La calle San Martín dejó de vivir a la sombra de las grandes avenidas

Las obras de ensanchamiento de veredas realizadas por el municipio en algunos comercios gastronómicos, revitalizaron la vida social y familiar de la zona. Una calle céntrica, que a sus numerosos y modernos edificios sumó su propio perfil comercial

Desde hace algunos años, la calle San Martín comenzó a tener un desarrollo importante en varios aspectos lo cual le permitió, de alguna manera, dejar de vivir “a la sombra” de las Avenidas Mitre y Belgrano, para empezar a tener una vida propia.

En lo que respecta al trazado urbano, los ejes principales fueron durante mucho tiempo Mitre para los que iban camino a la Ciudad de Buenos Aires y Belgrano para los que tenían como destino Sarandi, Dominico o Wilde. Entre ambas avenidas, y pasando casi inadvertida, estaba San Martín, que invitaba a ser visitada pero que en cierta forma carecía de atractivos para el paseo.

San Martín era una calle de barrio, casi oculta, parsimoniosa, en una ciudad en permanente movimiento.

Con el paso del tiempo y el boom de la construcción, San Martín empezó a sumar edificios, nuevos vecinos y, por ende, nuevas necesidades de infraestructura tanto en materia de servicios como a nivel comercial.

Luego del crecimiento demográfico y de la mencionada expansión económica con la instalación de nuevos locales, la calle San Martín comenzó a tener un movimiento de gente masivo, pero distinto al de las principales avenidas de la ciudad.

Los comerciantes de la zona recalcan que tanto la oferta como la demanda son distintas en la calles San Martín y en avenida Mitre. En ese sentido, la mayoría coincide que en que “en San Martín se venden productos más exclusivos, la gente viene a buscar cosas determinadas, no como en Mitre que se comercializan cosas standards”.

El crecimiento económico en la zona también trajo aparejado nuevos proyectos para la zona que, al final, no terminaron concretándose. Una de esas iniciativas era la “peatonalización” de la arteria, la cual estaba planificada que sea en horarios específicos y durante los fines de semana.

Con la idea sin poder concretarse aún, el municipio implementó un proyecto que significó un paso intermedio entre un transito vehicular y uno peatonal.
Desde hace un par de años, la Municipalidad decidió ampliar las veredas en las esquinas, donde se encuentran los locales gastronómicos, para favorecer la instalación de mesas en la vía pública sin perjudicar el paso de los peatones y, al mismo tiempo, convertir a la calle San Martín en un lugar de paseo y para compartir.

“El ensanchamiento de la vereda lo hizo la Municipalidad junto a otras obras en la zona. La verdad que quedó muy lindo y a nosotros nos aportó mucha gente”, aseguró Roxana González, responsable del local “Roxy”, en la esquina de Alsina y San Martín.
En el mismo sentido se expresó María Laura, titular de “La Cafetería” de San Martín y Piaggio, quien coincidió en que la ampliación de las veredas fue beneficiosa para los comerciantes del rubro gastronómico.

El cambio de imagen, más el crecimiento demográfico también trajo aparejado cambios en las costumbres, lo cual se percibe mucho más cuando se ingresa a los tradicionales bares de la arteria.

En otras épocas, los bares cercanos a la Plaza Alsina eran un punto de encuentro para los hombres, que después del trabajo se juntaban a tomar algo y charlar de la vida. Allí, las mujeres tenían ese espacio un poco más que vedado.
Hoy, la población que reside en las cercanías de la Plaza fue provocando cambios en las características de la clientela, por lo que esos “bares masculinos” se fueron convirtiendo en ambientes más familiares.

“Con la plazoleta y las plantitas está más apuntado a mujeres, antes se hablaba solo de futbol. Es más, acá atendemos todas mujeres”, afirmó María Laura de “La Cafetería”. En tanto, Roxana González de “Roxy” sostuvo que “antes el bar era todo de hombres, ahora casi no hay, es más de mujeres”.

“Ese quiebre empezó a darse ni bien llegamos, porque somos todas mujeres y los hombres empezaron a mermar, quizá se fueron a otro lado -agregó González- ahora se hizo un bar familiar y de mujeres y además nosotras decoramos todo mas femenino”.

En cuanto a los servicios, los bares también se fueron aggiornando a la demanda de la clientela y a sus nuevas características. En la actualidad, los bares no solo están esperando a aquellos que se acercan a desayunar y a leer el diario, sino que también reciben a los otros que, tecnología mediante, se sientan con tablets, notebook o los celulares a informarse, trabajar o estudiar.

En medio de toda esta “nueva tendencia”, también convive la Pizzería de San Martín y 9 de Julio. Este local, atendido por Miguel, su propio dueño, aún conserva la estética y las características de los bares de antaño.

Su mostrador, sus mesas y la disposición de éstas todavía remiten a otra época. Sin embargo, como pidiéndole disculpas a la tradición, implementó “envíos a domicilio” para responder a las necesidades de sus clientes.

Pasaron los años y la calle San Martín dejó de ser la sombra de avenida Mitre , para pasar a vivir con sus propias luces.

noticias relacionadas