La Esclavitud

Escribe Roberto Díaz

Parece mentira, pero la esclavitud fue uno de los comercios más aberrantes que aparecieron en el mundo, en el siglo XVIII. Se calcula que más de cien millones de personas fueron trasladadas desde el interior del Africa a América. Este gente, traída por la fuerza y con indecibles penurias, eran puestas a trabajar en las colonias del norte, centro y sur de América.

Entre sus trabajos más duros, estaba el levantamiento de la cosecha del algodón, del tabaco, del cacao, las minas del Alto Perú y la servidumbre doméstica.

El 22 de septiembre del año 1865, el gran dirigente norteamericano Abraham Lincoln lanza el Acta de Abolición de la Esclavitud. Esta decisión valiente del gran político estadounidense, tenía, ya, antecedentes auspiciosos. Nuestra Asamblea de 1813, ya se había anticipado al declarar la libertad de vientres en este territorio.

Pero, claro. La situación no era la misma. Fuertes intereses comerciales, hacían que la Esclavitud en los Estados Unidos fuera muy importante y toda una región, la sureña, se había levantado en armas para evitar el abolicionismo.

Pruebas al canto: un año después que Lincoln lanzara el Acta de Emancipación de la Esclavitud, se funda esa aberrante institución, llamada el Klu-Klu-Klan, que tantos crímenes racistas produjo en el sur de los Estados Unidos.

Hubo, realmente, hombres que lucharon muy fuertemente contra este sistema inhumano. Sobre todo, hombres religiosos. Personas pertenecientes a distintos cultos cristianos y, también, libre pensadores republicanos.

Los nombres de John Wesley, William Wilberforce, Julio Vizcarrondo, Emilio Castelar, Abraham Lincoln, Antonio Carrasco, son nombres significativos en esta lucha sin par. Y muchos nombres anónimos, de sectas como los Cuáqueros, que fueron los que, primero, impulsaron la abolición de la Esclavitud.

Sociedades antiesclavistas se fundaron en los principales países negreros. Se establecieron fuertes multas para quienes comerciaran con esclavos. Se trató, por todos los medios, de ir minimizando este comercio infame y aunque se consiguió eliminar el tráfico de esclavos, quedaron resabios muy fuertes de injusticias, de sociedades divididas por este problema.

Ya entrado el siglo XX, hubo pensadores modernos, líderes políticos, humanistas que pelearon para eliminar estas formas indignas de racismo. Martin Luther King y Nelson Mandela fueron dos luchadores formidables. Y sus trabajos sirvieron, sin duda, para establecer sociedades menos desiguales y crueles.

Por eso, recordar estas cuestiones es tan importante. Desde aquel lanzamiento audaz de Lincoln, que se echaba encima a una extensión ilimitada de territorio en manos de los esclavistas hasta el asesinato de Luther King, fueron innumerables los mártires y también los héroes en esta cruzada contra el tráfico de esclavos.

Africa fue el continente castigado. Sus hombres y mujeres fueron atrapados como animales y llevados en barcos miserables al otro lado del mundo. Miles y miles de seres humanos sucumbieron a estas desdichas. Y todo en aras del comercio.

¡Honor, entonces, a los tantos luchadores de estos derechos humanitarios! El Esclavismo, como otras tantas formas de explotación social y humana, debe ser erradicado definitivamente de la mente y de los corazones de la especie.

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