«Jean Muir» una marca que hizo escuela en Sudamérica

Oscar Raúl Félix, el «Emperador de los Cepillos».

Hijo de una tradicional familia de Avellaneda, Oscar Raúl Félix logró llevar sus creaciones y la bandera de su querida ciudad a cientos de rincones del mundo.

A través de su fábrica de cepillos y productos «Jean Muir», Oscar Félix se convirtió en una referencia y en un modelo a seguir por todo aquel que intentara «subirse» a un rubro donde él abrió caminos.

«Fui el mejor de Sudamérica, no por nada me decían el Emperador del Cepillo. Fui escuela para Brasil y para muchos otros países, exportamos a Francia, Canadá, Noruega y, de México para abajo, a todos», le resumió el propio Oscar Félix a La Ciudad, a la hora de explicar cuál fue su legado.

Oscar Félix nació hace 73 años en avenida Mitre al 2000, en la Casa de la señora Ruggiero, cuando Avellaneda era un lugar netamente de trabajo. «Esta ciudad era la ciudad mameluco, se vendía más ropa de trabajo que zapatillas o comida, hoy las barracas están vacías, no hay cuero…», se lamentaba al añorar aquellos años de gloria del Partido.

Con respecto a su incursión en el mundo empresarial con la fabricación de cepillos, Félix resaltó que fue producto de la fusión de su formación y de la tradición familiar.

«Yo había hecho la carrera de Técnico Mecánico en el Ángel Gallardo y era peluquero por herencia, porque mi padre le cortaba el pelo a Barceló y mi madre también era peluquera», comentó.

«Hasta los treinta años fui peinador, había trabajado en el puerto de Buenos Aires como peluquero de hombre en los barcos, cortando el pelo a los tripulantes ya que en esa época había gran movimiento portuario».

Las vueltas de la vida lo llevaron a Europa, donde estuvo peinando en Roma. También pasó por Alemania, visitó Francia para presenciar un «Campeonato Mundial de Peluquería» y, atraído por una española, se fue a vivir a Toulouse.

«Extrañaba mucho porque yo soy de la época de oro del tango, y me volví a Buenos Aires para fines de los años ’60 con la moda del brushing y ahí nació la empresa.», aseguró Oscar Félix.

«Empecé a comprar y vender, y después cometí el error de ponerme a fabricar. La pauta está en que en este país los grandes negocios los hace la intermediación parasitaria», afirmó Oscar Félix.

Ni bien se puso a fabricar, el crecimiento fue muy grande. Primero se instaló en Lanús y luego en su actual fábrica de Acha 452, de siete mil metros cuadrados en Sarandí.

«En un momento estuve a punto de vender la empresa muy bien, a gente de Suiza, pero me equivoqué y no lo hice», aseguró Félix, aunque no se arrepiente porque «haber vendido la empresa hubiese sido como vender a un hijo».

Los ’90 y la importación, dos problemas de la Argentina   
Desde el nacimiento de su empresa, Oscar Félix no hizo más que crecer y, como él mismo indicó, no parar de poner ladrillos. «Eso fue hasta los años ’90. La empresa hoy ocuparía toda la manzana si no venía Menem y se le ocurría lo que se le ocurrió», aseguró al criticar la falta de incentivo a la producción local y abrir los mercados a los productos «chatarra».

Incluso hoy, la política económica tampoco le permite sacar rédito a la hora de vender al exterior, aunque lo siga haciendo. «La exportación tampoco nos conviene, porque el dólar está quieto, aumentaron los insumos y los impuestos, y encima te retienen el cinco por ciento que no te lo devuelven», enfatizó.

Hoy en día, «Jean Muir» mantiene la calidad en sus productos lo cual, sumado al prestigio ganado, le permite hacerse fuerte en el mercado interno. «La mayor distribución la tenemos por los salones de peinado, el peluquero es nuestro mejor cliente y el mejor propagandista», sostuvo.

«Nuestros clientes mantienen una gran fidelidad hacia nuestra compañía por el respeto comercial que hemos brindado y la calidad de nuestros productos», remarcó Oscar Félix.

En tanto, resaltó las dificultades que presenta el mercado interno, al asegurar que «estamos en manos extranjeras que no producen nada y que fijan los precios, incluso destruyen las marcas porque hacen las propias, pero no fabrican, sino que compran la producción».

Diversidad de productos y líneas   
En «Jean Muir», de Oscar Raúl Félix, se puede encontrar un montón de productos de uso domiciliario, para la higiene, la ducha, uñas, cabello y cepillos dentales, entre otras cosas, como así también diversos exhibidores fabricados por su propia carpintería y línea de inyección.

«Cada una de las líneas son lanzamientos que vamos haciendo para acompañar lo que va proponiendo la moda. Jean Muir es la madre de todas, la primera; después Johanna nació para el supermercadismo y Las Perlas de Mariela es una línea que hice en homenaje a mi señora esposa, que falleció hace tres años», explicó Oscar Félix.

La línea Jean Muir fue lanzada al mercado hace más de 30 años y está compuesta por más de 700 productos los cuales se van renovando según los cambios en la moda.

Cada uno de sus productos está realizado con las mejores materias primas de Argentina y se destaca por su mezcla de cerdas naturales elaboradas en la propia compañía y por su grip de madera de gran pulido.

Quienes recorran su catálogo encontrarán cepillos neumáticos, circulares y araña, así como cepillos para la ropa, uñas, de baño y pinceles de tintura.

Por otra parte, la línea Johanna es una línea económica de cepillos y peines capilares y espejos. Además, cuenta con productos para la ropa y uñas, todos de una excelente calidad, alta rotación y bajos precios.

Para los más exigentes, la empresa cuenta con una línea de lujo: «Tiempo de Tango», la cual viene en carey, cristal o madera.

«Esta línea estaba pensada para un segmento alto, pero lamentablemente la perfumería desapareció y fue absorbida por la farmacia, por lo que no hay tantos puntos de venta para productos de tanta calidad, así que lo estamos vendiendo a Europa», comentó Oscar Félix.

Otra de las líneas pensada por Oscar Félix está destinada al cuidado de las mascotas. Al respecto, explicó que creía que ahí tenía un buen mercado, pero «entró tanto importado que se hace difícil competir; la importación complicó todo; eso, a la larga, el país lo va a pagar muy caro».

Finalmente, Oscar Raúl Félix explicó parte de su secreto para crear una empresa que trascendió las fronteras de su Avellaneda y su país: «Además de ser fabricante, fui peluquero, por lo que conozco no solo cómo hacer un producto de calidad, sino que tenga una verdadera utilidad».

Hoy, la empresa tiene representantes, distribuidores y una cartera de clientes «fidelizados» que desde hace más de cuarenta años los acompaña en cada uno de los lanzamientos.

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