«La Biyuya Tango», la nueva generación de un género que busca renovarse

Nacieron haciendo covers de The Beatles y hoy son una banda reconocida dentro de la movida tanguera

Con más de una década trabajando en busca de una identidad y un sonido que los caracterice, «La Biyuya Tango» logró trascender las fronteras de Avellaneda y posicionarse entre las mejores bandas de música ciudadana que, con nuevos aires, busca conquistar el oído de aquellos jóvenes que se acercan a este género, como así también el de los experimentados que crecieron entre milongas y orquestas típicas.

Los comienzos de «La Biyuya» datan de 1998, cuando ni siquiera se llamaba así, sino «El Palacio de la Luna». Con Pablo Marasco en flauta traversa y Pablo Dichiera y Lucas Bergallo en guitarras criollas, la banda dio sus primeros pasos interpretando covers de The Beatles, mechados con algunos tangos y temas propios.
«Estudiábamos juntos en el Conservatorio Manuel de Falla, lo hacíamos para divertirnos y laburar un poco en algunos boliches de Capital. Había más trabajo que ahora, era otra movida», le aseguró el propio Pablo Dichiera a La Ciudad, al referirse a esos comienzos.

El grupo hacía música instrumental y, más allá del buen sonido, entendían que se necesitaba una voz para que la gente de los boliches no se dispersara y les prestara más atención.

Allí comenzó la búsqueda, el boca a boca y los avisos pegados en la Escuela de Música Popular, donde también se formaban en el uso del instrumento. En ese marco, llegó Marina Baigorria y empezó una nueva etapa en la banda.

«Me acuerdo que el primer tango que hicimos con Marina fue Tomo y Obligo que está grabado en el primer disco –agregó Dichiera- la gente empezó a ver otra dinámica y ahí nos dedicamos al tango, y nació La Biyuya»

«Justo unos meses antes que ingresara Marina, nos habíamos decidido a hacer tango, pero con esta formación, al no ser una orquesta, necesitábamos un cantor», explicó.
Como cuarteto grabaron su primer disco, «Tango en Bruto» (2001), el cual según el propio Dichiera, fue armado de a poco, porque ya tenían grabados cuatro temas instrumentales y después habían grabado otros cuatro cantados.

«Los estábamos haciendo como demos, hasta que un amigo nos preguntó por qué no armábamos un disquito, si ya teníamos todo grabado y sonaba bien», recordaba Dichiera.

Como todo primer disco, la producción y el trabajo posterior fueron a pulmón. La tirada al principio fue casera y con la computadora pero cuando vendieron los primeros cien mandaron a hacer más.

«En esa época nos íbamos a Cosquín de gira gracias a una casita que consiguió Marina y nos fue bárbaro, a la gente le gustaba -relató- pero corríamos con la ventaja de que éramos chicos, teníamos veinte años y eso llamaba la atención».

«Lo importante de este disco es que se cerró el grupo -añadió- a partir de ese momento nos consolidamos como La Biyuya».

Segundo disco, un nuevo desafío
El segundo disco fue también toda una apuesta en cuanto al crecimiento de la banda. Tras la primera placa, Lucas Bergallo dejó el grupo y «La Biyuya» siguió como trío hasta la incorporación, de Natasha Moguilner, en bajo.

«Como veía que como trío no andaba, le faltaba algo, pensé en reemplazar la guitarra que se había ido por un bajo eléctrico, para darle otro sonido», comentó Pablo Dichiera.

En ese segundo disco, llamado «El cuento de que Dios es argentino» (2003), empezaron a incorporar temas propios.

«Este ya lo armamos pensando en un disco, en lo que es su producción. Es un disco pensado palabrita por palabrita, queríamos hacer un concepto de disco, que cuente una historia en sí», remarcó.

«La idea era contar cómo nosotros, pese a no ser de una generación que está dentro del tango, sí estábamos dentro de él -añadió Diachiera- sin ser los tangueros típicos, nosotros éramos tango también».

