Hazaña: aprendió a nadar a los 40 años y cruzó a nado el Río de la Plata

Su nombre es Rubén López y tiene un taller mecánico en Gerli. Logró la proeza con un equipo de trabajo, y más de tres años de entrenamiento y preparación. la travesía de 42 kilómetros duró 19 horas y fue fiscalizada por gente de la Panathlon de Uruguay.

«Una mañana me levanté y se me metió en la cabeza que estaría bueno cruzar el Río de la Plata a nado». Con estas palabras, simple, como si fuera algo natural para cualquier practicante de deportes, Rubén López explicó cómo surgió el proyecto que lo llevó a nadar 19 horas y cuatro minutos en forma consecutiva y unir, a brazadas, las costas de Uruguay y Argentina.

El mérito de Rubén López es doble, no solo por cumplir su proyecto de cruzar el Río de la Plata a nado, sino porque aprendió a nadar hace solo sólo ocho años, cuando cumplía sus cuarenta. Acompañado por su esposa y coordinadora del proyecto, Viviana Palevsky, López se preparó durante tres años para que el 20 de diciembre pasado, en la víspera de su cumpleaños 48, poder concretar su sueño.

En su taller mecánico de la calle Ezpeleta, en Gerli, Rubén López le explicó a La Ciudad que aprendió a nadar a los cuarenta porque era una deuda pendiente. «Un par de veces había tenido situaciones medio comprometidas en el mar, con mi hija, y te agarra la desesperación», comentó.

Desde aquella idea disparadora de unir ambas costas del Río de la Plata a nado, Rubén López empezó averiguar y cada vez se fue comprometiendo más con su causa. «Le pregunté a los entrenadores que conocía si yo podía tener acceso a lograrlo – recordó – y todos me decían lo mismo, que dependía de mí y de las ganas que le pusiera».

«Siendo amateur, en tres años me tuve que convertir en un profesional de la natación, porque si bien yo nadaba en aguas abiertas en carreras de siete kilómetros, no tienen nada que ver con esto», aseguró.

Con respecto al recorrido, López explicó que «salís de Colonia y caés por Punta Lara, depende como esté la corriente y el viento, no hay un libreto para hacerlo y cuando vas con gente experimentada como tuve yo, no tenés mucho problema».
«La verdad es que me despreocupé del resto, lo mío era tirarme al agua y aguantar, mi concentración estaba en eso – agregó – fueron 19 horas donde no se podía tocar el bote y tenías que flotar para comer, todo fue fiscalizado por gente de Panathlon de Uruguay».

La preparación para conseguir este logro fue muy dura, no sólo por la exigencia que demanda el entrenamiento, sino además porque Rubén López no podía descuidar su trabajo, aunque su socio Marcelo Guijo, le brindó todo su respaldo. «Tuve un desgarro en un hombro, problemas de colesterol, porque te ponés nervioso, trabajaba, entrenaba en Lomas, media hora de viaje a la ida, media a la vuelta, es bravo», resumió.

«Suena raro, pero es peor el entrenamiento y el día a día, que cruzar el Río de la Plata – resaltó López – porque el hecho de tener que laburar todo el día, resolver los problemas y entrenar, es duro».

«Un deportólogo me recomendó hacer relajación profunda y empecé a entender que no era importante entrenar doscientos metros más o doscientos menos, sino estar tranquilo. Esto me formó la cabeza, fue un aprendizaje y fue lo lindo del desafío, porque tuve que dejar de fumar entre otras cosas», expresó López.

Sin dudas que la proeza no es solo física y deportiva, sino también mental. Los factores externos influyen mucho en la cabeza del nadador, y Rubén López fue superando cada uno de esos obstáculos.

«Durante las 19 horas que duró la travesía traté de disfrutar todo el tiempo, me metí de noche con un miedo terrible porque nunca había nadado a esa hora – remarcó – no es joda, te tirás al agua para nadar 42 kilómetros».

«Arrancamos a las 3.30 y habrán sido tres horas de noche, más lo que tocó al llegar, en total habrán sido cuatro o cinco horas. Es como un cuco nadar de noche, pero una vez que lo enfrentás, ya está», aclaró.

Fiel a su trabajo de mecánico, López sostiene que lo ideal es una «alineación» entre el espíritu, la mente y el cuerpo. «El espíritu es lo que te empuja, es la motivación que te impulsa a seguir; la cabeza es la que está pendiente del cuerpo, de los dolores y de ver como soluciona cada inconveniente; y el cuerpo es el que ejecuta», explicó.

Finalmente, Rubén López remarcó que varios de los «premios» que se llevó con esta travesía fueron el llevar casi tres años sin fumar, la satisfacción de unir a la familia y a los amigos en pos de un proyecto y retomar una actividad que había dejado hace años como el control mental.

«La Municipalidad me ayudó económicamente con el programa Aliento y ahora les estoy pidiendo un espacio físico para organizar cursos de control mental y que la gente que venga traiga alimentos o ropa para donar, la idea es aportar algo de alguna forma», concluyó Rubén López.

Equipo de trabajo que hizo posible la travesía de Rubén López

Coordinación General: Viviana Palevsky, Entrenador: Marcelo Ferretti; Navegantes: Alejandro Falanga y Mario Bruschi; Guardavidas: Cristina Vallera y Sebastián Yuchimezuk Zaworotry, Asesoramiento en nutrición: Lic. Fernando Beninati, Analista: Hugo Cuccarese; Logística terrestre: Horacio Attianese; Organización: Natalia y Luciano; y la colaboración especial de Roberto «Patón» Arena y su equipo, Rafael Suárez y Luciano Dellagiovanna.

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