“Jesús nos llama a rezar sin desanimarnos”

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia en sus reflexiones radiales se refirió al Evangelio según San Lucas 18, 1-8 (ciclo C).

Es cierto que en el mundo exitista que todos tenemos, muchas veces reducimos nuestras acciones y expectativas a los resultados: “quiero esto”, “consigo lo otro”, “compro esto”, “quiero tal otra cosa”, “compro un celular, tiro el otro”, “tengo un GPS”; es el mundo del consumo ¿verdad?

Pareciera que, de alguna manera, toda nuestra vida se agota en las causas y en los efectos de los resultados. Si los tengo, pareciera que soy más feliz, y si no los tengo, soy menos feliz o soy un infeliz. Pero la vida no es eso.

Nuestra vida es un misterio y un misterio mucho más profundo. No podemos jamás reducirnos a los logros de las cosas o de los resultados, ¡somos un misterio! Y en ese misterio, para ser completados, ser integrados y poder pertenecerse, es necesario abrirse a Dios, a la trascendencia. Y por eso tenemos que rezar.

Rezamos no por la utilidad ni para lograr tal efecto, ¡rezamos porque queremos hablar con Dios!, porque le queremos contar a Dios, porque le confiamos a Dios; rezamos porque le creemos, rezamos porque creemos, y es lo mejor que nos puede pasar.

Pero la oración de la fe, la oración del creer, el rezo, fundamentalmente está respondiendo a su iniciativa. ¿Dónde está la clave? La clave está en Su Palabra; en la Palabra de Dios que nos habla, y que atentamente escuchamos y con disponibilidad respondemos. Por eso el rezo es, fundamentalmente, leer la Palabra, masticar la Palabra y luego convertirla en oración.

Queridos hermanos, cuantas veces la gente habla y habla, hay tanta locuacidad, tanto hartazgo de las palabras que ya pierden el contenido y la valía de la propia expresión. Por eso es importante aprender a hacer silencio, a escuchar más y a responder mejor. Oremos sin desanimarnos, así tendremos paz y la comunicaremos a los demás.

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