“La santidad es un camino, la santidad no se compra, no se vende. Ni siquiera se regala. La santidad es un camino ante la presencia de Dios que debo hacer yo: no puede hacerlo otro en mi nombre”, afirmó este martes durante la misa matutina en la Capilla de Santa Marta.

“Yo puedo rezar para que aquel otro sea santo, pero el camino debe hacerlo él, no yo. Caminar ante la presencia de Dios, de modo irreprensible. Y yo usaré hoy algunas palabras que nos enseñen cómo es la santidad de cada día, aquella santidad también anónima: coraje, esperanza, gracia y conversión”, agregó el Pontífice.

Sobre la conversión, el Obispo de Roma se refirió a “nada grande, mortificaciones: no, es sencillo. El camino de la santidad es simple. No volver para atrás, sino ir siempre adelante, ¿no? Y con fortaleza”, planteó.

“¡Es tan simple!. Yo sé que ustedes jamás hablan mal de los demás, ¿no?. Pequeñas cosas…Tengo ganas de criticar al vecino, al compañero de trabajo: morderse la lengua un poco. Se hinchará un poco la lengua, pero su espíritu será más santo, en este camino”, agregó el Papa argentino.