta.

Acaso, y acorde a este espacio de la UBA, esta forma de trabajar la tierra surge como una filosofía de vida que empieza en los surcos que se forman en esa porción de la ciudad con la compañía de un cielo generoso que es llanura inmensa y resguarda la cosecha. Así es que en conjunto las manos laboriosas alzan y parecen abarcarlo todo: sueños que se quedan y que se hacen realidades. Todo tan posible donde, antes, lo imposible era ley. Y ahora la risa invade y atrae lo mejor de cada fruto y de cada uno de nosotros.

noticias relacionadas