“Jugados en el amor”, un llamado a los fieles de Avellaneda-Lanús

Fieles de las parroquias, capillas, colegios y comunidades católicas de Avellaneda y Lanús peregrinaron al santuario de Nuestra Señora de Luján el sábado 5 de septiembre. El obispo diocesano, monseñor Rubén Frassia, invitó a vivir “en el señorío de Jesús, jugados en el amor”, y dando testimonio de vida cristiana.

(AICA) Fieles de las parroquias, capillas, colegios y comunidades católicas de Avellaneda y Lanús peregrinaron al santuario de Nuestra Señora de Luján el sábado 5 de septiembre, acompañados por los sacerdotes y diáconos, y guiados por el obispo diocesano, monseñor Rubén Frassia, que celebró una multitudinaria misa en el interior del templo.

 

En su homilía, monseñor Frassia consideró que esta visita a la patrona nacional es una oportunidad para “tomar decisiones” y “definirnos”, afirmando que el Señor ha dado la vida por cada uno y así, reconciliados, cada bautizado pueda dar la vida por los demás.

 

El obispo afirmó que la fe cristiana parte de una realidad: “Cristo nos redimió, nos salvó, nos dio su vida y la tenemos que recibir pero también hay que darla; porque si no se da, se pudre, envejece, se la liquida; en cambio dándola, uno se expresa y vive la plenitud de la vocación humana y cristiana”.

 

Comentando el evangelio, el prelado observó que los discípulos de Jesús eran criticados por no observar las costumbres de entonces. Dijo que en la actualidad no abundan las actitudes legalistas, pero sí otros peligros que envician la vida. Se refirió al consumismo, la indiferencia, el individualismo, el “buscarse a sí mismo, el acomodarnos”. Todas esas situaciones, aseguró, “nos amenazan y rodean, y pueden matar en nosotros el señorío de Cristo”.

 

El obispo invitó a los fieles a pertenecer al señorío de Jesús. “Él nos redimió, nos salvó, nos cambia, nos hace nuevos; por lo tanto no podemos vivir como derrotados, abatidos o indiferentes; no podemos vivir ni siquiera una vida doble, una simulación; no podemos dejar en nosotros los miedos que golpean las puertas de nuestro corazón y apagan las luces de nuestra inteligencia”, aseveró.

 

Monseñor Frassia reconoció que muchos peregrinos llegaron al santuario para presentar a María sus fragilidades, miedos, cansancios, dolores personales, familiares o comunitarios, y especialmente se refirió al drama de la guerra y del hambre en Medio Oriente. Observó que esto ocurre por “algunos empedernidos y fanáticos que quieren destruir la humanidad”.

 

El obispo invitó a rezar juntos para crecer en el compromiso de la vida cristiana. “Queremos vivir jugados en el amor, queremos vivir entregados, queremos vivir en la verdad y en el compromiso”, afirmó.

 

Monseñor Frassia concluyó su homilía compartiendo una oración: «Madre nuestra, Madre de Dios, ayúdanos a vivir nuestra vocación, pues no queremos apagar el espíritu de tu Hijo en nosotros, no queremos ser tibios; danos la fuerza de llevar con dignidad el nombre de católico, de cristiano, de hijo de Dios, de pertenecer a la Iglesia.

 

Te pedimos también porque queremos vivir en esta plenitud, porque no nos concebimos y no nos pensamos de otra manera. Te damos gracias Madre por recibirnos. Te damos gracias por cuidarnos. Te damos gracias por consolarnos. Te damos gracias porque nos animas y nos ayudas a madurar. Sabemos que si Tú estás en nuestra vida, todo esto será posible para nuestra Iglesia diocesana de Avellaneda-Lanús y también será posible para el mundo. Muchas gracias María por recibir nuestras súplicas y peticiones».+

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