Juan, el Bautista, nos llama a la conversión

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia en sus reflexiones radiales se refirió al Evangelio según San Mateo 3, 1-12 (ciclo A)

La figura central, que está en la antesala del Antiguo al Nuevo Testamento, es la presencia de Juan el Bautista. Este hombre, el último de los profetas, anuncia y prepara los caminos del Señor: “preparen el camino del Señor y allanen sus senderos”; era la voz que clamaba en el desierto, que pedía conversión, penitencia y sobre todo cambio de vida.

Cuando la gente se acerca a la fe, cuando se acerca a la Iglesia o cuando se acerca a una manifestación religiosa, es el inicio de algo muy importante; pero tiene que provocarse y producirse un encuentro donde Dios tiene la iniciativa y tiene que entrar en el corazón del hombre. Y cuando Dios entra en el corazón del hombre se produce gozo, alegría y paz, pero también la decisión de conversión. Cuando Dios te toca, y uno lo experimenta, hay un antes y un después. El llamado de Juan el Bautista es a la conversión. De alguna manera, el pueblo de Israel está todavía identificado a esa figura.

Pero luego viene Cristo que nos trae una universalidad, una catolicidad, una comunicación en un lenguaje para todos; no sólo para el pueblo de Israel, sino también para los paganos, para todos los hombres de todos los pueblos.

Juan el Bautista sabe perfectamente que él no es el personaje principal; él viene a “preparar los caminos”, pero reconoce en la verdad y en la humildad que “ni siquiera es digno de quitarle las sandalias”. Va a venir el Mesías, el hijo de David, el Hijo de Dios, el Ungido y “Él los va a bautizar en el Espíritu Santo y en el fuego”

Pidamos hoy tener la capacidad de Juan el Bautista: vivir en verdad y humildad para recibir al Señor que viene. Que seamos capaces de dejarnos tocar por el Señor y que nos podamos convertir, cambiar de vida, de actitud, en este Adviento que es una preparación para el encuentro con el Señor definitivamente.

Los invito a esto; que en esta actitud de Adviento haya vigilancia, discernimiento y, sobre todo, compromiso.

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