Jorge Trainini, el cardiólogo que halló el ‘hueso del corazón’: “No lo vimos antes porque no se nos ocurre desplegar el corazón en plena cirugía”

El hallazgo del fulcro cardíaco aportado por este especialista supone un cambio de paradigma en la mecánica y morfología del corazón con impacto en ciertas técnicas quirúrgicas.

Jorge Trainini, ex presidente del Colegio Argentino de Cirujanos Cardiovasculares y ex presidente ejecutivo del Hospital Perón de Buenos Aires. Foto: José Luis Pintado. 

 

El cirujano cardiovascular Jorge Trainini lo define como “el corazón del corazón” un “sello de inviolabilidad”, o un “punto de apoyo” que permite al miocardio eyectar la sangre a un ritmo endiablado. Es el fulcro cardíaco.

Si no nos extraña que un músculo esquelético disponga de una inserción donde amarrarse, ¿cómo iba a ser menos el músculo cardíaco? Una vez identificado parece tan obvio que resulta absurdo no haber reparado antes en su existencia, pero así ocurre cuando la ciencia pone una verdad ante nuestros ojos. Y así ha sido literalmente: Jorge Trainini cuenta que en algunas de sus conferencias ha llegado a disecar corazones y hacerlos pasar a los asistentes para que “ellos mismos toquen el fulcro”.

Entrevistamos al profesor Trainini con motivo de su paso por Madrid para visitar al Instituto de Investigación Aplicada a la Educación en Ciencias de la Salud Fundación Practicum, al que está unido a través de la Cátedra de Medicina Basada en la Complejidad.

Es el principal autor del libro Fulcro y torsión del miocardio helicoidal, donde se detalla el descubrimiento de este “hueso”inédito en la literatura médica.

 

PREGUNTA. Sus investigaciones han desvelado el punto de apoyo del corazón humano, lo que han denominado fulcro cardíaco, ¿podría definir en esencia en qué consiste y cuál es la composición y principal función? 

RESPUESTA. El momento más emotivo en la investigación basada en la anatomía real del corazón fue encontrarnos con un soporte para el miocardio que hemos bautizado fulcro cardíaco, nombre pensado en honor a Arquímedes, el autor de esa famosa y muy certera frase: “Dadme un punto de apoyo y moveré al mundo”. Para
cumplir con la función el miocardio debía estar sujeto a un apoyo porque le sería imposible eyectar la sangre del corazón a alta velocidad y contra la ley de gravedad. Los corazones estudiados (humanos y animales) con técnicas anatómicas e histológicas certificaron dicho amarre del miocardio al fulcro. Las fibras que dan origen al miocardio, como asimismo las de su terminación, se sujetan al fulcro, quedando el resto de la estructura muscular libre en el mediastino.

P. ¿Cómo es posible que los cirujanos (usted mismo en las miles de cirugías que ha realizado) no hayan reparado antes en este hueso del corazón?

R. Yo me lo pregunté infinidad de veces. De hecho, pasó mucho tiempo antes de que lo diéramos a conocer. No es fácil vulnerar paradigmas. Es que a los cardiocirujanos no se nos ocurre desplegar el corazón en plena cirugía. Si el corazón no se despliega, separando el ventrículo derecho junto con la pulmonar del septum,
no se halla el fulcro. Y si se hace esto el corazón no funciona más.
El fulcro es como el corazón del corazón y un sello de su inviolabilidad. Está en un plano inferior de la coronaria derecha y en continuidad con la aorta, debajo de ella, pero nada tiene que ver con los trígonos. Su ubicación es equidistante a estos. Fue lo primero que analizamos desde la anatomía e histología para describir su individualidad

 

Fulcro en un corazón humano adulto. Foto: J. Trainini

P. El proceso de su investigación recuerda inevitablemente a la labor del cardiólogo español Francisco Torrent Guasp. La demostración por parte del alicantino de que la estructura del corazón es una especie de banda hecha de fibras que se enroscan
hasta formar las cavidades del miocardio casi le otorga el Premio Nobel. Como él, usted también ha diseccionado decenas de corazones hasta dar con el fulcro. ¿Recuerda el momento en que se dio cuenta de que lo había encontrado? ¿Qué pensó entonces?