Consultado sobre los resultados de ese segundo disco, Dichiera puntualizó que «para nuestras expectativas, explotó, tenemos vendidas más de mil copias».

Así como esta placa les demandó más trabajo de producción, también los obligó a doblegar esfuerzos en toda la logística. De hecho, ellos mismos fueron los encargados de recorrer disquerías de capital y Buenos Aires, dejando sus CDs para la venta.

«La verdad que fue una locura, pero en esa época teníamos tiempo, muchas ganas y nos fue bien», evocó Pablo.

«Buenosairece», el tercer hijo de «La Biyuya»
En el año 2006, «La Biyuya» dio a luz a su tercer hijo: «Buenosairece», el cual, a diferencia de los dos primeros, no fue grabado en vivo. Además, para este disco, ya se había sumado Pablo Vaira en bajo, quien había ingresado a la formación el año anterior.

«Este disco ya tiene como particularidad que la mitad de los temas son nuestros y agregamos percusión, con Santiago Varela, y el grupo pasa a ser de cinco», aseguró Dichiera.

En cuanto a la evolución de la banda y sus discos, Pablo Dichera fue claro: «En Tango en Bruto nos mandamos a hacer tango, en El Cuento de que Dios es Argentino tomamos conciencia de que estábamos haciendo tango y pedimos permiso, y en Buenosairece le metimos lo nuestro».

En el próximo trabajo discográfico, que se va a llamar «De este lado del puente», «La Biyuya» promete romper con todos los esquemas, sumando bandoneonista invitado, acordeón, batería fija y guitarra eléctrica durante todo el disco, clarinete y muchos efectos sonoros.

«Es un disco que venimos grabando desde julio del año pasado en nuestros estudios, con diez temas propios, no hay versiones de nadie», adelantó Dichiera.

Con respecto a la renovación que significa para el tango el aporte de nuevas letras, Pablo Dichiera aseguró que los «complica desde lo económico porque hoy si hubiéramos seguido el otro camino estaríamos trabajando más quizá, pero preferimos meternos en esta búsqueda artística».

«Al viejo tanguero yo lo respeto porque en los peores años del tango se quedó en la trinchera aguantándola. Nosotros recién somos una generación nueva, llevamos solo diez años en esto», agregó.

«Este es un género donde después de determinada época se hizo muy difícil hacer algo -comentó Dichiera- porque no hay forma de igualar lo que hicieron Troilo, Piazzolla y D’arienzo, o letristas como Manzi, Discépolo o Cátulo Castillo».

«¿Cómo hacés para escribir lo que escribían estos tipos?», elogió el guitarrista de «La Biyuya».

«Nuestra intención es llegar a los pibes, hacer que esto continúe de alguna forma porque el tango es una música increíble, me parece que es la música clásica argentina», definió Dichiera.

En ese sentido, remarcó que el tango se queda un poco en la ortodoxia y la responsabilidad de las nuevas generaciones es justamente romper con esos conceptos.

Una movida tanguera en pleno Crucecita
Además de recorrer diversos escenarios para llevar su música, la banda empezó a centralizar su actividad en la Sociedad de Fomento Crucecita Oeste, en San Martín 1712, donde desde agosto de 2009 organizan todos los meses un encuentro cultural y artístico.

«Invitamos a grupos amigos que no necesariamente tienen que ser de tango, el único requisito es que tengan convicción por el arte, que sepan que mediante él se puede transformar», aclaró Dichiera.

«Económicamente nos va más o menos con esto pero humanamente muy bien porque el treinta por ciento de la entrada es para el club, para que pueda comprar su propio sonido –remarcó con orgullo- en un año, se pudo adquirir una consola de doce canales, otra de ocho y dos cajas, ahora vamos por todos los cables y los micrófonos».

Finalmente, Pablo Dichiera invitó a todos a conocer a «La Biyuya», a la que definió como «un grupo de gente que quiere conectarse con otra gente a partir de la música, porque mediante ella y de la palabra se pueden transformar muchas cosas».

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