Fábrica de cuerdas Medina Artigas, de Avellaneda al mundo

La fábrica de cuerdas Medina Artigas ha conseguido una trayectoria y un prestigio que han atravesado los límites de nuestra ciudad y se han extendido a todo el país y el exterior. Está ubicada en la calle Estrada 1080 de Avellaneda.

La fábrica de cuerdas Medina Artigas es otro de los tantos ejemplos de empresas familiares de Avellaneda, que por su sacrificio, tradición y unión de sus integrantes, ha conseguido una trayectoria y un prestigio que han atravesado los límites de nuestra ciudad y se han extendido a todo el país y el exterior.

Esta empresa fue puesta en marcha por su socio fundador, Don Atilio Medina Artigas en el año 1972, momento en que la familia, oriunda de la localidad de Balcarce, se instaló definitivamente en Avellaneda.

Para conocer un poco más de la historia de esta pyme y datos de su presente, La Ciudad dialogó con una de sus autoridades más importantes, Carlos Medina, CEO de la compañía.

“Empecé a trabajar con mi padre cuando tenía 19 años. Así que él fue mi primer patrón. Fue algo muy bueno, porque siempre nos llevamos muy bien. Creo que si no, no hubiéramos estado tanto tiempo juntos. Él ahora ya está retirado, pero sin embargo siempre sigue haciendo algo y dando opiniones”, recordó Carlos sobre sus inicios en el terreno laboral.

“Hubo un momento que me hice cargo de toda la parte de la estrategia de ventas, desarrollo de productos. Y desde el año 1972 hasta ahora son un montón de años y la fábrica fue creciendo. Somos una pyme de origen familiar que sigue con la familia, porque últimamente se incorporó mi hijo Sebastián, que es ingeniero industrial, y es un aporte muy bueno para nosotros con sus nuevas ideas”, agregó.

La impronta familiar perdura con el paso del tiempo y se transmite de generación en generación. Así como en su momento, Carlos se apoyó en su padre, ahora le toca el turno de respaldar a su hijo. “En mi caso, estoy tratando de dar lo más que pueda para que él (Sebastián) sienta un apoyo y que toda idea que pueda tener tenga un respaldo. Porque uno puede tener ideas pero si no te acompañan, estás sonado”, reconoció el empresario de 58 años.

Medina comentó que a través del tiempo, se fueron incorporando a la fábrica distintos integrantes de la familia, y que cada uno fue cumpliendo –y cumple- un determinado rol.

“Mis hijas, por ejemplo, son las que nos dan una mano cuando viajamos a las ferias. Porque estamos exponiendo en el exterior. Y no es lo mismo tener un traductor para hacer los negocios, que contar con alguien que sale de las entrañas de tu familia, que ha vivido todos los procesos de la empresa y que conoce los productos. Aquí colaboramos todos. Mi madre ha hecho sus cosas también en la parte administrativa y el control de libros”, mencionó con orgullo.

Carlos comenzó a hacerse cargo de la estrategia comercial de ventas de la fábrica a los 25 años. Primero empezó como operario, haciendo cuerdas. Después fue encargado de la parte de Ventas y Desarrollo de Producto, y de acuerdo a los avatares que vivió la Argentina, le tocó en algunos momentos analizar y resolver de qué manera la empresa podría “seguir resistiendo”. Entonces empezó a viajar, con algunos colegas del gremio de la música, a distintos países de Sudamérica. Primero fue a Chile y Brasil, después fue a Perú, Ecuador y Venezuela; y así la fábrica Medina Artigas fue ganando los primeros clientes a los cuales se les empezó a exportar, en épocas realmente duras. “En un momento en que a aquí llegaba mucho producto importado, nosotros comenzamos a colocar lo nuestro, lo nacional, a otros países”, resaltó el responsable.

La experiencia de abrir mercados en el exterior no fue una tarea sencilla. Medina explicó que “cuerdas no faltaban en el mundo. Ya había fábricas desde antes, y poder ubicarnos, fue muy difícil. Hicimos una estrategia para poder entrar en otros países. Al empezar con Latinoamérica, además de fabricar cuerdas para instrumentos conocidos como guitarra, guitarra eléctrica y bajo, comenzamos a fabricar cuerdas para los instrumentos autóctonos de cada país. Distintos charangos en Bolivia y Perú, arpas en Venezuela, guitarrones en México. Así empezamos. Y empezamos a tener un nombre. Porque este es un mercado muy competitivo. Y hoy por hoy, el 40 % de nuestra producción se está exportando”, resumió.

Del mismo modo, Carlos contó lo complicado que resultaba conseguir, hace unos años, las materias primas específicas para la elaboración de un producto tan particular como las cuerdas.

“Accedimos a utilizar materias primas de primera calidad importadas, cosa que logramos al estar en contacto con proveedores en las ferias internacionales. Aparte de poder vender nuestros productos, era bueno encontrarse con un proveedor de tal acero especial, que uno desde acá jamás podría contactar. Antes no existía internet, y se hacía mucho más difícil”, reconoció.

Aquí hay cuerda para rato
La fábrica Medina Artigas participa activamente en ferias internacionales. “Hace 10 años que estamos en la NAMM International Music Market de Estados Unidos, una de las ferias más grandes de nuestro rubro a nivel mundial. Y el año que entra va a ser el tercero que participamos en Frankfurt. La verdad es mucho esfuerzo llegar a esos lugares, alquilar los stands, preparar las muestras para regalar, la hotelería, los pasajes, las encomiendas… Pero vale la pena porque nos mantenemos actualizados, nos van conociendo y nos contactamos con gente muy grosa del ambiente”, dijo Medina.

Además de las cuerdas tradicionales, Medina Artigas fabrica productos específicos que en otras fábricas no se hacen, y es reconocida también por eso.
A nivel del mercado interno, la empresa dispone de 4 distribuidores que abarcan todo el país. “Y a algunos clientes antiguos que son directos de fábrica, a los que no pudimos decirles que no les vendíamos más, porque fueron esas tiendas, o casas de música de renombre, que en tiempos difíciles nos apoyaron y nos aguantaron”, sostuvo Carlos.

Poco a poco, la posta la está tomando Sebastián, que con solo 28 años, ya ocupa el flamante cargo de Presidente de la compañía. “Estoy muy bien, muy contento”, aseguró el nieto del fundador. “No me pesa el cargo y espero que no me pese nunca. Fue una decisión más que nada de mi padre. Lo más difícil puede ser tener que empezar a tomar ciertas decisiones. Pero con él al lado, todo es más fácil.

Por último, el más joven de los Medina, fiel a la estirpe familiar, confirmó la unidad que caracteriza a esta empresa: “Es una suerte, porque nos llevamos muy bien. Puede haber algunas diferencias (ríe y mira de reojo a su padre) pero nos complementamos mucho. El con su experiencia y yo con mis ganas. Es difícil, igualmente. Pero lo bueno es que tenemos los mismos objetivos”, finalizó.
Para más información, visite http://www.medinaartigas.com.ar/

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