La Diócesis de Avellaneda Lanús celebró la Fiesta de Corpus Christi

Fue organizado por la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Piñeiro

Con una organización pensada desde el servicio, la Parroquia Nuestra Señora del Rosario (Giribone 925, Avellaneda) recibió a miles de fieles procedentes de toda la diócesis de Avellaneda Lanús el pasado sábado 1 de junio, para celebrar la Fiesta del Corpus Christi.

Las 52 parroquias estuvieron presentes, muchos de los movimientos que participan activamente en la diócesis también concurrieron, como así también las congregaciones religiosas, las diversas comunidades y los laicos en general, todos con la misma motivación: «celebrar la Fiesta  del Cuerpo y la Sangre de Cristo que nos reúne y nos convoca en el Señor», como expresó Mons. Rubén Oscar Frassia.

Con una expresión de alegría popular, los fieles participaron de la Santa Misa acompañando animadamente las diversas partes de la liturgia. En la procesión de entrada de los sacerdotes, diáconos, seminaristas y todo el pueblo presente -cuando se llega al templo dispuesto para celebrar el misterio más grande de la fe- el Ministerio de Música de la diócesis animó el canto de ingreso con un contagioso júbilo que los concurrentes supieron acompañar muy motivados. Así comenzaba la fiesta de todos.

En su homilía, el Obispo de Avellaneda Lanús, afirmó que «participar de la Eucaristía, en la presencia constante y permanente del Señor, nos lleva a otra consideración. Esa Eucaristía es firme alimento y nos invita, nos lleva, a una promesa: ‘quien come mi cuerpo, quien bebe mi sangre, aunque hubiera muerto, vivirá.’» Y agregó: «Recibir a Cristo en la Eucaristía nos hace participar en su gloriosa resurrección, vamos a resucitar con Él y vamos a vivir como resucitados. Y aunque algunos no lo podrán recibir porque están en condiciones irregulares, podrán acercarse espiritualmente a Jesús porque está allí presente»

Luego de destacar la Epíclesis (cuando el celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el Cuerpo y la Sangre de Jesús) Mons. Frassia recordó que «esa situación se llama transubstanciación; donde se cambia totalmente y ya no hay más pan; está el Cuerpo -aunque tenga resabios de trigo y de harina- no es más pan, es el Cuerpo del Señor. Lo mismo sucede con el vino, ya es la Sangre de Jesucristo.»

Visto desde los sitios más altos de la calle Giribone, se puede afirmar que la Fiesta tuvo una gran acogida. Quizás, como bien explicó el Obispo, «el misterio, en el que somos invitados y llamados, es algo contundente. Es el amor de Cristo que se quiso quedar presente en medio de nosotros. Si Cristo quiso quedarse presente en medio de nosotros, es para que nosotros no pongamos excusas. Para que ninguno diga «no puedo», «no tengo fuerzas», «es imposible».

Finalizada la celebración eucarística, la procesión -presidida por la Custodia portando el Santísimo Sacramento- hasta la Plaza Marcelino Ugarte, valió para reflexionar sobre aquello de «como cristianos, no nos podemos dar el lujo de vivir como derrotados, como vencidos, de arrastrar la vida como un carrito o una mochila por fuera, ¡no tenemos derecho a arrastrar la vida! El Señor nos da motivos suficientes para poder vivir de una manera distinta.»

Ya en el parque -adornado para la ocasión-el Obispo impartió la Bendición con el Santísimo a la numerosa cantidad de fieles y la Fiesta entró en su etapa final, que se completó en el interior del templo, ya que se pudo apreciar la excelente obra «Misa Criolla» en la voz de Zamba Quipildor acompañado del Coro de Brandsen y el Coro de la Universidad de Palermo.

Vale tener presente además, la última reflexión del Obispo diocesano que destacó la importancia de saber agradecer, tanto la organización en sí como la esencia misma de esta Fiesta: «agradezcamos al Señor porque sin la Eucaristía la Iglesia no puede vivir; sin el misterio de Cristo, la Iglesia no tiene sentido; sin la victoria del resucitado, no tendría sentido la Iglesia. Y cuando decimos «la Iglesia no tiene sentido», tampoco nosotros tenemos sentido porque, ciertamente, si Cristo no resucitó inútil es nuestra fe.»

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