La diócesis de Avellaneda-Lanús tiene 6 nuevos diáconos permanentes

El pasado sábado 18 de agosto, en una celebración eucarística en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, el obispo diocesano, monseñor Rubén Frassia, ordenó diáconos a Alberto La Paz, Ernesto Milleiro, José Cantero, Ariel Casas, Flavio Iolli y Juan Panuccio. Monseñor Frassia exhortó a los nuevos diáconos permanentes, a dejarse “imbuir y colmar por el amor de Dios” y a buscar la santidad, “esa que nos interpela, nos conmueve, nos deshace, nos lleva, nos envía, nos manda”.

El sábado 18 de agosto, en una celebración eucarística en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, el obispo diocesano, monseñor Rubén Frassia, ordenó diáconos a Alberto La Paz, designado a servir en la parroquia Nuestra Señora del Valle, de Lanús; a Ernesto Milleiro, para la parroquia Nuestra Señora del Valle de Wilde; a José Cantero, con la parroquia Sagrada Familia, de Avellaneda, como destino; a Ariel Casas de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, de Piñeyro; a Flavio Iolli, para el oratorio Don Bosco de Avellaneda y a Juan Panuccio, de la parroquia San José de Pompeo de Remedios de Escalada.

Durante su homilía, monseñor Frassia, dirigió sus palabras a los nuevos diáconos en referencia al “significado del don que Dios nos regala”, que les regala a los nuevos diáconos, a sus familias y a sus comunidades. “Cuando Dios entra en nuestra vida, siempre nos la ‘complica’; porque nos llama sacándonos de una situación, de una realidad, de una estructura, de nuestros pensamientos, para ponernos en otra situación y nos envía a una misión”, anunció.

Los animó a “buscar la voluntad de Dios” en la Iglesia, ya que esto “nos libera de muchos errores, de muchos egoísmos y de muchísimas tentaciones. Si hacemos lo que Dios nos pide y si buscamos su voluntad seremos las personas más felices, porque Dios no nos puede pedir algo contradictorio”, señaló.

Al mismo tiempo, les recordó que lo que Dios nos pide es “escuchar con atención la Palabra, creerla, enseñarla, practicarla y vivirla intensamente; que esa Palabra no sea una palabra de un funcionario que enuncia o anuncia ciertas cosas, sino que está viviendo vitalmente la fuerza interior del Espíritu que da esa misma Palabra”.

“El diácono es llamado fundamentalmente a trabajar en comunión con el obispo, bajo sus órdenes, y se inserta también en el presbiterio con los sacerdotes donde el orden diaconal es una gracia sacramental que los lleva a formar el Cuerpo de Cristo como comunidad eclesial. Tendrán que guiar, acompañar, aconsejar, servir en la Iglesia y estar atentos a las necesidades de los hermanos”, les indicó.

Monseñor Frassia exhortó a los nuevos diáconos permanentes, a dejarse “imbuir y colmar por el amor de Dios” y a buscar la santidad, “esa que nos interpela, nos conmueve, nos deshace, nos lleva, nos envía, nos manda”. Y animó a los fieles a confiar en los nuevos pastores: “¡No tengan miedo! ¡Dios no compite! ¡Dios no roba!”, les dijo.

Al concluir, pidió a Nuestra Señora de la Asunción por los diáconos: “Que esté muy presente en la vida de ustedes; porque la Virgen despeja problemas, despeja las dudas para que siempre salga y surja e irradie el sol que es Cristo. Confíen mucho en Ella. Confíen su ministerio en Ella para que se den cuenta cómo ustedes tendrán que obrar: escuchando, respondiendo, sirviendo y dando con alegría”.

Con estas ordenaciones diaconales, la diócesis de Anvellaneda-Lanús cuenta ahora con 40 diáconos permanentes.

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