R. Torrent Guasp debió haber sido galardonado con el Nobel. Ser un adelantado le cobró con rechazos esa osadía. Una de nuestras aspiraciones ha sido reconocer su valía. A tal fin pude hacer su biografía luego de pasar varios días en su altillo donde hacía las disecciones. Francisco ya había partido de esta vida pero, la generosidad de su familia, me permitió ver el punto en donde había dejado la investigación y proseguir con la misma. Fruto de esa estadía en Denia es el libro que realizamos con un gran cirujano español Jesús Herreros (recientemente fallecido) y que denominamos El Explorador del Corazón (2019), en donde se relata la vida y la pasión de Torrent.
Personalmente, a nosotros nos costó asumir lo que veíamos, al descubrir el fulcro. Al fin nos convencimos y se la dimos al patólogo para que nos dijese que veía en la histología. No le dijimos de donde había sido extraído. Nos llamó contrariado para decirnos que le habíamos mandado un trozo de hueso. Al comentarle que lo habíamos sacado de un corazón no lo podía creer. Luego había que demostrarlo en el corazón humano. Lo analizamos en corazones de gesta, en el de niños, en adultos. En porcinos, bovinos. En todos los especímenes los hallamos.

“Si el corazón no se despliega, separando el ventrículo derecho junto con la pulmonar del ´septum´ no se halla el fulcro”.
En determinado momento de la exploración teníamos el fulcro cardíaco por una parte y el miocardio por otra, pero para cumplir con los pasos coherentes que exigía esta investigación entre estructura y función cardiaca debíamos entender que faltaba un paso. Y este era la inserción del miocardio en el fulcro cardíaco. Y
esto lo hemos corroborado en toda la histología analizada, constituyéndose en un punto sólido de razonamiento para cumplir con su acción biomecánica. Esta demostración la encontramos cuando dirigimos el análisis histológico al punto de inserción del miocardio helicoidal, en su origen y en su fin, con el fulcro cardíaco. En todos los corazones analizados se halló este amarre, insertándose el músculo en el fulcro como la hiedra a la piedra, integrando una unidad miocardiocítica-matriz.

 

Inserción de las fibras miocárdicas en el fulcro cardiaco de un corazón humano, que se asemeja a una hiedra en la piedra. Foto: J. Trainini

 

Nosotros también lidiamos como lo hizo Torrent Guasp durante toda su investigación. Primero fue conseguir una buena cantidad de corazones humanos desde la morgue para su estudio, después convencernos que lo que veíamos era real y, por último, que se nos permitiese discutir la idea, difundirla, consensuarla. No es fácil romper un paradigma cardíaco que lleva cuatro siglos. Le pasó a Torrent Guasp cuando desplegaba los corazones. También nos pasa a nosotros. Evidentemente necesitamos tener la posibilidad de poder mostrar, discutir y mejorar esta observación sobre la mecánica cardiaca.

P. ¿Qué repercusiones puede tener su hallazgo anatómico en la clínica? ¿Y en la cirugía cardiaca o en el trasplante?

R. Obviamente toda la investigación conduce a comprender que el corazón es un músculo que toma una configuración en continuidad y que tridimensionalmente es un helicoide que se torsiona y detorsiona y que presenta un soporte cartilaginoso-
tendinoso para poder ejercer los movimientos con la fuerza necesaria de eyectar contra la gravedad. Esto lleva a plantear la introducción de los hallazgos a las terapéuticas. En este sentido los 100 primeros milisegundos de la diástole son activos, hay contracción muscular contra lo que se sabía hasta el momento.

Esta es una fase en que el corazón, luego del cierre de la válvula aórtica y antes de la apertura de la válvula mitral es una cavidad cerrada sin cambios de volumen en que la presión cae bruscamente generada por la contracción muscular. Actúa como un “efecto ventosa” para poder succionar la sangre en forma activa. La pequeña diferencia de presiones no justifica más pensar en vis a tergo, sino en succión activa. Por lo tanto, debemos analizar que hay tres fases: sístole, succión y diástole en el ciclo cardíaco.
Ante esto las implicancias en la terapéutica incluyen: comprensión de enfermedades catalogadas paradójicamente como insuficiencia cardiaca con fracción de eyección conservada; técnicas de reducción ventricular basadas en esta anatomía que venimos empleando y que llamamos reducción elipsoidal sin necesidad de sacrificar miocardio; nuevos sitios de implante en los procesos
electrofisiológicos de resincronización ventricular y colocación de marcapasos para evitar los pacientes no respondedores. Esto último se halla basado en que hemos encontrado mediante la investigación con el sistema Carto (mapeo electroanatómico tridimensional) que el camino de la estimulación permite que la contracción de haces miocárdicos logra hacer funcionar al miocardio como una hélice con fuerzas contrapuestas que generan la torsión necesaria. Esto
está corroborado por la ecocardiografía.

 

En los procedimientos de resincronización cardiaca hemos podido conseguir realizar en nuestros pacientes la estimulación en el lugar adecuado del helicoide miocárdico, evitando tener esos no
respondedores, de acuerdo al recorrido del estímulo por los segmentos miocárdicos. Esto permite restaurar la presión negativa (absoluta o relativa) para generar la succión ventricular izquierda.

P. A lo largo de sus investigaciones, ¿ha encontrado alguna enfermedad o anomalía en la que se encuentre implicado el fulcro cardiaco?

R. Más allá de ser un tema a tener presente, el verdadero proceso patológico se produce en el motor muscular. Siempre hemos pensado en el miocardio, pero también debemos analizar que el
fulcro, ante la torsión-detorsión miocárdica actúa como un cojinete. Además, podría impedir que el movimiento de rotación del hélix ventricular se traslade a la aorta, lo que obstaculizaría la
eyección sistólica, logrando disiparse de esta manera la energía en dicho núcleo.

P. En su opinión, ¿cómo se ha recogido este descubrimiento por parte de sus colegas y, en general, de la comunidad científica?

R. No es fácil ir en contra de lo establecido culturalmente. Alfred Whitehead (1861-1947) lo expresaba con claridad: “En su plenitud, todo sistema es un éxito triunfal; en su decadencia, es un estorbo”.
Se necesita de la idea, de la investigación, del lenguaje y de posibilidades estratégicas para materializarla y difundirla. Hubo una gran aceptación en todas las conferencias que hemos dado
(Buenos Aires y otras ciudades de Argentina; Madrid; Valencia, México, etc). Me parece que el factor principal fue no solo hablar sino disecar en público corazones y hacerlos pasar a los concurrentes a que ellos mismos toquen el fulcro y puedan desplegar el corazón. Solo se cree cuando se ve, decía Tomás de Aquino.
Hay repercusión porque esto tiene asombro. Debemos saber que entramos en un nuevo conocimiento y que la investigación a completar debe ser seria y con las precauciones necesarias. Hay muchas publicaciones ya difundidas extensamente. Recientemente en el Reino Unido salió una investigación en todos los mamíferos sobre este tema, digamos en forma retrospectiva. En el inicio del artículo se nos menciona como los que hemos encontrado el fulcro en los humanos, los que le hemos dado el nombre de “fulcro cardíaco” y además detallado su función en la mecánica cardiaca. Lo más importante reside en que en algunas cátedras de Anatomía ya se está enseñando estos conceptos. Cuando disecamos corazones en la Facultad de Anatomía en la Universidad Complutense de Madrid, los mismos quedaron referidos para la enseñanza. También es un trabajo reconocido por revistas científicas como  Morphologie ,  Rec CardioClinics , RETIC, Revista Argentina de Cardiología, Interventional Cardiology, Anatomy   Physiology, etc.
“No es fácil romper un paradigma cardíaco que lleva cuatro siglos. Le pasó a Torrent Guasp cuando desplegaba los corazones”

P. ¿Cuáles son los próximos pasos que tiene pensados en esta línea de investigación?

R. Esta investigación partió desde lo básico. Lo primero fue corroborar que el miocardio era un músculo continuo tal cual lo había demostrado Francisco Torrent Guasp hacia 1970. La prosecución de la misma nos llevó a pasos trascendentes para  entender que la potencia desarrollada por el corazón no era posible sin un punto de apoyo, tal cual lo tiene todo músculo. Esta pregunta nos condujo al hallazgo del fulcro cardíaco, el soporte del miocardio. La torsión del miocardio para expulsar su contenido y la detorsión para efectuar el proceso de succión genera una fricción que necesita indudablemente de un mecanismo lubricante para no desperdiciar energía. Entonces descubrimos la gran cantidad de ácido hialurónico entre las capas del miocardio. Este lubricante se halla en los lugares del cuerpo humano que necesita de elasticidad, fundamentalmente lo encontramos en las articulaciones en gran proporción y también en la piel. No se había hablado hasta este momento de la posibilidad del ácido hialurónico en el miocardio.
Ahora está clara su función aunada al proceso de torsión-detorsión cardiaca. Estructura se halla unida indisolublemente a función. Por lo tanto la continuidad investigativa fue la mecánica cardiaca. En solo 800 milisegundos, lo que dura un ciclo cardíaco, el corazón ejerce cantidad de movimientos concatenados, complementarios, manejo de presiones, volumen, ritmo e irrigación que no deja de sorprendernos. Calcule usted que ejerce un trabajo diario equivalente a elevar una tonelada de agua a un metro de altura, que expulsa la sangre a una velocidad de 200 cm por segundo con solo un consumo de 10 watios. Su eficiencia mecánica, con un peso de solo 270 gramos,  no ha sido igualada por ninguna invención humana. Trabaja 80 años sin mantenimiento expulsando de 4 a 6 litros por minuto.

Pues bien, entendimos que el corazón es un órgano de constitución biológica que cumple funciones profundamente hidráulicas.  Esto nos llevó a trabajar con ingenieros que entienden en esta materia.
El corazón por su complejidad debe ser analizado dentro de la teoría general de los sistemas, en donde el todo es mayor que la sumatoria de las partes.

 

                            “El corazón ejerce un trabajo diario equivalente a elevar una 

                                                 tonelada de agua a un metro de altura”

 

Al ser un corazón un sistema, involucra un número de partes que corresponde al mismo en carácter de todo No puede el concepto de la estructura cardiaca ser reduccionista. Así el miocardio, las válvulas, la circulación coronaria, los haces de conducción y sus sistemas celulares forman una estructura conformando una organización (patrón), cuya función es cumplir con las fases de
succión, almacenamiento y expulsión sanguínea. Esto obedece a la teoría general de los sistemas.
Sus características son: es un todo constituido por partes; sus propiedades hacen al conjunto; tiene relaciones ordenadas entre sus componentes; si sus partes se aíslan se destruye el sistema; la
red que establecen sus componentes adquiere distintos niveles; cada nivel tiene sus propiedades específicas; este patrón no se comprende desde el análisis exclusivo; es contextual, ya que participa de todo el entorno que lo rodea; se halla constituido en esencia organizativa por redes de relaciones; el sistema cardíaco en su continuidad de flujo de materia y energía es un sistema abierto, como tal presenta un equilibrio entre estabilidad e inestabilidad, en donde el flujo de energía es una renovación constante. Este pensamiento nos llevará a organizar, creemos, todos los hallazgos en una teoría unificada.

 

Entrevista realizada por DIARIO MEDICO 

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